Arte y poesía: vigencia de toda expresión lúdica, gesto o acto non servil en tiempos tan obscuros como los actuales. Disertaciones sobre el culto añejo de ciertos antagonismos: individuo vs estado, ocio y contemplación vs labor de androides, dinero vs riqueza. Ensayos de libre tema, sección sobre ars poética, un muestrario de literatura universal y una selección poética del editor. Luis Alejandro Contreras Loynaz.
Si en Venezuela estilamos ser toderos, ese envite de torear la vida en cuanta empresa se nos plante ante la vista, yo debo decir que he sido -y acaso aún soy- un fervoroso nadero, suerte de lance para nadar en las enaguas de la susodicha. Pues en lugar de ser un profesional en todo, he sido un amateur en nadas; en el más feliz de los casos, un entendedor, siempre a la chista callando. Las naderías suelen causar gran fascinación sobre las almas distraídas, entre las que me incluyo, y no sé que hado les haya legado su encanto a las primeras. Y, aunque cursé más de cien créditos en la Escuela de Letras de la UCV, nunca me mortificó el comprobar que ese sistema de jerarquías con que el hombre gusta de mortificarse la carne, también hubiese ganado espacios en ese querido recinto y que, en virtud de ello, hubiese materias que disfrutaban de cierta prelación sobre otras. Iba por puro gusto. Nada hay como explayarse. El resto es aburrido y desmesuradamente empalagoso. Por otra parte, ¿quién no tuvo, alguna vez, que pasar por el trance de mancillarse las manos al hacer algún oficio? Pocos, muy pocos.
Un mínimo tributo a una poeta, Louise Elisabeth Glück. Nuestra versión de su Iris salvaje.
salud!
lacl
P. S. Agregamos la coletilla de siempre en estos casos de las traducciones poéticas: es una versión provisional, como lo es todo en la vida.
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The
Wild Iris
At the end of my suffering
there was a door.
Hear me out: that which you call death
I remember.
Overhead, noises, branches of the pine shifting.
Then nothing. The weak sun
flickered over the dry surface.
It is terrible to survive
as consciousness
buried in the dark earth.
Then it was over: that which you fear, being
a soul and unable
to speak, ending abruptly, the stiff earth
bending a little. And what I took to be
birds darting in low shrubs.
You who do not remember
passage from the other world
I tell you I could speak again: whatever
returns from oblivion returns
to find a voice:
from the center of my life came
a great fountain, deep blue
shadows on azure seawater.
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El iris salvaje
Al final de mi sufrimiento
había allí una puerta.
Escúchame bien: lo que llamas muerte
lo recuerdo.
Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y luego nada. El débil sol
temblando sobre la seca superficie.
Es terrible sobrevivir
como conciencia,
sepultada en tierra oscura.
Luego todo acaba: aquello que temías
ser un alma inhabilitada para hablar,
terminando abruptamente. La tierra rígida
se inclina un poco, y lo que tomé por aves
se hunde como flechas en las florestas.
Tú que no recuerdas
el paso de otro mundo, te digo que yo
podría volver a hablar: lo que sea que vuelve
del olvido regresa para
encontrar una voz:
del centro de mi vida manó
un fresco manantial, profundas
sombras azules en
celeste aguamarina.
Louise Elisabeth Glück
De su libro Iris salvaje
(Versión, lacl)
Galería de Orfeo
Calling you across Lifetimes
Lost Songs of the Rhineland Harper - X/XI Century Music
Éste
es un poema que he citado mucho, hasta el cansancio, cada vez que tengo que
versar sobre el vivir. Lo he hecho en varias de las glosas publicadas en este
blog, desde sus inicios. De alguna manera, este poema vino a mi vida para
servir de puntal a mi alma. Es como un soterrado himno, vibrando cual inagotable
llama, en algún recoveco entre el alma, la memoria y los pensamientos. Un recordatorio
de nuestra endeblez. Un canto para agradecer. Cada vez que tienden a
acrecentarse los oleajes del orgullo o de la soberbia, aparecen sus algas entre
las aguas. Y el agua comienza a fluir al ras del viento, deja de ser pasto de
absurdas asociaciones que nada tienen que ver con el vivir, como no sean todas
las fruslerías que nos inventamos para usurpar su mero latido. No digo que sea
un poema que resuelve cosas. Los poemas y los cantos acaso no tengan como
misión el resolver ningún enigma, aunque nos puedan servir para arrostrarles.
Si algo no es la poesía, intuye este servidor, es ser misionera. Tengo años
intentando transcribirlo, de una bella traducción publicada por Editora Nacional
en 1978, a cargo de José Antonio Llardent, una Antología de Álvaro de Campos, uno
de los más sorprendentes heterónimos de Fernando Pessoa. Pero me he hecho una
versión propia, que no difiere en mucho de la susodicha, sólo que he intentado
mantenerla, en lo general, más apegada al léxico de la lengua madre, toda vez,
que es una hermana tan cercana a nuestra lengua castiza.
Salud!
lacl
[AL
VOLANTE DEL CHEVROLET POR LA CARRETERA DE SINTRA]
Al
volante del Chevrolet por la carretera de Sintra,
a la luz de la luna y el
sueño, por la carretera desierta,
solo guío, guío casi despacio, y un poco
me parece, o me esfuerzo un poco porque me parezca,
que sigo por otra estrada, por otro sueño, por otro mundo,
que sigo sin haber Lisboa dejado o Sintra a la que llegar,
que sigo, ¿y qué más habrá en seguir, sino no parar, mas seguir?
Voy a pasar la noche en Sintra por no poder pasarla en Lisboa,
mas, cuando llegue a Sintra, sentiré pena de no haberme quedado en Lisboa.
Siempre esta inquietud sin propósito, sin nexo, sin consecuencia,
siempre, siempre, siempre
esta angustia excesiva del espíritu por cosa ninguna
en la estrada de Sintra, o en la estrada del sueño, o en la carretera de la
vida...
Maleable a mis movimientos subconscientes del volante
galopa por debajo de mí el automóvil que me prestaran.
Sonrío del símbolo, al pensar en él, y al virar a la derecha.
¡En cuántas cosas que me prestaran yo sigo por el mundo!
¡Cuántas cosas que me prestaron conduzco como mías!
¡Cuánto
de lo prestado, ¡ay de mí!, yo mismo soy!
A la izquierda la casucha -sí, una casucha- al borde del camino.
A la derecha el campo abierto, con la luna a lo lejos.
El automóvil, que hasta hace poco parecía darme libertad,
es ahora una cosa en donde estoy aislado,
que sólo puedo conducir si en ella estoy encerrado,
que sólo domino si me incluyo en ella y ella me incluye a mí.
A la izquierda, quedó atrás, la casucha modesta, más que modesta.
Allí la vida debe ser feliz, sólo porque no es la mía.
Si alguien me vio por la ventana de la casucha soñará: ése sí que es feliz.
Tal vez para el niño que atisbaba detrás de los cristales de la ventana de
arriba
haya yo quedado (con el automóvil prestado) como un sueño, como un hada real.
Tal vez para la muchacha que, al oír el motor, miró por la ventana de la
cocina,
desde el piso de abajo,
sea yo algo del príncipe que hay en todo corazón de muchacha,
y de reojo pegada al cristal me siguiese hasta la curva en que me perdí.
¿Dejo sueños tras de mí, o es el automóvil el que los deja?
¿Yo, el conductor del automóvil prestado, o el automóvil prestado que conduzco?
En la carretera de Sintra a la luz de la luna, en la tristeza ante los campos y
la noche,
conduzco el Chevrolet prestado, desconsoladamente,
me pierdo en la carretera futura, me sumo en la distancia que alcanzo,
y en un deseo terrible, súbito, violento, inconcebible,
acelero...
Mas, mi corazón quedó en el montón de piedras del que me desvié al verlo sin
verlo,
en la puerta de la casucha,
mi corazón vacío,
mi corazón insatisfecho,
mi corazón más humano que yo, más exacto que la vida.
En la carretera de Sintra, al filo de la medianoche, luz de luna, al
volante,
en la carretera de Sintra, qué cansancio de la propia imaginación,
en la carretera de Sintra, cada vez más cerca de Sintra,
en la carretera de Sintra, cada vez menos cerca de mí...
Álvaro de Campos,
Heterónimo de Fernando Pessoa
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[Ao
volante do Chevrolet pela estrada de Sintra]
Ao
volante do Chevrolet pela estrada de Sintra,
Ao luar e ao sonho, na estrada deserta,
Sozinho guio, guio quase devagar, e um pouco
Me parece, ou me forço um pouco para que me pareça,
Que sigo por outra estrada, por outro sonho, por outro mundo,
Que sigo sem haver Lisboa deixada ou Sintra a que ir ter,
Que sigo, e que mais haverá em seguir senão não parar mas seguir?
Vou passar a noite a Sintra por não poder passá-la em Lisboa,
Mas, quando chegar a Sintra, terei pena de não ter ficado em Lisboa.
Sempre esta inquietação sem propósito, sem nexo, sem conseqüência,
Sempre, sempre, sempre,
Esta angústia excessiva do espírito por coisa nenhuma,
Na estrada de Sintra, ou na estrada do sonho, ou na estrada da vida...
Maieável aos meus movimentos subconscientes do volante,
Galga sob mim comigo o automóvel que me emprestaram.
Sorrio do símbolo, ao pensar nele, e ao virar à direita.
Em quantas coisas que me emprestaram eu sigo no mundo
Quantas coisas que me emprestaram guio como minhas!
Quanto me emprestaram, ai de mim!, eu próprio sou!
À esquerda o casebre — sim, o casebre — à beira da estrada
À direita o campo aberto, com a lua ao longe.
O automóvel, que parecia há pouco dar-me liberdade,
É agora uma coisa onde estou fechado
Que só posso conduzir se nele estiver fechado,
Que só domino se me incluir nele, se ele me incluir a mim.
À esquerda lá para trás o casebre modesto, mais que modesto.
A vida ali deve ser feliz, só porque não é a minha.
Se alguém me viu da janela do casebre, sonhará: Aquele é que é feliz.
Talvez à criança espreitando pelos vidros da janela do andar que está em
cima
Fiquei (com o automóvel emprestado) como um sonho, uma fada real.
Talvez à rapariga que olhou, ouvindo o motor, pela janela da cozinha
No pavimento térreo,
Sou qualquer coisa do príncipe de todo o coração de rapariga,
E ela me olhará de esguelha, pelos vidros, até à curva em que me perdi.
Deixarei sonhos atrás de mim, ou é o automóvel que os deixa?
Eu, guiador do automóvel emprestado, ou o automóvel emprestado que eu
guio?
Na estrada de Sintra ao luar, na tristeza, ante os campos e a noite,
Guiando o Chevrolet emprestado desconsoladamente,
Perco-me na estrada futura, sumo-me na distância que alcanço,
E, num desejo terrível, súbido, violento, inconcebível,
Acelero...
Mas o meu coração ficou no monte de pedras, de que me desviei ao vê-lo sem
vê-lo,
À porta do casebre,
O meu coração vazio,
O meu coração insatisfeito,
O meu coração mais humano do que eu, mais exato que a vida.
Na estrada de Sintra, perto da meia-noite, ao luar, ao votante,
Na estrada de Sintra, que cansaço da própria imaginação,
Na estrada de Sintra, cada vez mais perto de Sintra,
Na estrada de Sintra, cada vez menos perto de mim...
Estas cartas, antes que su poesía incluso, cambiaron mi vida para siempre. Hay en ellas, lo siento así, un legado para el alma que anda buscando respiro. Por supuesto, la poesía de Rilke es grandiosa. Y basta que contemos con el solaz para leerle y caer en cuenta de ello. Es una palabra entregada, que no da cuartel ni pone puentes ni atajos para llegar a alguna parte, sea una costa o una morada, sin haber transitado el camino con todas sus escabrocidades. Pero en estas cartas también se devela ello como misión de la palabra. Quien habla (o escribe) toma en cuenta que se dirige a un joven que ha tenido el coraje de escribirle para pedirle algunos consejos. Y lo que resultó de ello fue un legado, repito, que todo ser debería leer alguna vez en su vida. Claro, si el mundo fuera otro, en el que el alma tuviera su puesto en la mesa y se le invitara al festejo de la vida cada día... Sin más, la primera de sus cartas a Frank Kappus.
Salud!
lacl
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París, a 17 de febrero de 1903
Muy distinguido señor:
Hace sólo pocos días que me alcanzó su carta, por cuya
grande y afectuosa confianza quiero darle las gracias. Sabré apenas hacer algo
más. No puedo entrar en minuciosas consideraciones sobre la índole de sus
versos, porque me es del todo ajena cualquier intención de crítica. Y es que,
para tomar contacto con una obra de arte, nada, en efecto, resulta menos
acertado que el lenguaje crítico, en el cual todo se reduce siempre a unos
equívocos más o menos felices.
Las cosas no son todas tan comprensibles ni tan fáciles de
expresar como generalmente se nos quisiera hacer creer. La mayor parte de los
acontecimientos son inexpresables; suceden dentro de un recinto que nunca holló
palabra alguna. Y más inexpresables que cualquier otra cosa son las obras de
arte: seres llenos de misterio, cuya vida, junto a la nuestra que pasa y muere,
perdura.
Dicho esto, sólo queda por añadir que sus versos no tienen
aún carácter propio, pero sí unos brotes quedos y recatados que despuntan ya,
iniciando algo personal. Donde más claramente lo percibo es en el último poema:
"Mi alma". Ahí hay algo propio que ansía manifestarse; anhelando
cobrar voz y forma y melodía. Y en los bellos versos "A Leopardi"
parece brotar cierta afinidad con ese hombre tan grande, tan solitario. Aun
así, sus poemas no son todavía nada original, nada independiente. No lo es
tampoco el último, ni el que dedica a Leopardi. La bondadosa carta que los
acompaña no deja de explicarme algunas deficiencias que percibí al leer sus
versos, sin que, con todo, pudiera señalarlas, dando a cada una el nombre que
lecorresponda.
Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a
mí, como antes lo preguntó a otras personas. Envía sus versos a las revistas
literarias, los compara con otros versos, y siente inquietud cuando ciertas
redacciones rechazan sus ensayos poéticos. Pues bien - ya que me permite darle
consejo- he de rogarle que renuncie a todo eso. Está usted mirando hacia fuera,
y precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar
ni ayudar. Nadie... No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo.
Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si ese
móvil extiende sus raíces en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su
propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no
le fuere permitido escribir. Ante todo, esto: pregúntese en la hora más callada
de su noche: "¿Debo yo escribir?" Vaya cavando y ahondando, en busca
de una respuesta profunda. Y si es afirmativa, si usted puede ir al encuentro
de tan seria pregunta con un "Si debo" firme y sencillo, entonces,
conforme a esta necesidad, erija el edificio de su vida. Que hasta en su hora
de menor interés y de menor importancia, debe llegar a ser signo y testimonio
de ese apremiante impulso. Acérquese a la naturaleza e intente decir, cual si
fuese el primer hombre, lo que ve y siente y ama y pierde. No escriba versos de
amor.
Rehuya, al principio, formas y temas demasiado corrientes:
son los más difíciles. Pues se necesita una fuerza muy grande y muy madura para
poder dar de sí algo propio ahí donde existe ya multitud de buenos y, en parte,
brillantes legados. Por esto, líbrese de los motivos de índole general. Recurra
a los que cada día le ofrece su propia vida.
Describa sus tristezas y sus anhelos, sus pensamientos
fugaces y su fe en algo bello; y dígalo todo con íntima, callada y humilde
sinceridad. Valiéndose, para expresarse, de las cosas que lo rodean. De las
imágenes que pueblan sus sueños. Y de todo cuantovive en el recuerdo.
Si su diario vivir le parece pobre, no lo culpe a él.
Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse
sus riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza. Ni hay tampoco
lugar alguno que le parezca pobre o le sea indiferente. Y aun cuando usted se
hallara en una cárcel, cuyas paredes no dejasen trascender hasta sus sentidos
ninguno de los ruidos del mundo, ¿no le quedaría todavía su infancia, esa
riqueza preciosa y regia, ese camarín que guarda los tesoros del recuerdo?
Vuelva su atención hacia ella. Intente hacer resurgir las inmersas sensaciones
de ese vasto pasado. Así verá cómo su personalidad se afirma, cómo se ensancha
su soledad convirtiéndose en penumbrosa morada, mientras discurre muy lejos el
estrépito de los demás. Y si de este volverse hacia dentro, si de este
sumergirse en su propio mundo, brotan luego unos versos, entonces ya no se le
ocurrirá preguntar a nadie si son buenos. Tampoco procurará que las revistas se
interesen por sus trabajos. Pues verá en ellos su más preciada y natural
riqueza: trozo y voz de su propia vida.
Una obra de arte es buena si ha nacido al impulso de una
íntima necesidad. Precisamente en este su modo de engendrarse radica y estriba
el único criterio válido para su enjuiciamiento: no hay ningún otro. Por eso,
muy estimado señor, no he sabido darle otro consejo que éste: adentrarse en sí
mismo y explorar las profundidades de donde mana su vida. En su venero hallará
la respuesta cuando se pregunte si debe crear. Acéptela tal como suene. Sin
tratar de buscarle varias y sutiles interpretaciones. Acaso resulte cierto que
está llamado a ser poeta. Entonces cargue con este su destino; llévelo con su
peso y su grandeza, sin preguntar nunca por el premio que pueda venir de fuera.
Pues el hombre creador debe ser un mundo aparte, independiente, y hallarlo todo
dentro de sí y en la naturaleza, a la que va unido.
Pero tal vez, aun después de haberse sumergido en sí mismo
y en su soledad, tenga usted que renunciar a ser poeta. (Basta, como ya queda dicho,
sentir que se podría seguir viviendo sin escribir, para no permitirse el
intentarlo siquiera.) Mas, aun así, este recogimiento que yo le pido no habrá
sido inútil : en todo caso, su vida encontrará de ahí en adelante caminos
propios. Que éstos sean buenos, ricos, amplios, es lo que yo le deseo más de
cuanto puedan expresar mispalabras.
¿Qué más he de decirle? Me parece que ya todo queda
debidamente recalcado. Al fin y al cabo, yo sólo he querido aconsejarle que se
desenvuelva y se forme al impulso de su propio desarrollo. Al cual, por cierto,
no podría causarle perturbación más violenta que la que sufriría si usted se
empeñase en mirar hacia fuera, esperando que del exterior llegue la respuesta a
unas preguntas que sólo su más íntimo sentir, en la más callada de sus horas,
acierte quizás a contestar.
Fue para mí una gran alegría el hallar en su carta el
nombre del profesor Horacek. Sigo guardando a este amable sabio una profunda
veneración y una gratitud que perdurará por muchos años. Hágame el favor de
expresarle estos sentimientos míos. Es prueba de gran bondad el que aun se
acuerde de mí, y yo lo sé apreciar.
Le devuelvo los adjuntos versos,
que usted me confió tan amablemente. Una vez más le doy las gracias por la
magnitud y la cordialidad de su confianza. Mediante esta respuesta sincera y
concienzuda, he intentado hacerme digno de ella: al menos un poco más
digno de cuanto, como extraño, lo soy en realidad. Con todo afecto y simpatía,
Breve anotación sobre un preocupante artículo en torno a la robotización digitalizada y la idiotización, artículo que agregamos debajo, ya que nos parece importante su lectura y la toma de conciencia sobre este mal de la modernidad. La adicción a la tecnología digital significa un retroceso para la humanidad. Lo leímos en BBC NEWS.
Salud,
lacl
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Preocupa el estancamiento de la humanidad. No se trata
únicamente de neo-cretinismo. Eso es sólo una parte del problema, aunque muy
importante. Se trata también de una deformidad o, incluso, de un achicamiento
del mundo simbólico y sensible de la psique. Es como si se le fuera negando
agua y alimentos al alma, hasta que muere por desnutrición. Pensar es un
derecho y un gusto creativo del fuero interior. Al negarles ese derecho a los
infantes, se les está asesinando no sólo sus capacidades cognitivas, sino la
posibilidad de una vida espiritual plena y en armonía con el mundo sensible. La
humanidad luce cada vez más patentemente encaminada hacia la robotización.
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BBC NEWS Los nativos digitales son los primeros niños con
un coeficiente intelectual más bajo que sus padres.
Irene
Hernández Velasco
Especial
para BBC News Mundo
Fuente:
BBC NEWS
28 octubre 2020
"La fábrica de cretinos
digitales".
Así se titula el último libro del neurocientífico Michel
Desmurget (Lyon, 1965), director de investigación en el Instituto Nacional de
la Salud de Francia, en el que cuenta con datos duros y en forma contundente
cómo los dispositivos digitales están afectando gravemente, y para mal, al
desarrollo neuronal de niños y jóvenes.
"Simplemente no hay excusa para lo que les estamos
haciendo a nuestros hijos y cómo estamos poniendo en peligro su futuro y
desarrollo", advierte en entrevista con BBC Mundo el experto, que tiene a
sus espaldas una vasta obra científica y de divulgación y ha pasado por
reconocidos centros de investigación como el Massachusetts Institute of
Technology (MIT) o la Universidad de California.
Su libro se ha convertido en un gigantesco superventas en
Francia.
¿Los jóvenes de hoy son la
primera generación de la historia con un coeficiente intelectual (IQ) más bajo
que la anterior?
Sí. El coeficiente intelectual se mide con una prueba
estándar. Sin embargo no es una prueba "congelada", a menudo se
revisa.
Mis padres no pasaron la misma prueba que yo, por ejemplo,
pero se puede someter a un grupo de personas a una versión antigua de la
prueba.
Y haciendo eso, los investigadores han observado en muchas
partes del mundo que el coeficiente intelectual aumentaba de generación en
generación. A esto se le llamó el 'efecto Flynn', en referencia al psicólogo
estadounidense que describió este fenómeno.
Pero, recientemente, esta tendencia comenzó a invertirse en
varios países.
Es verdad que el coeficiente intelectual se ve fuertemente
afectado por factores como el sistema de salud, el sistema escolar, la nutrición....
Pero si tomamos países donde los factores socioeconómicos
se han mantenido bastante estables durante décadas, el 'efecto Flynn' ha
comenzado a reducirse.
En esos países los "nativos digitales" son los
primeros niños que tienen un coeficiente intelectual más bajo que sus padres.
Es una tendencia que se ha documentado en Noruega, Dinamarca, Finlandia, Países
Bajos, Francia, etc.
¿Y qué está provocando esta
disminución del coeficiente intelectual?
Por desgracia, aún no es posible determinar el papel específico
de cada factor, incluida por ejemplo la contaminación (especialmente la
exposición temprana a pesticidas) o la exposición a las pantallas.
Lo que sabemos con seguridad es que incluso si el tiempo
que un niño pasa frente a una pantalla no es el único culpable, tiene un efecto
importante en el coeficiente intelectual.
Varios estudios han demostrado que cuando aumenta el uso de
la televisión o los videojuegos, el coeficiente intelectual y el desarrollo
cognitivo disminuyen.
Los principales fundamentos de nuestra inteligencia se ven
afectados: el lenguaje, la concentración, la memoria, la cultura (definida como
un corpus de conocimiento que nos ayuda a organizar y comprender el mundo).
En última instancia, estos impactos conducen a una caída significativa
en el rendimiento académico.
¿Y por qué el uso los
dispositivos digitales provoca todo eso?
Las causas también están claramente identificadas:
disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, que son
fundamentales para el desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional;
disminución del tiempo dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas,
música, arte, lectura, etc.); interrupción del sueño, que se acorta
cuantitativamente y se degrada cualitativamente; sobre estimulación de la
atención, lo que provoca trastornos de concentración, aprendizaje e
impulsividad; sub estimulación intelectual, que impide que el cerebro
despliegue todo su potencial; y un estilo de vida sedentario excesivo que,
además del desarrollo corporal, influye en la maduración cerebral.
¿Qué daños provocan
exactamente las pantallas al sistema neurológico?
El cerebro no es un órgano 'estable'. Sus características
'finales' dependen de la experiencia.
El mundo en el que vivimos, los desafíos a los que nos
enfrentamos, modifican tanto la estructura como su funcionamiento, y algunas
regiones del cerebro se especializan, algunas redes se crean y se fortalecen,
otras se pierden, unas se vuelven más gruesas y otras más delgadas.
Se ha observado que el tiempo que se pasa ante una pantalla
por motivos recreativos retrasa la maduración anatómica y funcional del cerebro
dentro de diversas redes cognitivas relacionadas con el lenguaje y la atención.
Hay que enfatizar que no todas las actividades alimentan la
construcción del cerebro con la misma eficiencia.
¿Qué quiere decir?
Las actividades relacionadas con la escuela, el trabajo
intelectual, la lectura, la música, el arte, los deportes, etc. tienen un poder
estructurador y nutritivo del cerebro mucho mayor que las pantallas
recreativas.
Pero nada dura para siempre. El potencial de la plasticidad
cerebral es extremo durante la infancia y la adolescencia. Después, comienza a
desvanecerse. No desaparece, pero se vuelve mucho menos eficiente.
El cerebro se puede comparar con una plastilina. Al
principio, es húmedo y fácil de esculpir. Pero con el tiempo se vuelve más seco
y mucho más difícil de moldear.
El problema con las pantallas recreativas es que alteran el
desarrollo del cerebro de nuestros hijos y lo empobrecen.
¿Todas las pantallas son igual
de dañinas?
Nadie dice que la "revolución digital" sea mala y
deba ser detenida. Yo mismo paso buena parte de mi jornada laboral con
herramientas digitales. Y cuando mi hija ingresó en la escuela primaria,
comencé a enseñarle cómo usar algún software de oficina y a buscar información
en internet.
¿Debería enseñarse a los estudiantes las herramientas y
habilidades informáticas fundamentales? Claro. Asimismo, ¿puede la tecnología
digital ser una herramienta relevante en el arsenal pedagógico de los docentes?
Por supuesto, si es parte de un proyecto educativo estructurado y si el uso de
un software determinado promueve eficazmente la transmisión.
Sin embargo, cuando se pone una pantalla en manos de un
niño o de un adolescente, casi siempre prevalecen los usos recreativos más
empobrecedores.
Esto incluye, por orden de importancia: la televisión, que
sigue siendo la pantalla número uno en todas las edades (películas, series,
clips, etc.); luego los videojuegos (principalmente de acción y violentos), y
finalmente, en torno a la adolescencia, un frenesí de autoexposición inútil en
las redes sociales.
¿Cuánto tiempo suelen pasar
niños y jóvenes ante las pantallas?
En promedio, casi tres horas al día para los niños de 2
años, cerca de cinco horas para los de 8 años y más de siete horas para los
adolescentes.
Esto significa que antes de llegar a los 18 años, nuestros
hijos habrán pasado el equivalente a 30 años escolares frente a pantallas
recreativas o, si lo prefiere ¡16 años de trabajo a tiempo completo!
Es simplemente una locura y una irresponsabilidad.
¿Cuánto tiempo deberían
dedicar los niños a las pantallas recreativas?
Involucrar a los niños es importante.
Necesitan que se les diga que las pantallas recreativas
dañan el cerebro, perjudican el sueño, interfieren con la adquisición del
lenguaje, debilitan el rendimiento académico, perjudican la concentración,
aumentan el riesgo de obesidad, etc.
Algunos estudios han demostrado que es más fácil para niños
y adolescentes seguir las reglas sobre las pantallas cuando se les explican y
se discute con ellos su razón de ser.
A partir de ahí, la idea general es simple: a cualquier
edad, lo mínimo es lo mejor.
Más allá de esta regla general, se pueden proporcionar
pautas más específicas según la edad del niño. Antes de los 6 años, lo ideal es
no tener pantallas (lo que no significa que de vez en cuando no puedas ver unos
dibujos animados con tus hijos).
Cuanto antes estén expuestos, mayores serán los impactos
negativos y el riesgo de un consumo excesivo posterior.
A partir de los 6 años, si se adaptan los contenidos y se
conserva el sueño, se puede llegar hasta media hora al día, incluso una hora,
sin una influencia negativa apreciable.
Otras reglas relevantes: nada de pantallas por la mañana antes
de ir a la escuela, nada por la noche antes de irse a la cama o cuando estén
con otras personas. Y, ¡sobre todo!, nada de pantallas en el dormitorio.
Pero es difícil decir a nuestros hijos que las pantallas
son un problema cuando nosotros, como padres, estamos constantemente conectados
a nuestros teléfonos inteligentes o a consolas de juegos.
¿Por qué muchos padres no son
conscientes de los peligros de las pantallas?
Porque la información que se da a los padres es parcial y
sesgada. Los principales medios de comunicación están repletos de afirmaciones
infundadas, propaganda engañosa e información inexacta. La discrepancia entre
los contenidos de los medios y la realidad científica a menudo es inquietante,
por no decir exasperante.
No quiero decir que los medios sean deshonestos: separar el
trigo de la paja no es fácil, incluso para periodistas honestos y concienzudos.
Pero no es de extrañar. La industria digital genera miles
de millones de dólares en beneficios cada año. Y, obviamente, los niños y adolescentes
son un recurso muy lucrativo.
Y para las empresas que valen miles de millones de dólares,
es fácil encontrar científicos complacientes, lobistas dedicados y comerciantes
entusiastas de las dudas.
Permítame darle un ejemplo.
Recientemente un psicólogo, supuestamente experto en
videojuegos, explicó en varios medios que estos juegos tenían efectos
positivos, que no debían ser demonizados, que no jugar podría incluso ser un
hándicap para el futuro de un niño, que los juegos más violentos podrían tener
acciones terapéuticas y ser capaces de apagar la ira en los jugadores, etc.
El problema es que ninguno de los periodistas que
entrevistaron a este "experto" mencionó que trabajaba para la
industria de los videojuegos. Y este es solo un ejemplo entre los muchos que se
describen en mi libro.
Esto no es algo nuevo: sucedió en el pasado con el tabaco,
el calentamiento global, los pesticidas, el azúcar, etc.
Pero creo que hay espacio para la esperanza. Con el tiempo,
la realidad se vuelve cada vez más difícil de negar.
Hay estudios que afirman por
ejemplo que los videojuegos ayudan a obtener mejores resultados académicos…
Permítame decirlo con franqueza: eso es pura tontería.
Esa idea es una verdadera obra maestra de la propaganda. Se
basa principalmente en unos pocos estudios aislados con datos podridos, que se
publican en revistas secundarias y a que menudo se contradicen.
En una interesante investigación experimental, se
entregaron consolas de juegos a niños que iban bien en la escuela. Después de
cuatro meses, se descubrió que pasaban más tiempo jugando y menos tiempo
haciendo las tareas escolares. Sus calificaciones cayeron alrededor de un 5%
(¡lo cual es muchísimo en solo cuatro meses!).
En otro estudio, los niños tuvieron que aprender una lista
de palabras. Una hora después, a algunos se les permitió jugar un videojuego de
carreras de autos. Dos horas después se fueron a la cama.
A la mañana siguiente, los niños que no jugaron recordaron
alrededor del 80% de la lección frente al 50% de los jugadores.
Los autores observaron que jugar interfería con el sueño y
la memorización.
¿Cómo cree que serán los
miembros de esta generación digital cuando se conviertan en
adultos?
A menudo escucho que los nativos digitales saben "de
manera diferente". La idea es que aunque muestran déficits lingüísticos,
atencionales y de conocimiento, son muy buenos en "otras cosas".
La cuestión radica en la definición de esas "otras
cosas".
Varios estudios indican que, en contraste con las creencias
comunes, no son muy buenos con las computadoras.
Un informe de la Unión Europea incluso explica que su baja
competencia digital dificulta la adopción de tecnologías educativas en las
escuelas.
Otros estudios también indican que tampoco son muy
eficientes para procesar y comprender la gran cantidad de información
disponible en internet.
Entonces, ¿qué queda? Obviamente, son buenos para usar
aplicaciones digitales básicas, comprar productos en línea, descargar música y
películas, etc.
Para mí, estos niños se parecen a los descritos por Aldous
Huxley en su famosa novela distópica Brave New World ("Un
mundo feliz", en español): pasmados por el entretenimiento tonto, privados
de lenguaje, incapaces de reflexionar sobre el mundo, pero felices con su
suerte.
¿Algunos países están
comenzando a legislar contra el uso de pantallas?
Sí, especialmente en Asia.
Taiwán, por ejemplo, considera que el uso excesivo de
pantallas es una forma de abuso infantil y ha aprobado una ley que establece
fuertes multas para los padres que exponen a niños menores de 24 meses a cualquier
aplicación digital y que no limitan el tiempo de pantalla de los chicos entre 2
y 18 años.
En China, las autoridades han tomado medidas drásticas para
regular el consumo de videojuegos por parte de menores: los niños y
adolescentes ya no pueden jugar de noche (entre las 22 horas y las 8 horas) ni
exceder los 90 minutos de exposición diaria durante la semana (180 minutos los
fines de semana y las vacaciones escolares).
¿Cree que es bueno que haya
leyes que protejan a los niños de las pantallas?
No me gustan las prohibiciones y no quiero que nadie me
diga cómo tengo que criar a mi hija.
Sin embargo, está claro que las opciones educativas sólo
pueden ejercerse libremente cuando la información que se brinda a los padres es
sincera y exhaustiva.
Creo que una campaña justa de información sobre el impacto
de las pantallas en el desarrollo con pautas claras sería un buen comienzo: sin
pantallas para niños de hasta 6 años y luego, no más de 30-60 minutos al día.
Si esta orgía digital, como
usted la define, no se detiene, ¿qué podemos esperar?
Un aumento de las desigualdades sociales y una progresiva
división de nuestra sociedad entre una minoría de niños preservada de esta
"orgía digital" -los llamados Alphas de la novela de Huxley-, que
poseerán a través de la cultura y el lenguaje todas los herramientas necesarias
para pensar y reflexionar sobre el mundo, y una mayoría de niños con
herramientas cognitivas y culturales limitadas -los llamados Gammas de la
novela de Huxley-, incapaces de comprender el mundo y de actuar como ciudadanos
ilustrados.
Alpha asistirá a costosas escuelas privadas con maestros
humanos "verdaderos".
Los Gamma irán a escuelas públicas virtuales con apoyo
humano limitado, donde se les alimentará con un pseudolenguaje parecido al
"Newspeak" de Orwell y se les enseñarán las habilidades básicas de
los técnicos de nivel medio o bajo (las proyecciones económicas dicen que este
tipo de trabajos estarán sobrerrepresentados en la fuerza laboral del mañana).
Un mundo triste en el que, como decía el sociólogo Neil
Postman, se divertirán hasta la muerte. Un mundo en el que, a través del acceso
constante y debilitante al entretenimiento, aprenderán a amar su servidumbre.
Perdón por no ser más positivo.
Tal vez (y eso espero) estoy equivocado. Simplemente no hay
excusa para lo que les estamos haciendo a nuestros hijos y cómo estamos
poniendo en peligro su futuro y desarrollo.