Extracto estas
palabras de una conversa de hace unos años…
“…sospecho que el
asunto de las egolatrías es un padecimiento que campea en todo lugar donde el
espejo de Narciso hace su aparición. Y para nadie es un secreto que el mundo de
la escritura no es el único pasto donde se ceban los fuegos fatuos de la petulancia.
Edward Said narraba
que, en cierta ocasión, se organizó una junta o congreso de intelectuales y
escritores de los E.E.U.U., con la finalidad de determinar, entre otras cosas,
los parámetros que definen el perfil de un escritor. Y cuenta Said que la cosa
terminó asumiéndose una postura similar a la postura que habían fijado los
intelectuales y escritores en la Unión Soviética, y por la cual se llegó a la
conclusión de que “un escritor es toda persona que afirme que lo es”. Ante una
expresión tan hegemónica de la subjetivación, creo que sólo se puede largar una
lacónica sonrisa. Es el mundo en que vivimos.
Para mí un escritor
es alguien que escribe bien. Creo que debo agregar que es alguien que escribe
bien para mí, pues no puedo asegurar que escriba bien para otros… Otro asomo
del subjetivar…
Comentario aparte, yo
adoro las conversas. De ellas surge todo lo bueno y todo lo malo que el
individuo patrocina de cara al ser colectivo. Y adoraría -como adoro- poder
siempre charlar con los amigos, a “calzón quitao”, de aquellas cosas que
motivan nuestra vida y nuestros actos, entre ellos, los que asoman la pluma o
el lápiz sobre un papel. Y eso me parece, si no más substancial que la
confrontación que puede darse en los (no sé si bien llamados) jamming poéticos,
al menos sí lo considero un paso previo al cultivo de las justas en las que la
palabra toma la palabra para desplegarse como objeto estético.
¿Qué puede tener de
bueno, por ejemplo, un taller literario? ¿Que los integrantes se caigan a
interminables lecturas de sus conatos con la palabra o que se dediquen a
cultivar el arte de conversar sobre el cómo y el porqué de estar todos sentados
en medio de la nada, navegando sobre un inmenso peñasco en un mar de éter que
nadie entiende?
Sin descrédito del
compartir lecturas de nuestra propia brega con la palabra preferiré, una y mil
veces, el cultivo de la colectiva y divagadora conversa que nos sirve de puente
para tendernos nuestras incertidumbres.
Con respecto a los
tráficos de influencia o las estrategias mercantiles para masajear egos o aupar
quehaceres estéticos, poco puedo agregar. Testigos de ello hemos sido. Y bien
lejos quiero y voy a estar de quienes así viven su vida… Allá quienes anteponen
intereses personales o pecuniarios en un quehacer que uno no puede concebir
sino como abnegado y desinteresado, tal como toda obra estética nos significa.
Y aclaro que, en lo personal, no puedo concebir ninguna estética sin asidero
ético y sin una yesca siempreviva en el espíritu. Cuando un escritor o un
trabajador del intelecto antepone egolatrías, intereses personales o monetarios
al hecho cierto de que el bien de la lectura -que como tantos bienes de la
humanidad- sea un bien que se le dosifica o se le embarga a las colectividades,
ello le sustrae todo mi respeto…”
(lacl, 06 de Agosto de
2017, la conversación tuvo lugar aproximadamente en 2015)
a Yineska
Cada noche
luego de que tu sueño ya se ha rendido al sueño,
yo veo con delectación
cómo mis brazos se elevan hacia el cielo,
para que mis manos,
plácidamente extendidas,
puedan bañarse en la luz de la sombra.
Mis brazos aún están en el cuarto,
pero mis manos ya han cruzado
los techos, nubes y vientos
de un cielo conventual.
Allí se quedan flotando un buen rato,
en armoniosa conexión con el cosmos,
cual si fuesen un par de asfódelos nocturnos
cargándose de amorosa oscuridad.
Luego bajan lentamente
por los peldaños de la noche,
suave descenso al valle de tu espalda,
y comienzan a recorrer el cosmos en tu cuerpo,
en testimonio de que tierra, piel y cielo
son rostros de un mismo silencio.
(Recogido luego en Cuadernario. Común Presencia Editores, Col. Los Conjurados, Bogotá, Colombia, 2007
Estampas de la escritura
Al-Andaluz
Las nubes escriben
La locura escribe... (Kubrick)
Apollinaire
Picasso
Lawrence
Tao Te Ching
Las inmundicia escribe. O, al menos, firma. Orden de ejecución. Babel en la lista.
Friedrich Hölderlin
Ramos Sucre
Bach
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