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viernes, 29 de noviembre de 2024

Que uno más uno es igual a uno, lacl /

 



Para quienes defienden sistemas avasalladores del indiviso ser humano... De una charla reciente.

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Creo que nos incitan a callar nuestra opinión, la cual no es, por cierto, propiciadora ni defendedora de la derecha ni del capitalismo. No estoy de acuerdo con ningún tipo de estado coercitivo de los derechos humanos fundamentales, no estoy de acuerdo con ningún sistema que, para mantenerse en el poder, practique el avasallamiento, el asesinato, el fomento de la guerra, los pactos por debajo de la mesa (como suele suceder entre manos derechas e izquierdas; arriba de la mesa nada ello ha de ser visible). Los totalitarismos de izquierda, en la práctica, no han sido más que plutocracias de estado. Mi posición, por lamentable que parezca, nunca jamás podrá ser la que auspicie y haga labor de proselitismo para y por sistemas que aherrojen las libertades humanas. No hay, hasta le fecha, ningún sistema de gobierno que, en la práctica repito, no se haya comportado de la manera más vil y execrable con el ciudadano común. Porque quienes gobiernan son los hombres o, mejor, las bajezas de los hombres y no las bellezas de sistema alguno. Y eso incluye a los sistemas cuyo “leit motiv” es el de administrarle la vida a los vasallos con sus sistemas de finanzas centralizadas. Pero en ello no se diferencia mucho la aplanadora burocrática rusa de Stalin y sus secuaces de ese canto a la imposible felicidad de que se viste el Tio Sam. Y este servidor por nada del mundo va a hacerle el jueguito a los interesados operadores de la política, sean de derecha, de izquierda o de un centro que no tiene identidad. No hay nada más parecido a un político que otro político. Hacen que tenga sentido lo que alega Tarkovski en uno de sus filmes, que uno más uno sea igual a uno, esto es, que una gota más otra gota, hagan una gota más grande. Son caimanes del mismo pozo. Y con ello me retiro, pero no sin antes repetir la réplica de Thoreau a Jefferson. Jefferson alegó, en su momento, que el mejor gobierno es el que poco gobierna, en el sentido de que lo será aquel gobierno que menos se inmiscuya en los asuntos del ser humano. A lo que Thoreau replicó: El mejor gobierno es el que no gobierna nada.

lacl, 27 de noviembre 2016

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Trazos y retazos, lacl. /

 



Hay experiencias en la vida que no se nos revelan si no es en el más profundo y desamparado de los extravíos. 


lacl, 16 de noviembre, 2024


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Amanece 


En eco el canto 

de la guacamaya,

en el aire y solo.


lacl, 3 de febrero, 2024

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Amanece 


En eco el canto

(sol de la guacamaya)

solo en el aire.


Variante, lacl, 29 de noviembre 2024


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Sea lo que sea que aliente en la divinidad, suspira de hecho en nosotros, está dentro (y fuera) de nosotros, porque nosotros estamos dentro del afuera y el afuera está dentro de nosotros.


lacl (presumiblemente del 9 de mayo de 2020


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Señalar los lunares de un sistema no significa que se esté defendiendo lo que supuestamente se toma como su opuesto, algo que no es su opuesto sino de una manera nominativa y epidérmica. 

Señalar los males del totalitarismo pseudo socialista no significa que se estén aupando los “buenos modales” de la pseudo democracia.

Señalar las máculas de una persona o develar sus rasgos de locura no significa que se esté con ello defendiendo o excusando las máculas y locuras de las personas que supuestamente se toman como su opuesto, pero que en el fondo padecen su propia locura.

En mi caso personal, no cultivo ninguna asimetría... Siempre he dicho que las minorías gobernantes son perjudiciales para todo mundo, aquí o allá, vístanse de santo patrono de la izquierda o de casto sacristán de la derecha.


lacl, 26 11 2016


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El último testimonio de Unamuno. /

 


Como en todo lugar donde se impone un absolutismo, no hay ninguna idea a debatir... Epidemia de locura es lo que impera... 

Demos gracias a los cielos, pues el azul no predica nacionalismos...

Como dijera el propio Unamuno:

"El nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia."

lacl.


El último testimonio de Unamuno

Y aunque no se lee acá un poema, sino que se deja el testimonio de un gran pensador, no podemos evitar incorporarlo, dadas las amorosas relaciones entre poesía, filosofía, humanismo y autos de fe.
..

 

martes, 26 de noviembre de 2024

Tributo a Henri Matisse



Tributo a Henri Matisse

http://www.youtube.com/watch?v=UwH-eDyWm0k



About This Video (From: sundroid) Matisse (1869 - 1954) used colors like nobody else. Modern commercial art is heavily influenced by the way he constructed his paintings with seemingly simple, yet entirely brilliant, strokes. The soundtrack is "Lyric Waltz" by Dmitri Shostakovich (1906 - 1975).

lunes, 25 de noviembre de 2024

Un manojillo de anotaciones segadas del huerto de la memoria, lacl / Gurdjieff - De Hartmann Vol 07: Derviches Trembleurs, Alain Kremski / Rainer Maria Rilke, Ich lebe mein Leben



 Un manojillo de anotaciones segadas del huerto de la memoria.

 Salud, lacl


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A ella le he cantado,

desde este

no ser siendo

al ser no siendo.

Madre.

 

lacl, una mañana de Septiembre, 2019

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Sea un empleado o un empresario, sea un albañil o un floricultor, todo poeta lleva una doble vida. Bien mirado, toda persona lleva una doble vida. La intimidad conlleva una riqueza que jamás será alcanzada por los lances del humano afuera, esto es, la convivencia. Pero en el poeta se recrecen algunas cualidades como el cambio de piel o mudanza de tesitura espiritual, su clave secreta para viajar hacia atrás o hacia adelante en espacio y tiempo. Un poeta es un hombre que lo siente todo, dijo alguna vez Ungaretti. Y cuando esa cualidad o condición del sentir profundo hace eclosión en la existencia no es obstáculo el hecho de que el poeta tenga que hacer aquello que todo el mundo ha hecho desde que el mundo es mundo: ganarse el pan con el sudor de su frente...

lacl, 18 / 03 / 2019 (tamizado el 25 / 11 / 2024)

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A la cabeza hay que permitirle obrar con el primer fuelle de los pensamientos: el corazón.

lacl, 26 / 12 / 2020


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Albergo la esperanza de que la muchedumbre de los solitarios converse con los cielos y se mire en cada espejo.

lacl, 27 de junio de 2015.

 

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Gurdjieff - De Hartmann Vol 07: Derviches Trembleurs, Alain Kremski  



Rainer Maria Rilke, Ich lebe mein Leben





domingo, 24 de noviembre de 2024

GUARIDA DE LOS POETAS. DESPUÉS DE AUSCHWITZ, ANNE SEXTON. / EL LEGADO DEL SER HUMANO, lacl / GALERÍA DE ORFEO: Heinrich Isaac

 


Anne Sexton, poeta por los cuatro costados...
No sé si Anne catalogaría sus propias palabras como poema, lo cierto es que, fuere lo que fueren, siempre convocará lágrimas incontestables. 
Salud, lacl


DESPUÉS DE AUSCHWITZ, ANNE SEXTON

 

Ira

negra como un garfio

me ataja.

Cada día

cada nazi

agarró, a las ocho de la mañana,

un bebé

y lo cocinó para el desayuno

en su sartén.

Y la muerte observa con ojo casual

y juega con la mugre bajo las uñas.

El hombre es malo

—digo en voz alta.

El hombre es una flor

que se debe incendiar

—digo en voz alta.

El hombre es un pájaro lleno de lodo

—digo en voz alta.

Y la muerte observa con ojo casual

y se rasga el ano.

El hombre con sus dedos milagrosos

y los dedos del pie rosaditos

no es templo

sino letrina

—digo en voz alta.

Que el hombre nunca vuelva a levantar su tacita

de té.

Que el hombre nunca vuelva a escribir un libro.

Que el hombre nunca vuelva a ponerse el zapato.

Que el hombre nunca vuelva a levantar los ojos

en una suave noche de julio.

Nunca. Nunca. Nunca. Nunca. Nunca.

Estas cosas digo en voz alta.

Ruego al Señor que no escuche.


Traducción, Beth Miller


El legado del ser humano, lacl

El legado del ser humano no ha de componerse de furúnculos del espíritu como el que muestra aquella imagen mostrenca de los incansables operarios de Auschwitz, sino de la dimensión simbólica que deviene del trato humano con la belleza y el enigma, que brotan, de suyo, en la inmensurable naturaleza. 

Y que conste que con ello no estamos perdiendo de vista que incluso los artistas y los poetas adolezcan del mismo pathos que suele atacar y seducir a quienes se demuestran ganados a cultivar su “amor” por el poder y las armas, el tipo de personas que impensadamente se prestan al culto de la crueldad o de la inclemencia. 

Pero, al menos, quienes dedican sus horas vitales a la lidia con arte y poesía, hacen de sus vidas, si se quiere, un trazo enaltecedor y no degradante de nuestra propia naturaleza. El enigma de la existencia no les impulsa, por lo general, a pasarle la factura al resto de la humanidad. 

lacl, 26  04  2019

.

Estampa de la indignidad




Y para compensar...

GALERÍA DE ORFEO

Heinrich Isaac




domingo, 3 de noviembre de 2024

Guarda de los poetas: Donald Hall - Ezra Pound. La entrevista. / GUARIDA DE LOS POETAS: Ezra Pound - The Cantos - Canto I, read by the poet. "The Cantos."

 

Donald Hall 

"...Hay ignorancia natural y hay ignorancia artificial.  Yo diría que en el momento actual la ignorancia artificial llega a un ochenta y cinco por ciento..."

Ezra Pound, fue una de sus respuestas a Donald Hall, en la entrevista para el París Review, a principios de los años 60 (la entrevista apareció en el año 62 en la revista). Esa entrevista es una maravilla. La también maravillosa revista Poesía, de Valencia, Estado Carabobo, Venezuela, publicó varios fragmentos hace bastantes años, creo que en su edición número 12.

La entrevista es algo extensa y decantada. Lamentablemente, en la publicación de la revista Poesía dejaron por fuera algunos comentarios que, a mí parecer, es sumamente necesario rescatar; así que voy  transcribiendo algunos de esos fragmentos para publicarlos en el blog próximamente. 

Entre tanto, dejo de entrada esa joya de la IGNORANCIA ARTIFICIAL a que aludía Pound a Donald Hall y con lo cual en cierto modo se anticipaba irónicamente a la INTELIGENCIA ARTIFICIAL, tal y como se la ha ideado la ciber-tecnología y la cual linda más, piensa este servidor, con una manera automatizada del plagio que con un avance que incentive la inteligencia natural y, sobre todo, con un cultivo de aquel pensamiento del corazón por el que clamara James Hillman.

De seguidas, añado parte de lo ya transcrito. Y continuaré, espero, hoy mismo o mañana a más tardar,  completar los otros fragmentos con aclaraciones y declaraciones de Ezra Pound que, a mi juicio, son vitales conocer. 

Salud, lacl

*** *** ***

D. Hall: Yo sé que usted considera que la reforma monetaria es la clave de un buen gobierno. Quisiera saber mediante qué proceso pasó usted de los problemas estéticos a los gubernamentales. ¿Fue la gran guerra, en la que murieron tantos de sus amigos, lo que propició el cambio?

E. Pound. La Gran Guerra vino como una sorpresa y, en verdad, eso de ver a los ingleses -esa gente que nunca había hecho nada- ponerse de pie y librar la guerra, fue algo enormemente impresionante. Pero tan pronto como la guerra terminó volvieron acá a caer en el marasmo y entonces uno se pasó los veinte años siguientes tratando de impedir la segunda Guerra. No puedo decir exactamente dónde empezó mi estudio del gobierno. Creo que el trabajo en New age me ayudó a ver la guerra no como un acontecimiento separado, sino como parte de un sistema una guerra detrás de otra.

D. Hall: Una relación entre la literatura y la política que usted señala en sus escritos me interesa particularmente. En el ABC of reading usted dice que los buenos escritores son aquellos que mantienen la eficacia del lenguaje, y que esa es su función. Usted desliga esta función del partido político ¿Puede un hombre de un mal partido usar el lenguaje eficazmente?

E. Pound: Ese es precisamente el problema. Un cañón es bueno independientemente de quién lo utilice. 

D. Hall: ¿Puede usarse un instrumento ordenado para crear desorden? Supongamos que el buen lenguaje es utilizado para fomentar un mal gobierno. ¿No produce mal lenguaje el mal gobierno?

E. Pound: Sí, pero un mal lenguaje está condenado a producir, además, un mal gobierno, en tanto que un buen lenguaje no está condenado a producir un mal gobierno. Eso, una vez, más es buen Confucio: si las órdenes no son claras no se pueden cumplir. Las leyes de Lloyd George eran tan disparatadas que los abogados nunca sabían lo que querían decir. Y Talleyrand proclamó que el significado de las palabras cambiaba de una conferencia a otra. El medio de comunicación se derrumba, y eso es lo que estamos sufriendo ahora. Estamos soportando la incitación al trabajo en el subconsciente, sin apelar a la razón. Nos repiten una marca de fábrica acompañada de música, una y otra vez, y después nos repiten la misma música, pero sin nombrar la marca de la fábrica, de modo que la música convoque ella sola el nombre de la marca. Eso es un asalto. Sufrimos por la utilización del lenguaje para ocultar el pensamiento e impedir todas las respuestas vitales y directas. Existe el uso definido de la propaganda, del lenguaje forense, sólo para ocultar y confundir.

D. Hall: ¿Dónde terminan la ignorancia y la inocencia y dónde comienza la trapacería?

E. Pound: Hay ignorancia natural y hay ignorancia artificial.  Yo diría que en el momento actual la ignorancia artificial llega a un ochenta y cinco por ciento.

D. Hall:  .¿Qué clase de acción tiene usted esperanza de poder efectuar? 

E. Pound:  La única posibilidad de victoria sobre el lavado cerebral es el derecho de todo hombre a que sus ideas sean juzgadas una a la vez. Nunca se obtendrá claridad mientras existan esas palabras-paquetes, mientras una palabra sea usada por veinticinco personas en veinticinco formas diferentes. Creo que esa es la primera pelea que hay que dar, si es que algún intelectual ha de sobrevivir. 
Cabe dudar de que al alma individual se le haya permitido la supervivencia, en cualquier forma. Ahora tenemos un movimiento budista que lo incluye todo menos a Confucio. Una Circe India de negación y disolución. 
¡Nos enfrentamos a tantos misterios! Existe el problema de la benevolencia, el punto en el que la benevolencia ha dejado de ser operante. Eliot dice que la gente gasta su tiempo tratando de imaginar sistemas tan perfectos que nadie tenga que ser bueno. Muchas de las preguntas que se hacen en ese ensayo de Eliot no pueden eludirse, como por ejemplo la pregunta de si es preciso introducir cambios en la escala de valores dantesca o en la de Chaucer. Y sí así fuera, ¿cuántos cambios? La gente que ha perdido la reverencia ha perdido mucho. Esa fue la causa de mi rompimiento con Tiffany Thayer, todas esas grandes palabras se convierten en clichés. 
Tenemos el misterio de la dispersión, el hecho de que las personas que presumiblemente se entienden entre sí están geográficamente dispersas. Un hombre que encaja en su ambiente como Frost debe considerarse un hombre feliz. 
...
CONTINUARÁ...

P. S. 9 de noviembre, 2024

"...Otra lucha ha sido la lucha por conservar el valor de un carácter local y particular, de una cultura particular en este horrible maelstrom, en este horrible alud hacia la uniformidad. Toda la lucha es por la conservación del alma del individuo. El enemigo es la supresión de la historia; en contra de nosotros están la propaganda desconcertante y el lavado cerebral, el lujo y la violencia..."

Ezra Pound a Donald Hall, en otro segmento de la entrevista de los años 60 para el París Review, entre otras notas que voy a ir agregando al blog...


Ezra Pound 

GUARIDA DE LOS POETAS

Ezra Pound - The Cantos - Canto I, read by the poet. "The Cantos," Pound's epic, opens with Odysseus and his crew setting sail for the Land of the Dead.
Es cortesía del usuario de youtube: MU51CB0X (https://www.youtube.com/user/MU51CB0X)


https://www.youtube.com/watch?v=2fUEYs3TsFA

El destello de Helios , lacl / GALERÍA DE ORFEO.

 



El destello de Helios 

es tan intenso 

que hasta el color 

pierde la razón 

y se doblega. 

Pero mientras más se alza  

el Dios que todo lo ilumina, 

más color cobra el alma 

de quien lo mira 

en las aristas, perfiles 

y rostros de lo creado. 

Cerramos los ojos

para no cegarnos,

pero no olvidamos

que toda iluminación

viene de la oquedad

de lo invisible. 


lacl, 3 de noviembre 2024


*** *** ***

   Galería de orfeo 

Pink Floyd



 El templo del mundo, al decir de Robert Graves: Baraka 




jueves, 31 de octubre de 2024

Guerra y Paz, Hermann Hesse.

 Texto es transcripción

Los humores de Jonathan Swift, lacl. / Henry Purcell, la maravilla de crear.




Los humoristas son seres imprescindibles, Jonathan Swift ha sido calificado algunas veces como  uno de ellos. Ante tanta seriedad humana se hace imprescindible la presencia de estos hombres que, a veces, pareciera que hubieran vivido unas vidas más amargadas que las que representan en aquellas semblanzas por medio de las cuales desnudan nuestro desamparo, ese vivir nuestro a la intemperie.. 
Acaso sea conveniente agregar acá que los textos de Jonathan Swift, como las brevedades citadas acá no parecen ser los textos de un humorista, sino de un gran ironista o satirista, sobre todo el primero de ellos. También convendría agregar que el humor de Swift es un humor enteramente negro...

Salud, lacl

*** *** ***

Es imposible que algo tan natural, tan necesario y tan universal como la muerte haya sido creado por la providencia como un mal para la humanidad. 


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Tenemos bastante religión para hacernos odiar, pero no la suficiente para hacer que nos amemos los unos a los otros. 


*******


¿Cómo es posible esperar que la humanidad haga caso de los consejos, cuando no está dispuesta a hacerlo de los escarmientos?


Jonathan Swift


Más...


"...El fin principal que me propongo en todos mis trabajos es vejar al mundo antes de divertirlo, y si pudiera cumplir este destino sin perjudicar mi propia persona o mi fortuna sería el más infatigable escritor que hayas visto..."


Jonathan Swift, en una carta a Pope.




Henry Purcell, la maravilla de crear.











martes, 29 de octubre de 2024

GUARIDA DE LOS POETAS: RAMOS SUCRE, EL VEJAMEN. /



Bocaccio

***

Otra de las acrisoladas maravillas de Ramón Sucre, tendiendo, como en un juego de cajas chinas o como el divertimento de un músico improvisando fugas y variaciones partiendo de un tema, un relato desde otro relato, o una fábula dentro de otra fábula...
Salud, lacl



RAMOS SUCRE, EL VEJAMEN

 

Yo omití el nombre de la beldad florentina cuando referí el cuento de su perfidia a uno de los donceles del Decamerón. La mujer me había permitido, con tal reserva, celebrar su muestra de ingenio y yo pude contribuir un asunto a la retórica magistral de Bocaccio. Me proponía divulgar el desengaño de un galán presuntuoso.

 

El cuento se difundió velozmente y encontró auditorios alegres y despertó esclarecimientos malignos. De donde nació el rencor del escarnecido y su aspereza con mi reputación.

 

Se acercó a desafiarme en mi propia casa, al cerrar la noche, y fue ahuyentado por el ademán fiero de un autómata apostado en la escalera de entrada y destinado al oficio de pandorga en una fiesta campesina.

 

Esta ocurrencia me dejó libre y yo me vi en el caso de trasmitirla a los fanfarrones y pedantes de la Comedia del Arte. El generoso Bocaccio se había arrepentido de su hilaridad.

 

José Antonio Ramos Sucre, EL CIELO DE ESMALTE (1929)

 






sábado, 26 de octubre de 2024

Esther Meynell y Ana Magdalena Bach, más que una pequeña crónica, lacl /. Glenn Gould. J. S. Bach. El Clave Bien Temperado.

 


Familia Bach...



(Textos en redacción, que iré agregando)

Esto escribí yo hace algunos años:

“…Es uno de los pasajes que más vivamente conservo en el memorial de mis lecturas. Me refiero a aquel pasaje en que Ana Magdalena hace recuerdo del milagro de la música perdida, aquella epifanía de la creación que por las tardes Johann Sebastian, sentado ante el templo del órgano, regalaba a los cuatro vientos, en fugas, contrapuntos, cadencias y armonías. Milagro que nacía del matrimonio del alma con el redentor fuego del firmamento que baja de los cielos. Una música maravillosa que sólo se escucharía una vez en la vida y a la que servirían de cofres los aires y oídos de unos cuantos escuchas, puesto que era el arte del improvisar. He allí, creo, una de las claves de ese libro humilde y prodigioso. El arte regalado sin afanes de registro, ni culto a la posteridad. Siempre he albergado la intuición de que allí ha de haberse consumado una especie de misticismo dionisíaco, sin contradicción aparente para con las creencias religiosas. Todo músico (acaso todo poeta, todo artista) ha de contar con su Apolo y su Dionisio…”

Todo ello lo relata Esther Meynell en un libro magnífico, escrito en forma de memorias, un género literario de ficción, pero que no puede ser catalogado estrictamente como novela, sino como la ficción de una memoria. La primera vez que leí estas “memorias”, lo confieso, quedé arrobado y cuasi enamorado de esa mujer que narraba con tan atinada emoción sus años de convivencia con ese ángel encarnado en la persona de un humilde músico llamado Johann Sebastian. Años después, me tocó descubrir que lo que mucha gente tomaba (yo entre ellos) y sigue tomando como las revelaciones y desahogos de una esposa amorosa, no eran sino el fruto creativo de una escritora llamada Esther Meynell. Siempre me llamó poderosamente la atención el tono juvenil de estos amorosos recuerdos. Habla una mujer que, según el relato, sin haber cumplido aún los sesenta años, se considera ya una anciana, pero habla o, mejor, escribe con una lozanía que sólo hace pensar en una tensión amorosa perpetua o eternamente renovada, como si el amor más profundo y entregado pudiera contar con la virtud de reverdecer la vida en cuerpo y alma de quien lo goza y hasta, pudiéramos decir, lo padece, algo que para nada nos luce desatinado.

La señora Meynell era inglesa y escribió esta Pequeña crónica de Ana Magdalena Bach en su lengua madre. La confusión con respecto a la autoría de este hermoso libro corresponde por entero al editor de la novela, quien al lograr su traducción al alemán y su posterior publicación en la republica germana, le propuso a la autora “omitir” su nombre y publicar el libro simplemente como “La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”, propuesta con la que estuvo de acuerdo la señora Meynell; ello ha de haberlo planteado el editor con el objeto de lograr una mejor colocación del texto, pues mucha gente, como efectivamente ocurrió, tomaría estas memorias como las verdaderas confesiones de Ana Magdalena y sus años al lado del maestro Turingia.

Por mi parte debo decir que, más allá de la crítica que ha calificado a estas memorias como un desafío romántico, a este libro lo he tomado siempre como un intento de permitir que sea la propia música, el arte y milagro creador de un hombre llamado Johann Sebastian, los que gobernaran las peripecias de lo narrado.

Cuando, por poner un ejemplo, uno se detiene en alguno de los filmes de Tarkovski, en los que la música de Bach pasa a ser parte principalísima de un acontecimiento que no se puede narrar si no es desde el sentir, percibe acaso que hay un personaje más en el aire, en la memoria, en el alma y, de pronto, se haya sumido en un cuasi indescriptible acto de anagnórisis (reconocimiento).

Es el arte del sentir profundo, no sólo el arte de la mera técnica, el que toma la palabra y cobra cuerpo en el alma. La técnica es otro instrumento. Sin técnica, dedicación y trabajo continuo no se puede aspirar a una elevación que ande en busca de la perfección, ello, si se entiende que en toda vida la búsqueda de perfección será siempre una continua e inconclusa aspiración. Por mi parte, puedo decir que, con Esther Meynell, yo no dudo que cualquier escucha, no sólo Ana Magdalena, que haya podido contar con la fortuna de estar en los alrededores del templo en el que Johan Sebastian improvisara sus fugas, contrapuntos y corales en el órgano, haya sentido el ingobernable anhelo de volar entre las nubes, aún con la visión nublada por las lágrimas.  

Salud, lacl

   


Esther Meynell

***

Glenn Gould. J. S. Bach. El Clave Bien Temperado.

Copiar y pegar en el buscador este enlace para escuchar y disfrutar de esta maravilla...

https://youtu.be/au7QkVg61VM?si=62_X4IFcKHFyyDvC



viernes, 25 de octubre de 2024

ASALTO, lacl

 




ASALTO


El sol se asoma 

por una rendija 

de la ventana;

se incrusta 

en la franja blanca

de la sábana,

y de allí sube y perfora, 

como un escalpelo, 

mi retina;

incendia, 

pinta de blanco 

mi pensamiento.


lacl, amanecer, 25 de octubre, 2024

jueves, 24 de octubre de 2024

BASAVANNA - Poetas Vacana, nueva selección, lacl. / Devi prayer

 



En publicaciones anteriores hemos reseñado estos cantos; dejamos acá una nueva selección de los poetas vacana.
Esta edición se la dedicamos a Basava o Basavanna, siglo XII, quién aparte de poeta fue un reformador social y religioso, qur abogó por una eliminación del sistema de castas.

De Basavanna se dice que poco es lo que se ha conservado de su obra y que muchos de los textos a él atribuidos fueron escritos en fecha posterior, siguiendo sus enseñanzas. Sin embargo, podremos reconocer unidad de criterio y sentir entre los poemas a él atribuidos. 
Por el momento reproducimos unos  cuatro poemas; luego agregaremos unos cuantos más.
Salud,
lacl
***


Sumé día a día 

un dígito de luz 

como la luna.

El mundo-pitón

el omnívoro Rahu,

me ha devorado.

 

Hoy mi cuerpo está en eclipse. 

¿Cuándo es la liberación, 

oh Señor de los ríos encontrados?


*******


Mira el mundo, en un henchirse 

de olas se bate contra mi rostro.  


¿Por qué habría de alzarse a mi corazón, dime. 

Oh, dime, ¿por qué ahora 

se alza a mi garganta? 

Señor,

¿'cómo puedo decirte nada 

cuando ya se ha alzado muy alto sobre mi cabeza?

Señor, señor, 

escucha mi llanto

Oh Señor de los ríos encontrados 

escucha. 


*******


El amo de la casa, ¿está o no está?

Hierbajos en el umbral, 

polvo en la casa: 

El amo de la casa, ¿está o no está?

Mentiras en el cuerpo, 

lujuria en el corazón,

no, el dueño de la casa no está, 

nuestro Señor de los Ríos Encontrados. 


*******


No importa durante cuánto tiempo 

se sumerja una roca en el agua: 

¿Se ablandará alguna vez? 


¿Importa cuánto tiempo 

he dedicado al rezo,

si mi corazón es inconstante?


Fútil como un espectro, 

hago guardia junto al oro invisible 


Oh Señor de los Ríos Encontrados



BASAVANNA. 

Poeta Vacana, India. (Siglo XII)


Devi prayer

Para disfrutar de esta belleza de música y meditación, copiar y pegar en el ordenador.


https://youtu.be/uOuIgTSyVIk?si=xZ0JVAJdVhtijqtQ


domingo, 20 de octubre de 2024

La quiebra y el fragmento, lacl. / Canta Simone Kermes Compuso Pergolesi - Lieto cosi talvolta

 



La quiebra y el fragmento parecen ser los signos más patentes de nuestro paso como estirpe que convive y avanza bajo este manto de estrellas.

El ser humano se las ingenia y crea. 

Luego grita: ¡Eureka!, para, ipso facto, darse cuenta de que su avance ha sido un paso en falso o que su avance cobra significación en una galería de fantasías desahuciadas, una suerte de sala de trastos y juegos echados al olvido por un niño que busca nuevos motivos de satisfacción. 

El fragmento, en cambio, como representante leal de lo inacabado y del despedazado ser que somos, se colma de nobleza y cobra vida (casi que se viste de ella) cuando acepta y reconoce su exigua condición.

Fracasar es parte de esa condición, pero es una condición que no le duele, pues se integra a algo que palpita más allá de la membrana celeste.


lacl, Anotaciones Android, al entrar la hora del pulmón, 20 de octubre de 2024.

*** *** ***


Y acaso esa sea una de las razones por las que mi fuero interior otorga tanta preeminencia a la escritura fragmentaria, el esbozo, la parte, el hilo cortado y luego retomado. Y, por supuesto, el adagio, la sentencia, el apotegma. 


lacl, 

Anotaciones Android, a la hora del burro y bajo un palo de agua, 20 de octubre de 2024


Canta Simone Kermes 

Compuso Pergolesi - Lieto cosi talvolta 

Últimamente no dispongo de muchas herramientas para colocar acá las imágenes y/o trabajos audiovisuales o musicales, tal como ha sido nuestra costumbre por años. Mientras resolvemos esos pequeños escollos, colocamos acá los enlaces de la belleza, para quien quiera escuchar, basta con copiar el enlace de abajo y colocarlo en la red YouTube para escucharlo y disfrutarlo. Que pocas cosas pueden ser tanto o más bellas que esta Aria de Pergolesi, tan divinamente cantada ... Salud, lacl 


https://youtu.be/J2eKuBz9-L8?si=sEY7GqyTAsSlrl0s




sábado, 12 de octubre de 2024

Antonio Lauro - Manuel Alfredo Rodríguez: Misterio de Navidad, un retablo de nuestra memoria. lacl.



Este Misterio de Navidad es un hermoso y emotivo regalo que recibo de manos de mi prima Natalia. La música es de nuestro tío Antonio y la letra de Manuel Alfredo Rodríguez. Ojalá y pudieran hacerse todos los registros a lugar de una ingente suma de composiciones de nuestro terruño, las cuales esperan salir a la luz y a la escucha. No he escuchado esta versión en el más deseable de los dispositivos disponibles para ello. Lo he escuchado en el móvil. Luego le escuché incorporando unos buenos parlantes a este aparatito. Volveré a hacerlo con más detenimiento.

Sin embargo, algo me queda de esta escucha. Y es que musicalmente es una pieza que capto como modernamente incidental, tanto en la introducción como en su desarrollo; ello, hasta el momento en que irrumpen las maracas y se abre un villancico, El Ángel tuvo razón, con el aire típico de nuestras melodías vernáculas, caracterizadas por ese sentimiento desbordado que suele asomar en nuestras voces de manera espontánea. Mi madre siempre decía que era uno de los más bellos villancicos que haya escuchado. Y desde que tuve uso de gusto y razón, siempre le he acompañado en ese juicio. A ese ángel que tuvo razón lo escuchamos desde muy chicos y llegamos a cantarle innumerables veces en nuestras parrandas navideñas, en las que afloraban los cantos tradicionales de aguinaldos y villancicos alternando con otros aires, como el de la fulía oriental o el de la gaita zuliana. En fin, les dejo este enlace en ofrenda, con la alegría de saber que se están rescatando esas composiciones musicales del repertorio de quienes dedicaron sus vidas a componerle una melodía al alma del colectivo...

Salud, lacl. 

Dejo aquí el enlace:

https://youtu.be/t9xV0hu6Bl8?si=i1uNy7fbUZRAY43z








martes, 8 de octubre de 2024

MARK TWAIN, LA MAS HILARANTE DE LAS AUTOBIOGRAFÍAS...

 



Pocas veces me he reído con tanto disfrute como cuando leyera esta sincera y descarnada autobiografía. Y debo volver, de cuando en cuando, a estas páginas. Este hombre, dicho sea de paso, no tiene ningún pudor en revelar la trastrocada alcurnia de sus ancestros. Y en ello opera de manera muy distinta a quienes, en el campo de la ética, arrojan la piedra y esconden la mano. Lo vemos a diario en nuestra plaza. Y lo vemos, a diario, en todas las plazas del mundo
Salud, lacl.

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MARK TWAIN, AUTOBIOGRAFÍA


Dos o tres personas me escribieron en diferentes ocasiones diciéndome que si yo publicaba mi autobiografía tal vez la leerían cuando sus ocupaciones se lo permitieran. En vista de este interés frenético, creo que debo acceder a las demandas del público.

Aquí está, entonces, mi autobiografía:

  Soy de ascendencia ilustre, mi familia tiene una trayectoria de una antigüedad incalculable. El primero de los Twain que recuerda la historia no fue un Twain, sino un amigo de la familia, apellidado Higgins. Esto ocurría en el siglo XI, y nuestros antepasados vivían entonces en Aberdeen, condado de Cork, Inglaterra. Hasta hoy no hemos podido averiguar la causa misteriosa de que nuestra familia llevara el nombre materno de Twain, en vez del paterno de Higgins.

  Tenemos ciertas razones domésticas muy poderosas para no haber continuado con la investigación de ese enigma histórico. En algunos casos, los Twain adoptaron algunos alias, y siempre lo hicieron para evitar trastornos enojosos con funcionarios y policías. Pero, volviendo al asunto Higgins, si mis lectores tienen una curiosidad muy intensa, dense por satisfechos con saber que el misterio se redujo a un incidente vago y romántico. ¿Qué familia antigua y de linaje no conserva el perfume de esas sombras poéticas sobre su paternidad y filiación?

Al primero, siguió Arturo Twain, cuyo nombre fue famoso en las crónicas de las encrucijadas inglesas.

Arturo tendría treinta años cuando se dirigió a una de las playas más aristocráticas de Inglaterra, llamada vulgarmente presidio de Newgate, y muchas personas presenciaron su repentina muerte en ese lugar de recreo.

Su descendiente, Augusto Twain, estaba de moda allá por el año 1160.

Este Twain era un humorista extraordinario. Tenía en su poder un viejo sable del mejor acero conocido en estos tiempos. Augusto Twain afilaba muy bien la brillante hoja de su sable y se ubicaba en un lugar conveniente del bosque a saludar a los caminantes. A medida que pasaban, Augusto los ensartaba con su sable sólo por el placer de ver cómo saltaban, porque como ya dije, era muy original en sus diversiones.

Parece que por la perfección artística de su obra, llamó la atención pública más allá de lo conveniente.

Algunas autoridades que estaban en el tema y habían tenido conocimiento de los rasgos humorísticos de Augusto, lo espiaron por la noche y de apropiaron de su persona en el preciso momento en que llevaba adelante una de sus bromas. Los representantes de esas autoridades recibieron la orden de separar la extremidad superior de Augusto, y llevarla a un lugar elevado en Temple Bar. Todo el vecindario se congregaba diariamente para ver aquella parte de la persona de Augusto Twain, que nunca antes había ocupado un lugar tan eminente.

Durante los doscientos años que siguieron, es decir, hasta el siglo XIV, la familia fue enaltecida por las proezas de muchos héroes, a los que les tocó en suerte – de otro modo habrían muerto en la oscuridad –, seguir el camino victorioso de los ejércitos, cubriendo siempre la retirada y ser los primeros en abrir la marcha cuando se daba la orden de regresar a los cuarteles después de la batalla. Se engañaba Froissart al asegurar que el árbol genealógico de nuestra familia sólo tenía dos ramas en ángulo recto con el tronco, y que se distinguía de otros árboles en que daba frutos durante todo el año. Esa es una calumnia y una tontería del viejo cronista.

Llegamos al siglo XV. En esa época floreció Twain el Hermoso, también llamado el Letrado o El de la Plumade Oro. Tenía una habilidad insuperable para imitar la letra y la firma de todos los mercaderes de aquel país. La gente caía muerta de risa al ver cómo sacaba ganancia de ese don en el que alcanzó una completa perfección.

No se podía pedir más.

Desgraciadamente, parece que, a causa de una de esas firmas, mi antepasado se comprometió a servir de picapedrero en una carretera durante un largo período de  años, y que la rudeza del trabajo le echó a perder la mano para una obra delicada como era la de su práctica caligráfica.

De vez en cuando, dejaba el penoso trabajo de la carretera, pero poco tiempo después volvía a engancharse por algunos años, y así estuvo, con breves interrupciones, cerca de medio siglo, mejorando las vías de comunicación y empeorando sus ya debilitadas facultades para el manejo de la pluma.

  Todo tiene compensaciones. Tal erar la satisfacción de los capataces de la carretera, que en los últimos años mi glorioso antepasado no se alejaba más de una semana del lugar de sus tareas, y los representantes de la autoridad lo convencían muy fácilmente para que volviese al servicio público.

  Así murió, honrado y llorado por todos. Perteneció a la Orden de la Cadena. Llevaba siempre el cabello muy corto, y demostraba un gusto especial por la ropa de tela con rayas. Casi nunca usaba otra, y el Gobierno se la proporcionaba gratuitamente. He dicho que la patria lloró la muerte de mi antepasado, sin duda a causa de sus servicios; pero más que nada por la periodicidad que adquirió en el trabajo de las carreteras.

  Pasados ciertos años, nuestra familia se ilustró con el glorioso nombre de Juan Morgan Twain. Vino a los Estados  Unidos en compañía de Colón, aunque como simple pasajero de su carabela.

  Parece que mi antecesor era un hombre de cáscara amarga. Durante la travesía no dejó de quejarse al patrón del buque, por la mala comida, y amenazaba con quedarse en la playa si no mejoraba el servicio.

Insistía sobre todo en que se le diera róbalo fresco, aunque no hay en los mares de América. Andaba siempre en cubierta, con las manos en los bolsillos del pantalón, y cuando pasaba junto a don Cristóbal, se reía groseramente en su cara. Decía mil horrores contra él en los grupos de pasajeros y tripulantes. Entre otras cosas, aseguraba que Colón no tenía la menor idea sobre América, y que había emprendido el camino a ciegas,

puesto que aquel era su primer viaje al Nuevo Mundo. Cuando uno de los marineros gritó: “Tierra” todos se conmovieron. Sólo él permaneció indiferente. Contempló la mancha gris con un vidrio ahumado, – que, según ciertos cronistas era un pedazo de botella –, y exclamó con desdén: “No hay tierra. ¡Que me cuelguen si lo que vemos no es una balsa de indios americanos!”.

  Al embarcarse, no traía más que un envoltorio de periódico, en el que había un pañuelo, una media de lana, una de algodón, un camisón y no sé qué otro objeto. Cada pieza tenía iniciales diferentes. Sin embargo, durante el viaje inventó la novela de su baúl y no cesaba de hablar de su baúl.

  Todos los pasajeros juntos desaparecían y quedaban anulados cuando se presentaba mi antepasado en la cubierta. Si el buque hundía la proa, mi bisabuelo llamaba a los marineros para que llevaran su baúl a popa y se colocaba en el lugar conveniente con el fin de ver lo que estaba sucediendo. Si se sumergía la popa, al instante mi célebre antepasado buscaba a Colón para sugerirle la maniobra indicada, y ofrecía su baúl. Lui

  ¿Quieren saber qué contenía ese baúl? Les responderé en pocas palabras que mi antepasado era un hombre extraordinario. Consulten el Diario de Colón, y verán lo que dice el Almirante de las Indias. No acusa a mi antepasado. No hace una indicación que, aunque disimuladamente, sugiera la idea de una conducta incorrecta.

Colón se limita a afirmar que aquel periódico y aquellos pares de medias se convirtieron durante el viaje en un gran cargamento. Ya no se hablaba de un baúl, sino de los baúles del Sr. Twain. Eran tantos, que no entraban en la bodega, y estaban sobre cubierta. Los marineros no podían hacer la maniobra ni oír las órdenes, por la acumulación de los objetos que formaban la propiedad exclusiva e indiscutible de mi bisabuelo.

Al desembarcar, mi antepasado entregó a los cargadores de América cuatro grandes baúles y cuatro cestas de mimbre, dos de ellas eran las que contenían el champán con que fue celebrado el descubrimiento. Mi

antepasado volvió a bordo y le reclamó a Colón, exigiéndole que detuviera a los otros pasajeros, ya que sospechaba que le habían robado. Hubo un alboroto en la carabela, y Morgan Twain fue echado de cabeza al agua.

  Todos se asomaron a la borda para ver su agonía; pero, a pesar de que permanecieron largo rato con los ojos clavados en la superficie del mar, no aparecieron ni las burbujas indicadoras de la muerte del célebre viajero. El interés crecía de momento a momento, en presencia de aquel acontecimiento tan extraordinario.

  En esto se observó que la carabela iba a merced de las olas porque el cable del ancla de proa flotaba sobre el agua. La desesperación fue general y profunda. Si se consultan los papeles de Colón, se encontrará esta curiosa nota: 

"E Descubrióse que el pasagero ynglés se había apoderado del ancla, e vendióla por cierto oro e otras cosas de la tierra a los dichos salvajes, e decíales quera un amuleto”.


Sin embargo, sería imposible negar los buenos instintos de mi antepasado. Él fue el primero que trabajó por la disciplina y superación de los habitantes de América, pues construyó una gran cárcel y puso enfrente una horca. Aunque la crónica de donde sacamos estas noticias deja en blanco muchos hechos de mi ilustre antepasado, cuenta que un día, al ir a ver el funcionamiento de la horca, por un accidente voluntario de parte de los indígenas, Twain quedó colgado de ella. A él le corresponde, por lo tanto, el honor de haber sido el primer blanco que mecieron las brisas americanas, con el cuello amarrado al extremo inferior de una cuerda europea. La cuerda, al parecer, le causó lesiones en el cuello, y el primer Twain de América falleció a los pocos instantes de colgado.

  Dije que Morgan Twain fue mi bisabuelo; pero debe entenderse esto en sentido figurado. Uno de los descendientes de aquel malogrado precursor, floreció en mil seiscientos y tantos. Se le conocía en muchos países con el nombre de Almirante. La historia lo menciona y le atribuye otros títulos de los que hablaremos en su oportunidad. Comandaba embarcaciones muy rápidas. La velocidad era parte esencial para el negocio de las flotas de aquel antepasado. También se preocupaba mucho por llevarlas bien provistas y armadas con muchos cañones, carabinas y armas de abordaje.

  Prestó grandes servicios para hacer más activo el comercio marítimo. En efecto, cuando mi antepasado llevaba cierto rumbo, los navíos que iban delante desplegaban todas sus velas para cruzar el Océano. Si alguna embarcación se atrasaba y por alguna de las tantas causas que mi antepasado no tenía bien en claro, quedaba cerca de las flotas del Almirante, este sufría un acceso de violencia y castigaba al buque que se había retrasado llevándolo con él. Al tranquilizarse, conservaba el navío, con su tripulación y cargamento, en espera de los armadores y de los destinatarios de la mercancía; pero estos hombres eran tan indolentes, que no iban a reclamar los bienes de su legítima propiedad, y mi antepasado tenía que apropiárselos para que no se perdieran. A veces los tripulantes de los navíos eran tan perezosos, que el Almirante les recetaba baños de mar, y los marineros que tomaban esos baños gustaban mucho de ellos. Pocas veces volvía a pisar la cubierta después de comenzar el higiénico chapuzón.

  Un acontecimiento desgraciado cortó la carrera del Almirante. Su viuda creía que si en vez de la carrera de su esposo se hubiera cortado la cuerda de que se le suspendió, no habría muerto aquel hombre en plena madurez y en pleno triunfo. Estos le valieron que la historia le designase con el nombre de pirata.

Carlos Enrique Twain vivió a fines del siglo XVII. Era un misionero tan celoso en el cumplimiento de sus deberes, como grande por el poder que alcanzaron sus habilidades. Convirtió a 16.000 naturales de las islas del Pacífico. Tenía tal conocimiento de los textos sagrados, que convenció a aquellos infelice paganos de la insuficiencia de un callar de dientes de perro y unos anteojos para cubrir la desnudez del cuerpo durante las ceremonias del culto divino. Sus feligreses le querían tanto y tanto le apreciaron que, cuando murió, se chupaban los dedos y decían que aquel era el más delicioso de los misioneros. Hubieran querido otros como él para repetir el banquete fúnebre. Pero no todos los días nacen misioneros que dejen un sabor tan agradable en los paladares del trópico.

La segunda mitad del siglo XVIII tuvo por gloria y esplendor la vida del más intrépido de los Twain. Era nombrado entre sus compatriotas – los pieles rojas – con un nombre revelador: se lo llamaba el Gran Cazador de Ojo de Cerdo (Pagago–Pagagua–Puquequivi) y fue quien prestó sus servicios a Inglaterra contra el tirano Washington. Este guerrero indio, antepasado mío, fuel el que disparó diecisiete veces contra el mencionado

Washington, ocultándose en el tronco de un árbol. Es exacto, por lo tanto, el relato poético que hacen los libros escolares; pero estos engañan al público cuando afirman que después del disparo número diecisiete de su mosquetón, el guerrero dijo: “El Gran Espíritu reserva a este hombre para una importante misión”, y que ya no se atrevió a seguir disparando. Lo que dijo fue: “Yo no pierdo mi pólvora y mis balas. Ese hombre está, borracho, y no puedo hacer blanco”. Tal es la verdad histórica. ¿No les parece que debemos preferir los relatos que nos recomienda el sentido común y que tienen el tono y el aroma de la posibilidad?

  A mí me gustaban mucho las anécdotas de indios, en los libros escolares; pero no vamos a creer que por el simple hecho de errarle dos tiros a un blanco, todo indio va a creer que el soldado había escapado sano y salvo porque está predestinado por el Gran Espíritu para una misión futura. Y si alguien me dice que fueron diecisiete los disparos contra Washington, yo contestaré que en un siglo la historia convierte dos tiros en diecisiete y aun en diecisiete mil. Sería curioso que de todos los indios videntes, sólo acertase el de Washington, si no en los tiros, en la predicción. No habría suficientes libros para consignar predicciones que han hecho los indios y otras personas graduadas en la misma facultad; es decir, las predicciones que no se cumplieron.

Ahora, si tomamos las que se cumplieron, yo podría llevarlas a todas en los bolsillos de mi abrigo, y me sobrarían bolsillos. Debo advertir de paso, que muchos de mis antepasados fueron muy conocidos por sus apodos. Como la historia los ha hecho famosos, creo que no vale la pena extenderse en este punto de la vida terrenal de nuestra familia. ¿Quién no sabe que fueron miembros de ella el famoso pirata Kidd; Jack, el Destripador, y aquel incomparable Barón de Münchhausen, gloria de las letras? Tampoco mencionaré a los parientes lejanos, y hablando de ellos globalmente, diré solamente que se distinguieron de la rama principal en un rasgo curioso. Efectivamente, los Twain murieron colgados; los otros murieron en sus camas, de muerte natural, lamentados por los compañeros de presidio.

  Yo aconsejo a todos los que escriban autobiografías que se detengan al borde de los tiempos modernos. Así, alcanza con una mención vaga y general del bisabuelo. De allí se salta al autobiografiado.

Siguiendo este consejo diré que yo nací completamente privado de dientes. En esto me superó Ricardo III; pero no nací con joroba, y en esto, le gané yo. Mis padres no fueron excesivamente pobres ni llamativamente honrados.

Al llegar a este punto, me invade un pensamiento. ¿Escribiré una autobiografía que parecería descolorida, comparada con la de mis antiguos antepasados? Es de personas sabias cambiar de opinión, y después de haberlo pensado bien, creo que mi vida no merecerá escribirse sino cuando me hayan llevado a la horca. ¡Qué feliz sería el público si las biografías de otros hombres se hubieran limitado a hablar de sus antepasados, aguardando el acontecimiento al que estoy haciendo mención!