Arte y poesía: vigencia de toda expresión lúdica, gesto o acto non servil en tiempos tan obscuros como los actuales. Disertaciones sobre el culto añejo de ciertos antagonismos: individuo vs estado, ocio y contemplación vs labor de androides, dinero vs riqueza. Ensayos de libre tema, sección sobre ars poética, un muestrario de literatura universal y una selección poética del editor. Luis Alejandro Contreras Loynaz.
Si en Venezuela estilamos ser toderos, ese envite de torear la vida en cuanta empresa se nos plante ante la vista, yo debo decir que he sido -y acaso aún soy- un fervoroso nadero, suerte de lance para nadar en las enaguas de la susodicha. Pues en lugar de ser un profesional en todo, he sido un amateur en nadas; en el más feliz de los casos, un entendedor, siempre a la chista callando. Las naderías suelen causar gran fascinación sobre las almas distraídas, entre las que me incluyo, y no sé que hado les haya legado su encanto a las primeras. Y, aunque cursé más de cien créditos en la Escuela de Letras de la UCV, nunca me mortificó el comprobar que ese sistema de jerarquías con que el hombre gusta de mortificarse la carne, también hubiese ganado espacios en ese querido recinto y que, en virtud de ello, hubiese materias que disfrutaban de cierta prelación sobre otras. Iba por puro gusto. Nada hay como explayarse. El resto es aburrido y desmesuradamente empalagoso. Por otra parte, ¿quién no tuvo, alguna vez, que pasar por el trance de mancillarse las manos al hacer algún oficio? Pocos, muy pocos.
Así llamo a ese cuaderno porque en la carátula muestra el detalle ampliado de un mapamundi y porque en él se han pergeñado muchos rasguños que luego han partido en peregrinaje a otros cuadernos. Allí se escribieron algunas de las glosas o aforismos que luego fueron a parar en contracorrientes (sentencias en incertidumbre), un conato de poema que “debía” o “tenía” que haberse escrito en la agenda telefónica que resultó ser la matriz de Cuadernario, lo que no pudo hacerse dada la temporal desaparición de mi agendita, alguno que otro sueño y otras glosas del tono y talante de las que integran contracorrientes, pero posteriores a su publicación. Lo traigo a colación por razones fundamentalmente emotivas. Porque el pasado y la memoria libran un juego que nunca deja de sorprendernos. Uno nunca recuerda cabalmente (al menos yo) todo aquello memoroso y sensitivo de lo que ha dejado constancia de su vida pasada, su vida vivida, por medio de la escritura o la anotación. Y al revisar el cuaderno del geógrafo me he topado con un texto íntimamente relacionado con una apostilla escrita en la última entrega de febrero de 2009 en este blog. Me han impresionado dos cosas: el olvido en que se había sumido la existencia de ese “aire” escrito el 25 de febrero de 2007 y la exactitud de lo referido en mi glosa del pasado febrero respecto a lo acaecido aquella noche. Acaso sea una tontería que no guarde importancia para nadie más que para mí, pero la reproduzco igualmente porque de lo individual suele surgir espejo de lo anónimo y grupal. Añadiré algunas apostillas escritas en los días subsiguientes a la referida nota y una de más reciente data. Salud, lacl * * * * * (Febrero 25, 2007) Me encontré esta noche con Federico Cisneros, ese venerable anciano que es mi segundo padre, me ha dicho una frase cargada de humildad: “tengo tu libro por un devocionario y a él voy todas las noches”. ¡Me conmovieron tanto sus palabras! Que vinieran de él, de quien no he hecho más que recibir… Y que haya rescatado del desván de la memoria palabra tan sugestiva e insinuante, devocionario, para ventilarla de sentido… * * * * * (Febrero 26, 2007) Siempre me ha impresionado lo precisos que, en ocasiones, llegan a ser los sueños. Me refiero especialmente a aquellos que vienen a visitarnos con vestimenta de legado, aquellos que se aparecen en medio de la noche para dictarnos una ofrenda, como una tela en la que las imágenes vienen cosidas a las palabras. Digo que son regalo, incluso aquellos que vienen a increparnos con carácter de mandato o ultimátum, pues llegan momentos en que nuestra muda naturaleza se hastía de los yerros a que sometemos nuestra mortal humanidad. Calderón de la Barca dijo que la vida es sueño. Y lo dijo de la manera, a un tiempo mismo, más hermosa y estremecedora que quepa imaginar: escribiendo un extenso y medido poema para ser llevado a escena… * * * * * (Febrero 27, 2007) Escribir una coma, una palabra, una frase, tres líneas, es un acto que conlleva o supone una responsabilidad. Podarle una coma a tales líneas para, luego, volver a transplantarla es un acto de responsabilidad. Proponer una doble puntuación dentro del discurso es una propuesta de responsabilidad. Delinear una ficción es, también, un caso legítimo de responsabilidad emplazada. En ocasiones, un poema se nos presenta con la vestimenta de la ficción, y no por ello viene exento de responsabilidad. Suele pensarse que es en las memorias, en las confesiones o, quizás, en la desusada carta de íntimo y amoroso tono en donde los seres humanos volcamos toda la honestidad de que podemos ser recipiente, pero ello no siempre resulta ser tan cierto. En una novela, en unas memorias, ¿qué es real, qué es ficción? Juan Ramón Jiménez se decía: he soñado mi vida y he vivido mi sueño. Un adagio puede llegar a ser tan iluminador, tan combinado de sentidos y cargado de responsabilidad como el más voluminoso tratado filosófico sobre ética o metafísica y estoy seguro de que todo filósofo que persiga a sensatez acordará conmigo en ello, pues no va en desmedro de las virtudes de filosofía. * * * * * (Marzo 02, 2007) Vivimos en el útero * * * * * Y una anotación más reciente, escrita en ese mismo cuaderno del geógrafo, el cual no tiene, como se habrá conjeturado, otra misión que la de servir de bitácora informal…
(Marzo 24, 2009) Hay un tiempo interior en las aguas abisales e insondables de la psique. A veces, le prefiguramos o presentimos como el reposado cuerpo de las aguas de un estanque o como el mar profundo o como la vertiente de un lento y rumoroso río. A mí me gusta llamarle tempo, acompasado fluir que no se mueve. Todos le tenemos y él a todos nos tiene, le vivimos, nos vive. Pero a muchos de nosotros -quizás a demasiados- se nos va la vida sin cruzarle una palabra o enviarle una misiva, como si se tratara de un vecino al que, por décadas, diariamente otro se encuentra por calles y pasillos, sin que ni a uno ni a otro les mortifique el dardo de la curiosidad. Jamás llegarán a conocerse. En el fragor de la enceguecida y depauperada épica de la modernidad el tiempo ha sido aherrojado a una roca, para representar el suplicio de un redivivo y encadenado Prometeo. . Fotos: las imágenes de arriba fueron tomadas por el cariño traidor. Las incluyo ahora porque me cansé de colocar siempre mi sombra… El resto de las imágenes sobre el tiempo han sido tomadas de la red, a excepción de la de Vishnu y su esposa Lakshmi, descansando sobre la serpiente de mil cabezas, en un parentesis entre sus creaciones, la cual proviene del maravilloso libro "El hombre y el tiempo" de J. B. Priestley, del que me hice hace muchos años...
Galería de imágenes: Espiral del tiempo.
J. S. Bach - Glenn Gould
Bach, Fugue in E-flat major & Cantata "Widerstehe doch der Sünde"
Pat Metheny - Are you going with me
Lamentablemente retiraron de la red el hermoso video de un viaje por carretera que acompañaba a esta hermosa composición de Pat Metheny
Me consigo, en un vetusto cuaderno, un texto de principios de los años 80, cuando era cometa de órbita impuntual (o puntualmente imperfecta) de la UCV y de la Escuela de Letras. Amén de viejos escritos, está plagado de garabatos y páginas que, a modo de cartel, exhibían palabras como UCV, EL PARAISO, EL SILENCIO, EL CAFETAL. Eran los años en que uno podía llegar al Machu Pichu pidiendo una colita o aventón levantando el pulgar o, más prácticamente, mostrando en un cartel el lugar de su destino. Acoto que ese cuaderno vive conmigo desde los setenta. Amo mis viejos cuadernos, son mi familia secreta. Por cierto que llevo acaso más de un lustro (creo que esperanzadamente me engaño, acaso ya sean dos) rogando que aparezca uno de mis cuadernos, aquel en el que llevaba escrito -entre otras cosas- un ensayo sobre Walt Whitman o, más apropiadamente, sobre su singular poética del aire, pero nada que aparece, es como un hijo perdido del que no se tiene nunca más noticia alguna... Claro que he pensado, una y mil veces, que podría volver a escribirlo, que en líneas generales, no sería muy distinto hoy de lo que fue ayer, pero nunca he querido ser infiel a lo que he sido. Por ello me he abstenido de reescribirlo. Pero como hay temas en la vida personal que nos resultan perentorios para seguir subsistiendo, me temo que, en algún momento, acabaré por reescribir mis impresiones sobre las líneas magníficas que a manera de prólogo a sus Hojas de hierba, nos legara el viejo Walt sobre poesía y humanidad. Bien. Excusándome por tal divagación, me remito ahora a reproducir el inédito capricho del que hablaba al principio... Más abajo he colocado varios videos, que uno puede localizar en youtube, de filmes que considero clásicos, aunque también he agregado algunos documentos que, muy lejos de ser “clásicos” del séptimo arte, los considero apropiados como puntos de apoyo a las obras que se incluyen, tales como algún discurso de ese descaminado de la humanidad que fue Adolfo Hitler (quien en su momento representó el sentir de muchedumbres o, por mejor decir, representó la locura que -de tiempo en tiempo- logra enquistarse en nuestros corazones, para encadenar los pechos de la multitud), o aquel otro que contrapone los histrionismos de Charlot y del chiflado Führer. Hay un grupo de duendes empeñados en robarme el “tempo”, pero en algún momento lograré subir las glosas que tengo pendientes por subir a este blog… Salud! lacl
Cuando ese estremecimiento se torne voz las palabras no serán en balde. …quiero las cosas que existen, no el tiempo que las mide…
Alberto Caeiro Tiempo espinoso para que la voz del hombre desate el nudo tenso que la oprime. Temporada abierta a la mutua caza cotidiana. Suma innumerable de jornadas con barrotes. Tiempo arisco para el hombre prorrumpir palabra, devenir palabra. Nos hemos habituado a conformarnos con las máscaras de las palabras, nos basta su temblor puro luminoso. Las lanzamos al vacío y nos llenan con una ligereza de brisa sin preguntas. Las contagiamos de vacío al querer entronizarlas, al hacer de ellas (o del esqueleto sonoro que hay en ellas) nuestro fin, cuando en realidad, son sólo parte –importantísima, pero parte al fin- de nuestra presencia en la vida, de nuestros pasos por el mundo; son una manera de brotarnos. Hoy por hoy, las palabras han pasado a ser meros objetos utilitarios, de cuyo valor de cambio nos servimos para negociar la opacidad de nuestras inconfesiones, nuestros negados atisbos. Las hemos convertido en una máscara más: nacen en los labios y no en el torrente de la vida que, como un pájaro callado, nos picotea en el reverso de la piel. Las palabras, por sí mismas, no conducen a ninguna parte. ¿Se justifican acaso la invención, la imaginación, las insólitas asociaciones en un poema que se clausure en sí mismo? No, dado que la poesía no es susceptible de ser encerrada en círculos viciosos, ni siquiera puede ser encofrada en la rigidez de los objetos verbales. La poesía no es un hombre angustiado suicidándose, aun cuando el cantor termine por suicidarse (o le suiciden, parafraseando a Artaud) Hay quien intenta imponer un lenguaje a lo poético, simple o lamentablemente, porque no ha permitido, no se ha permitido o no le han permitido que la vida, ese fluir diáfano y continuo, se manifieste en todo su poder de una manera también diáfana y continua. Se manifiesta, sí, pero como una mutilada ofrenda, un escindido regalo. Y yo no niego que al poema hay que trabajarlo, perfeccionar su decir. Pero no será más que una colecta de vanas palabras si, antes, no hemos reconocido la perentoria exigencia de enhebrar nuestro vivir, por muy precario que nos parezca, gesto que nace del captar o auscultar lo que late debajo de las cosas, de la escucha del rumor perfecto de su canto. Toda entidad o ser, toda cosa viva o aparentemente inanimada tiene voz propia. Y el término perfección no guarda aquí ninguna connotación ética, como lo digno de imitar, pues la vida es perfecta en tanto que es vida. Hay quienes se afanan en que se les considere poetas de “primera magnitud” o “innovadores dotados de una sensibilidad superior”, cuando ni siquiera son capaces (ya que no de conmoverse) de mirar al zapatero que, tendido en la acera de una calle cualquiera, rinde culto a un clavel rojo que emerge de su caja de herramientas. De tal manera que escriben sus poemas pensando únicamente en el valor poemático que encierran como edificación artística o intelectual. Levantando el poema, derriban la voz del hombre, la de la poesía; esa voz que no se “construye” -porque ya está dada-, sino que se descubre (aun cuando luego nos afanemos en tallarla o trabajarla, en hacerla cosa). Podríamos elucubrar una propuesta: la poesía es un espantapájaros resignado al posar de lo inútiles. Pero si esto sucede, si esto se mira y se piensa así, es porque en nombre de la poesía, se han erigido muchos espantapájaros y porque esa indumentaria ha quedado reservada para la impostura y los impostores. La poesía se bate por los rincones del mundo: en el líquido insondable que se nos manifiesta lago, mar o río, por ejemplo; en el múltiple y vasto vaso que todos empinamos; en los brillantes flujos que recorren nuestra frente o en las diminutas y radiantes piedras de sal que nacen en los ojos y sucumben en los labios. Está en todas partes, decimos. El agua, como todo elemento natural, es poesía convertida, poesía real, es realidad hecha realeza. Zambullámonos pues en el espeso fondo de los sucesos y presencias que nos viven y vivámoslos a ellos. Colguémonos del sol, de los olores, de una mirada furtiva callejera, de una carcajada resonando culebra, cabellera o arbusto, perdiéndose en la noche. Permitamos que brote ese común estremecimiento que es aborto del engaño de un vivir sin pulsaciones, exangüe, rutinario; ese vivir desfallecido que asumimos como normalidad. Cuando ese estremecimiento se torne voz, las palabras no serán en balde. Luis Alejandro Contreras
(probablemente 1981 o 1982) * * * * * Tomado del mismo desvencijado cuaderno del que he dado noticias arriba. Si mal no recuerdo, lo copié de la Historia trágica de la literatura, el fabuloso libro de Walter Muschg con el que vinimos a dar gracias a la recomendación que, por aquellos años, nos hiciera el poeta y profesor Eli Galindo, para presentarlo en un seminario sobre simbología con el profesor Daniel Medvedov, ambos maestros muy gratamente recordados… Como Merlín
quisiera vagar por los bosques;
lo que soplan las tormentas,
lo que rugen los truenos
y lo que quieren los rayos,
lo que hablan los árboles,
cuando se desgajan,
quisiera yo entenderlo como Merlín…
Con música cae la luz de la luna
sobre la encina y el rosal,
y en el cáliz de los musgos más delicados
resuena el poema eterno…”
Nicolaus Lenau. Waldlieder, Nro V
Guarida de los poetas - Homenaje al cine de autor - "Mis diez mejores y otras adiciones"
Esta guarida de los poetas está dedicada al cine y a la memoria fílmica que no siempre va de la mano con el cine, porque el séptimo arte ha sido utilizado tanto con loables como con escabrosos fines. Pero cuando ha sido utilizado como recurso de la barbarie, allí han quedado sus documentos, para que la poesía y el humanismo se sirvan de ellos para desnudar las falencias de la “civilización”. Los documentos fílmicos agregados más abajo obedecen, en algo, a una precaria lista que requirieron los amigos de Con-Fabulación, quienes -según entiendo- están trabajando en una edición sobre los filmes más importantes de la historia del cine. Extracto de una carta a los amigos de Con-Fabulación. * …De hecho he pasado muchos días rumiando imágenes y deleitándome en el recuerdo de las películas que más aprecio. Pensaba que ya era tarde por mi tardanza en contestar. Qué difícil ha sido elegir. Toda lista de este tipo termina siendo injusta, por incompleta, pero aquí va... En el fondo es más una lista de directores que de filmes, lo cual es igualmente injusto, pero hay que reconocer que, de los directores incluidos, uno puede tomar muchas de sus cintas y colocarlas, con toda justicia en una lista de las llamadas “Top Ten”, expresión tan del gusto del Show Business. De los directores incluidos en mi lista sólo hay dos de obra sucinta: Ron Fricke, cuyos filmes toman años en ser confeccionados, actualmente está filmando Samsara y lleva varios años rodándola. Y el actor Charles Laughton, quien sólo dirigió la cinta que incluyo en la lista, pero que es -a mi juicio- una obra maestra y un antecedente a muchas cintas que versan sobre el tema de los artificios humanos que tan bien saben disimular la crueldad. Me parece ancestro de filmes como, por ejemplo, Cabo de miedo, que tuvo dos famosas versiones, con Robert Mitchum y Gregory Peck en rol estelar en la primera y Robert De Niro, Nick Nolte, Laura Dern y la fabulosa Jessica Lange en la segunda, que dirigió Scorcese. Me vi forzado a retirar de la lista un filme olvidado, de un director no menos olvidado: La propiedad ya no es un robo, del cineasta Elio Petri, quien sólo filmó siete filmes, si la memoria no me falla. Tenía que hacerle espacio a Luis Buñuel y Los olvidados; cuya filmografía no dudo en catalogar como una de las más completas y sustentables. Hubiera podido colocar, en su lugar, La Vía Láctea o Viridiana, sin ningún titubeo.
Otras omisiones o lagunas destacables serían las de muchos y excelentes directores italianos (Visconti, Pasolini, De Sica, Scola, Bertolucci, Rosellini), el expresionismo alemán, el cine polaco, el cine ruso de los años precedentes a la caída de la cortina de hierro, la brumosa poética del cine francés de los años 30 y 40, los directores de la Nouvelle vague, algunos filmes de Monty Pithon y por supuesto, una enorme muestra de filmes norteamericanos, tanto clásicos como modernos, empezando por Citizen Kane, de Orson Welles. Tampoco sé cómo hice para dejar fuera las cintas Hiroshima Mon Amour o Providence (una alegoría indispensable) de Alain Resnais. Bueno, creo que si la lista fuera de cien títulos igualmente seguiría siendo injusta e incompleta…
Un calido abrazo!
Luis Alejo.
P. D. 1 Debajo va la selección:
1. Tiempos Modernos, Charlie Chaplin.
2. El Espejo, Andrei Tarkovsky
3. El Séptimo Sello, Ingmar Bergman.
4. Kagemusha, Akira Kurosawa.
5. 8 y ½, Federico Fellini.
6. Andréi Rubliov, Andréi Tarkovsky.
7. La Naranja Mecánica, Stanley Kubrik. (a pesar del paso de los años, sigue siendo una reflexión insoslayable sobre el destino de la civilización moderna)
8, Baraka, Ron Fricke (todo un poema visual)
9. La noche del cazador, Charles Laughton (genial y único filme de Laughton)
10. Los olvidados, Luis Buñuel.
Y ahora voy con un muestrario de algunos de los filmes citados y otros que no pude incluir. Los documentos fílmicos en que aparece ese geniecillo del mal que fue Monsieur Hitler, obviamente no son incluidos aquí por su carácter ético o estético, únicamente lo hacemos para que sirvan de contraste a esa estupenda película que es El gran dictador, de Charles Chaplin. Aprovecho para recomendar un excelente libro: De Caligari a Hitler. Historia psicológica del cine alemán, de Siegfried Krakauer, publicado en español por Paidós Ibérica S. A. Charles Chaplin - Modern times - Tiempos modernos
Charles Chaplin - The great dictator - El gran dictador
Mirar en YouTube
http://www.youtube.com/watch?v=zroWIN-lS8E
Uno de los gags más hilarantes del cine / City Lights / Charlot lo hace todo por ganarse unos reales y ayudar a su platónico amor a recobrar la vista...
https://www.youtube.com/watch?v=JAExhkjj5JU La noche del cazador - Charles Laughton http://www.youtube.com/watch?v=2C6uMwThpLA
Luis Bunuel - Los olvidados