No te he abandonado, poesía...
Estas líneas han sido escritas entre la víspera de La Candelaria y mi cumpleaños, en las hojas que tuvo a bien desprender y regalarme uno de los mesoneros de una pollera caraqueña…Salud!
lacl
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No te he abandonado,
poesía,
porque no haya dejado
en noche reciente
un rastro en hoja alguna.
Escribirte porque sí
es, de algún modo,
rendir culto
a un descreimiento
del que no padezco.
No te he abandonado,
poesía,
porque mis pares
no quieran cederme
un minuto a solas con el cero,
esa brillante oquedad
que resplandece en las pupilas,
mientras aguarda
a que durmamos
el sueño de los justos.
No te he abandonado,
poesía,
aunque me encuentre
doblegado, arrinconado,
al borde del abismo
o en medio de una jauría
de hombres-lobo
de disecados corazones.
Hay franjas de niebla,
trechos nebulosos,
lúgubres seducciones
en el largo e incierto derrotero
que los hombres
(que son el hombre)
han inexorablemente
de transitar.
Nuestra página es efímera,
poesía,
lo sabemos y nos lo ocultamos.
Porque se teme al despojo,
se predica y practica el despojo.
Y nuestra gloria de hombres
acaso subsista tres días,
tres golpes de abanico,
en el curso inamovible
de esa larga sombra
que es la noche celestial.
Pues nuestro tiempo
late y se persigna,
un tanto exangüemente,
en el ombligo del tiempo.
Pero tomamos café,
saludamos una sombra
en el espejo
y lucimos altivos
al salir cada mañana
con fauces dispuestas
a devorar antagonistas
y aves desplumadas,
calle y día,
tretas e incautos.
Porque somos agonistas.
¿Que pluralizo demasiado?
Discúlpame, poesía.
Voy en medio de la multitud
y, a veces, debo fingir para
preservar el suspiro del cristal,
esta esfera de vida que me lleva,
este reducto de murmullos y silencio
en el que tu voz se hace oración.
Resguárdame el oído,
poesía,
y no permitas que yo ni otro
derrame cera en el tímpano
de la memoria.
Yo no te he abandonado.
No me abandones tú.
.La imagen: una toma de las afueras de Bogotá desde un vehiculo en marcha...
(lacl)
©
Claro de luna, Debussy