Maruja flanqueada por mis primas Ingrid e Ilse Trujillo Contreras. Y a la derecha, su amiga Maritza y Yineska...
BUENA COMO EL PAN, Andres Eloy Blanco, de su libro
Giraluna.
Una de las últimas veces que pudimos hablar un
poco más extendidamente por teléfono, a la manera en que lo hiciéramos tantas
veces en la vida, Maruja, mi madre, me refería que estaba leyendo su amada edición
de Giraluna, la edición especial que sólo en un tiraje de 300 ejemplares, viera
la luz en México, al lado de la de 5.000 que saliera para el público en el año
de 1955. Esa tarde, ni su reciente sordera ni la deficiente calidad de las
telecomunicaciones pudieron atentar contra nuestra conversa y me leyó un par de
poemas de ese libro amado y reverenciado por toda la familia. Leyó divina y
amorosamente, con esa concentración que a todos asombró, pues los años no parecían
hacer mella sobre su delicada humanidad. Ese libro había venido con otros tantos
ejemplares en el equipaje de nuestra querida abuela paterna, Berta Quintero Arvelo,
quien, amiga íntima de los Blanco, había pasado una estadía de varios meses con
ellos, durante el exilio de Andrés Eloy en el bello y hospitalario México. Así
que quiero, como un mínimo pero hondo homenaje, dedicarle este canto de Andrés
Eloy a Giraluna, pues pareciera que hubiera sido escrito para Maruja, estoy
seguro que Luis Amado, su consorte y nuestro padre, así ha de haberlo pensado
con el corazón, pues ése fue siempre el órgano central de toda su maquinaria
pensamental…
Salud, Maruja, en el crisol del sentir.
lacl
BUENA
COMO EL PAN
Buena
como el pan
y
te lo dijeron
como
si fueran a comerte,
como
si tendieran la mesa del gesto
para
almorzar con tu bondad.
Entonces
me oliste
a
desayuno de amor;
entonces
tus manos
se
desmigajaron
sobre
la leche de tu cuerpo
y
tu cuerpo
se
tostó de piedad caliente
y
tu corazón
se
blanqueó para hacerse corazón de mi pan.
Y
ese fue el octavo Sacramento
de
tu blancura en mi Verbo
de
tu bondad en mi Extasis,
de
tu inminente traslación a mi sangre.
Y
te apuraron mis poros
con
un millón de hambres y un millón de sedes.
Ahora
sudé
todos los odios y el alma no me pesa
más
de lo que pesara tu pan entre mis manos
-Buena
como el pan- y ahora
te
tomo con el hambre de un niño sin pecado.
Andrés
Eloy Blanco
De
su libro Giraluna
Editorial
Yocoima, Venezuela – México
México,
DF, 6 de Enero, 1955
Es una edición dorada, única, papel el más hermoso, prologado por, nada más y nada menos, un poema de Alfonso Reyes, una glosa de Romulo Gallegos y otras dos semblanzas, una de Manuel Altolaguirre y la otra de Pedro Sotillo. Trataré de configurar el escaner para dejar algunas imágenes de esa joya amada.
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