Arte y poesía: vigencia de toda expresión lúdica, gesto o acto non servil en tiempos tan obscuros como los actuales. Disertaciones sobre el culto añejo de ciertos antagonismos: individuo vs estado, ocio y contemplación vs labor de androides, dinero vs riqueza. Ensayos de libre tema, sección sobre ars poética, un muestrario de literatura universal y una selección poética del editor. Luis Alejandro Contreras Loynaz.
Si en Venezuela estilamos ser toderos, ese envite de torear la vida en cuanta empresa se nos plante ante la vista, yo debo decir que he sido -y acaso aún soy- un fervoroso nadero, suerte de lance para nadar en las enaguas de la susodicha. Pues en lugar de ser un profesional en todo, he sido un amateur en nadas; en el más feliz de los casos, un entendedor, siempre a la chista callando. Las naderías suelen causar gran fascinación sobre las almas distraídas, entre las que me incluyo, y no sé que hado les haya legado su encanto a las primeras. Y, aunque cursé más de cien créditos en la Escuela de Letras de la UCV, nunca me mortificó el comprobar que ese sistema de jerarquías con que el hombre gusta de mortificarse la carne, también hubiese ganado espacios en ese querido recinto y que, en virtud de ello, hubiese materias que disfrutaban de cierta prelación sobre otras. Iba por puro gusto. Nada hay como explayarse. El resto es aburrido y desmesuradamente empalagoso. Por otra parte, ¿quién no tuvo, alguna vez, que pasar por el trance de mancillarse las manos al hacer algún oficio? Pocos, muy pocos.
Desde un principio vagamente, y más tarde, con mayor claridad he sentido que el mundo concibe la libertad como algo que solo trabaja hacia fuera. Y yo siempre la he concebido como algo que trabaja hacia dentro.
Chesterton, Autobiografía.
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MATERIALISMO
Ante un problema humano, los materialistas analizan la parte más fácil, niegan la parte difícil y se van a casa a tomar café.
Chesterton.
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POLÍTICA
Es otro ejemplo de la ironía humana que parezca más fácil morir en batalla que decir la verdad en política.
Chesterton, Autobiografía
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DIGNIDAD
No puedo menos que tener la leve sospecha de que la dignidad tiene cierta relación con el estilo.
Chesterton.
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MISERIA DEL ESPÍRITU
La etapa actual de la cultura y la crítica puede resumirse muy bien en los hombres que sonríen criticando a los hombres que ríen.
Un poema de Williams que merece ser leído y degustado. Para respetar la grafía y su disposición textual he preferido optar por una fuente pequeña. El lector tiene la opción en el blog de aumentar o, si se quiere, acercar cualquier detalle de la publicación en su dispositivo, para poder leerlo. Lo recomiendo ampliamente.
Vamos con algunas definiciones bajo la letra *D* del Diccionario del diablo, a cargo de un erudito en la materia, el Dr. Ambrose Bierce. Uno de los libros más sanos que he leído en mi vida. He comprado a lo largo de mi peregrinar varias ediciones del mismo, por el gusto de comparar y/o tamizar las traducciones. Un libro fundamental para la formación de un espíritu cavilador y, si se quiere, crítico, que no se sienta jamás llamado a divorciarse del humor, sobre todo, del buen humor, ése que genera luz revelando las inconsistencias de la torre construida a lo largo de centurias por la humanidad.
Salud lacl.
*DEBER. *_v. tr. U.tc.r*_
* tener y mantener una deuda.
Antiguamente la palabra no significaba deuda, sino posesión: quería decir "poseer" (*). En las mentes de los deudores aún queda buena cantidad de confusión al respecto.
(*) juego de palabras con las voces inglesas _owe y own, deber y poseer_.
*DEBER.* _s._
Lo que severamente nos impulsa en dirección a la ganancia, a lo largo de la línea del deseo.
*DECIDIR* . _v.tr._
Sucumbir ante la preponderancia de un grupo de influencia, en desmedro de otro grupo.
Reza un refrán que “después de toda duda viene la verdad”. Convengamos en eso, a condición de que se tenga en cuenta que tal verdad estará siempre un peldaño más abajo de la próxima incertidumbre…
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Hay verdades que le sientan muy bien a la mentira...
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La verdad, es como para preguntarse ¿y por qué tanto desmañarse en edificar pilares, techos, cerraduras y rejas, cuando la luz te deja tan concluyente prueba de persistencia de la otredad de la materia? Yo diría que para escondernos del cielo y no para albergarnos bajo el amparo de nuestra comunión con él…
Apotegmas contra la peste, Anselmo di Testarutto, Turín, 1935.
Dolorosamente apropiado y casi duele decirlo -para hacerlo redundantemente sin quererlo-; porque, realmente, en tan breves líneas como a las que alcanza un soneto, Auden pinta, de manera tangencial y sustantiva a un tiempo mismo, una vida tan intensamente vivida como la de esa entidad que entre infancia y adolescencia habló con una voz para la que la palabra madurez sale tan magullada...
Sin más el soneto bien titulado RIMBAUD, de un poeta que deberíamos escuchar un poco más, Whystam Hugh Auden.
Salud... lacl
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RIMBAUD
Las noches, los puentes del ferrocarril, el mal cielo, horribles compañeros no lo sabían:
pero en aquel niño la mentira del retórico
reventó como una cañería: el frío había hecho un poeta.
Copas costeadas por su endeble y lírico amigo
Sus cinco sentidos sistemáticamente desquiciados,
a todo el absurdo acostumbrado puso fin;
hasta que de la lira y la endeblez se distanció.
El verso era una dolencia especial del oído;
la integridad no era suficiente; eso parecía
el infierno de la infancia: debía probar otra vez.
UN VENEZOLANO DESTRUYE UN HOGAR INGLES, Andrés Eloy Blanco.
Casualmente, mientras el ex ministro inglés Sir Samuel Hoare, socio de Laval en la negociación que acabó con tantos hogares abisinios, se dirigía a Venezuela, un "mulato, de Puerto Cabello, el músico venezolano Edmundo Ross, destruía un hogar en Londres.
Parece ser que la distinguida señora Mabel Valery Fellowes, esposa del capitán Thomas P. Fellowes, enamorada primeramente de los ruidos suramericanos y luego, del autor de los ruidos, o sea, de Edmundo Ross, se decidió dejarse de malos ruidos y prendió una brega de película, hasta el punto de visitar repetidamente al venezolano en su residencia privada. Y enterado de eso el capitán Fellowes, plantó demanda de divorcio contra su esposa y reclamó daños y perjuicios al músico.
-¡La música! -gritó el porteño cuando le participaron que el Capitán sabía todo.
Pero luego se enteró de que el Capitán se limitaba a justipreciar la tranquilidad del hogar. Y que esa tranquilidad era evaluada por el juez en mil libras. Caviloso, el venezolano, reflexionaba así:
-¿Por qué no me enamoraría de la esposa de un general? Porque, sin duda, los capitanes son ahora más caros. Y menos mal que no se trata de un teniente porque la cosa sería peor.
Pero lo cierto de todo esto es que el capitán Felowes no debe ser el autor del jarabe de Felowes, ya que no resulta tan amargo; y en cambio el músico ha sido el autor de un jarabe tapatío que escandaliza a los habitantes de Londres. Y si continúa en esa manía de conseguir amores a mil libras, es mucho el merengue que va a tener que cantar. Porque si Ross es un rompehogar, mil libras son rompe-manzanas.
La actitud del capitán Felowes nos parece edificante. Y conduce a reflexiones de profundo cálculo económico. Porque con diez matrimonios, diez porteños y diez divorcios, se llega a la cantidad de diez mil libras esterlinas, o sea, alrededor de cuarenta mil y pico de bolívares, que es muy suficiente para retirarse a la vida privada. Y hasta para casarse.
Pero otras consideraciones se nos ocurren: Cuando se piensa en un capitán inglés, que ha peleado en África, que estuvo en Dunkerque, que cruzó, de combate en combate hasta Berlín, se necesita mucho guáramo para enamorarle a la mujer. Y cuando, después de los hechos consumados se llega al momento en que el inglés, con gran filosofía, nos cobra mil libras esterlinas por el asuntico, nos provoca exclamar:
-¡Pero si esa mujer está botada!
Y sin embargo, da tristeza pensar en que todavía hay venezolanos, como Pedro Berrizbeitia, que serían capaces de pedirle una rebajita al Capitán.
Pero, sin hacer más comentarios, nosotros como venezolanos y recordando El Alamein, Tobruk, Cherburgo, etc, etc, y la amargura del Jarabe de Fellowes, saludamos a un porteño legítimo, como el chaparro porteño, que se cimbra, pero no se quiebra, al venezolanito muy digno de apellido Ross: chiquito pero cumplidor.
Y en cuanto a la dama del cuento o de la aventura, la consideramos en su desgracia. Que le sirva de consuelo alguna tía buena, que se vaya por la calle y se encuentre a una amiga y le pregunte:
-Dime un cosa, vieja, ¿qué es de Mabel, que hace tiempo que no la veo?
Y ella responda:
-Ay, mijita, si la pobre Mabel ha sido muy desgraciada en su matrimonio!
-¿Cómo va a ser, niña? ¿Qué me cuentas?
-¡Sí, mijita, la pobre! ¡Figúrate que el marido le salió cornudo!