Cuando uno lee esa maravilla épica de la antigüedad, El poema de Gilgamesh, como que comienza a comprender un poco más a Elías Canetti y su obsesión -casi lucha permanente, cual Sísifo agonista- con la muerte. No obstante la mutilación del tiempo sobre las tablillas, a nosotros llegan resabios de sabiduría antigua y también de poesía, incluso, llegan paralelismos mito-religiosos, como el del diluvio universal, que tanto se repite a lo largo y ancho de la historia antigua de la humanidad, en diversas culturas. Dejamos un par de hermosos pasajes de Gilgamesh, en los que precisamente se habla de la transitoria humanidad, ese don llamado vida que se repite uno a uno y que es efímera a título personal, pero que se proyecta en el tiempo por medio de la descendencia, así como su relación con un ser superior.
Salud, lacl
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Utnapishtim a Gilgamesh:
(Texto asirio)
¿Acaso edificamos nuestras casas para siempre y para siempre sellamos nuestras propiedades?
¿Acaso los hermanos dividen porciones para siempre?
¿Acaso divide para siempre el odio?
acaso el río siempre crece y causa inundaciones?
¿Acaso la libélula abandona su crisálida para que su cara no pueda contemplar sino la cara de sol?
Ya desde los días de antaño no hubo permanencia de nada,
los que duermen y los muertos iguales son.
¿Hay alguna diferencia entre el esclavo el señor cuando se hallan al término de su destino?
Desde siempre los annunaki, los grandes dioses se han reunido
y la diosa Mammetum, creadora del destino, con ellos fija el hado.
Los dioses deciden sobre nuestra muerte y nuestra vida,
pero no revelan el día de nuestra muerte.
Gilgamesh, Tablilla X, Columna VI Texto asirio.
Editora Nacional, Madrid, 1983. Edición de Federico Lara.
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(Texto babilónico)
Siduri, la tabernera le dice a Gilgamesh:
- Gilgamesh, ¿por qué vagas de un lado a otro?
No alcanzarás la vida que persigues.
Cuando los dioses crearon la humanidad
la muerte para la humanidad decretaron,
reservando la vida para sí mismos.
Tú, Gilgamesh, llénate el vientre, goza de día y goza de noche.
Celebra cada día una alegre fiesta.
iDía y noche danza y juega!
Ponte vestidos flamantes lava tu cabeza y báñate.
Cuando el niño te tome de la mano, atiéndelo y regocíjate.
Y deléitate con tu mujer, abrazándola.
iEsa es la tarea de la humanidad!
Gilgamesh, Tablilla X, Columna III. Texto babilónico.
Editora Nacional, Madrid, 1983. Edición de Federico Lara.