Hemos confrontado algunas
limitaciones para estar en la red. Pero no quisiera dejar que pase por alto
esta tozuda iniciativa de nuestro muy querido amigo, el poeta Roberto
Arizmendi, del amado México, quien con su empeño logró la publicación de esta
colecta: Sesenta voces cantándole al agua. El libro lo ha titulado bellamente:
Cauces de vida y esperanza, en clara alusión a Rubén Darío.
Cuadra encantadoramente a mi
tesitura de espíritu el rol de ser, siempre, el último de la fila. Y así
aparezco, muy honrosamente, en esta antología, al lado de tantas apreciadas
voces, cuidándoles la retaguardia... Aunque es una no tan poética licencia que
me tomo, pues la orquestación del libro es por países, en su orden alfabético.
Pero como no desdecimos de nuestro suelo y en él fuimos amamantados, para
nosotros es un honor y es natural ceder el paso y cuidar siempre de las
retaguardias.
Queremos extender nuestra
enhorabuena como nuestras gracias por y para Roberto, por su humanidad, por los
lectores que puedan venir y por los convidados a esta mesa para celebrar las
aguas...
Para quienes deseen darse al
gusto de leer un libro de cantos dedicado a este casi infinito asunto de las
aguas, les dejamos acá el enlace que lleva al libro. Es curioso que haya
infinitud en una materia de la que no cabe sospechar que sea infinita para el
cosmos, cuando lo que en mayor medida hemos logrado constatar es que si algo lo
colma es espacio y fuego en su seno. El agua, acaso, es un milagro. Aunque cabe
también sospechar que la tierra no sea el único rincón del cosmos donde ese
milagro se suscita...
lacl, 31 de enero de 2021.
Cauces de vida y esperanza
Compilador Roberto Arizmendi
Para obtener el libro, favor copiar y pegar el enlace de abajo en su buscador o browser:
https://drive.google.com/file/d/1sVtYizwUOBoYXFuwQvtoBcDO_lMlNn3U/view
Los participantes en esta
hermosa iniciativa enviamos unos cuatro textos per cápita. Yo voy a dejar acá
sólo un conato de poema que escribí al propósito de este convite. es decir, fue escrito para
este libro...
Salud!
lacl
Agua viajera es nuestro cuerpo
El agua, tan dócil a los afanes de la
creación,
cobra la forma que los
elementos le dan,
canta al ritmo que los cuerpos
le brindan.
Agua viajera
es nuestro cuerpo
en tierra viviente;
una tierra que sabe bailar,
armónicamente, al unísono con
ella,
pues, siendo suave y
sensitiva,
el agua, que todo lo horada,
al final lo disolvería.
La palabra que todo lo
contiene,
siendo suma de los elementos,
es la palabra impronunciable,
pues en ella se armonizan
todas las palabras
y en veces, ellas, en su
adoración,
vanamente buscan la fuente,
indagan la palabra matriz que
les dio vida,
un tanto inadvertidas ante el
hecho de que,
en su soledad, se sientan
desamparadas;
un tanto inadvertidas de que
todas ellas,
al juntarse, formen la
bóveda
de silencio donde resuenan…
Pero cuando dejan de inquirir
lo que no pueden ver ni
auscultar,
aun cuando vibra radiante ante
sus ojos
mientras repica en sus
ombligos,
se entregan al jubileo del
cosmos,
empiezan a cantarse a sí
mismas,
olvidan su olvido
y comienza nuevamente la
danza.
Y son como el agua irrigando
nuestra tierra viviente.
Para que la palabra se
despierte
tienen que despertarse las
palabras
y servirles de simiente.
Todo lo demás,
incluyendo el pensamiento,
es ilusión.