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miércoles, 13 de diciembre de 2023

Noche de insomnio, lacl. / Red shoes



Dos luceros señalan al cenit, 

cual dos guerreros con el cargo de lanzar 

las flechas que mantengan abierto 

el tajo dolorido en las fauces 

de la soledad azul del firmamento.

Les han impuesto la titánica tarea 

de descorrer (y desgarrar) el lienzo estelar. 

Son Guardianes de un portal 

que el hombre ya no desea transitar.

Drama inaudible para un desértico hemiciclo. 

A orillas están de una sombra blanca 

que amenaza con engullirles.

Interminable ha sido el jornal 

Llego con el cuerpo en el umbral 

de un precipicio.

Guirnalda de Odiseo engarzada 

en el mural de la noche.

El mundo ha hecho silencio.

Nadie canta entre los matorrales.

Ni siquiera el búho que de cuando en cuando 

se atreve a romper el desolado hechizo.  

No sabemos adónde se han fugado 

pero al amanecer no hay un solo pájaro 

para bendecir el alba.

Y el silencio se alza 

como en las leyendas artúricas 

para construir en el aire 

una catedral de la oquedad

Tal parece que el hombre 

lo ha logrado: 

triunfó sobre Anima Mundi.

La ponzoña del futuro 

de cicuta nos daban en la infancia.

Mas volviendo a la noche, 

regresando a la hora del ahora...

Un tenue dolor que porta la firma 

del escalofrío ha tomado mi humanidad;

mis brazos y piernas semejan 

una plaza atestada de borrachos, 

inconscientes abandonados al olvido, 

luego de una absurda algarabía. 

Un mentidero de cadalsos.

Tuve que pisar la plaza del mercado 

cuando hubiera preferido ir y volver 

tres veces a Ítaca.

Un gélido aire sopla desde el este, 

dañoso para el alma, 

para ese sifón inspirativo, 

pneuma del pecho 

que gritar o cantar quisiera, 

a todo pulmón. 

Pero mi doliente humanidad 

tan solo añora el olvido. 

Todo lo han pateado hasta el olvido, 

hasta los míos. 

En el aire estacionario 

es recogida la maldad 

y ella, por encima de cualquier muralla 

logra, en veces, vencer los cortafuegos. 

"Será una larga noche", me digo. 

Tendré que evadir el aire frío, 

pero antes contemplo, una vez más, 

el firmamento con sus dos luceros.

De pronto, una mano se extiende 

de la sombra blanca 

y del pulgar irrumpe un ojo 

que todo lo contempla.

Los luceros nunca fueron tapiados 

por la sombra blanca; 

el que está en la base, muy cerca quedó 

de la planta de la mano.

Y el ojo que me mira, 

plantado sobre la yema del pulgar, 

acaso haya querido comunicarme 

alguna cifra, clave o misterio. 

Pero mi entumecimiento 

y cierto oleaje de nostalgia 

no me permiten avizorar

comunicados.

Dejaré que sea el sueño, 

un sueño del mañana, 

el que, astros mediante, 

me asome la luz del acertijo. 

Hoy creo que será imposible; 

me encanta velar "las armas de las letras". 

Pero esta noche 

será noche de insomnio 

más que de vigilia.


lacl, escrito en los entresueños de este madrugado insomnio.

13 de diciembre, 2023

Traté (también) de captar el mensaje a través de estas imágenes fotográficas. lacl 











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