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domingo, 17 de septiembre de 2017

La Pequeña Crónica de Ana Magdalena Bach. / Bach - Cuaderno de Anna Magdalena Bach, 2 minuetos - G Leonhardt / João Carlos Martins' Bach - Vinte Peças do Livro de Anna Magdalena Bach







Libro de notas programa de TVE
Copie y pegue esta dirección en una ventana nueva para poder escuchar y disfrutar ese hermoso programa radial

http://www.rtve.es/alacarta/audios/libro-de-notas/libro-notas-pequena-cronica-ana-magdalena-bach-19-06-10/804350/


La Pequeña Crónica de Ana Magdalena Bach.

Es todo un gusto poner este hermoso programa en nuestro blog. Pocas cosas pueden darnos mayor contento que el lance de regalar...La narradora lee pasajes de La Pequeña Crónica, la elegía memoriosa de Ana Magdalena Bach, un libro que lograra en muchos de sus pasajes aquella conmoción insospechada del alma, que en medio del frenesí y el arrobamiento, como que quisiera desbordarse del cuerpo.

Ese libro adorado se lo presté a una fervorosa amante de la música, Oleira Parra, quien fuera como una hermana o tía adorada, poseedora de una muy bella voz y proveniente de una familia de músicos y poetas. Su padre fue el poeta José Parra, quien fungiera como un jovial abuelo de todos los muchachos que eran parte de esa gran familia que fuera la calle de nuestra niñez. Nadie podrá imaginarse el dolor y la vergüenza que ella sintió por el extravío de ese libro que yo le prestara y que ella también adoró. Oleira lloraba inconsolable la pérdida, como si se tratara de un hijo, porque sabía además la estima inigualable en que tenía yo esas palabras escritas con una humanidad imposible de emparejar, con una sencillez que llega a lo hondo. Yo le dije una y mil veces que no se preocupara, que ya lo elemental lo teníamos con nosotros, para calmarla, pero ella no lograba vencer la pena. Ya la querida Oleira no está con nosotros, se fue a cantar sus coros a otros predios. Pero, mi compadre, el querido Mario Amengual, sabedor de mi insistida extrañeza de esa crónica, que sobrevenía como un ataque de saudade, tuvo la delicadeza, algunos años después, de desprenderse sin ningún reparo de su tomo de Ana Magdalena, ofrenda que no podía yo rechazar, pues sabía que ese gesto significaba más que cualquier otra ofrenda que pudiera él darme.


Por cierto que en esa amena, sentida y hermosa edición del programa dedicado a Ana Magdalena y su “pequeña crónica”, se representa o enuncia uno de los pasajes que más vivamente conservo en el memorial de mis lecturas. Me refiero a aquel pasaje en que Ana Magdalena hace recuerdo del milagro de la música perdida, aquella epifanía de la creación que por las tardes Johann Sebastian, sentado ante el templo del órgano, regalaba a los cuatro vientos, en fugas, contrapuntos, cadencias y armonías. Milagro que nacía del matrimonio del alma con el redentor fuego del firmamento que baja de los cielos. Una música maravillosa que sólo se escucharía una vez en la vida y a la que servirían de cofres los aires y  oídos de unos cuantos escuchas, puesto que era el arte del improvisar. He allí, creo, una de las claves de ese libro humilde y prodigioso. El arte regalado sin afanes de registro, ni culto a la posteridad. Siempre he albergado la intuición de que allí ha de haberse consumado una especie de misticismo dionisíaco, sin contradicción aparente para con las creencias religiosas. Todo músico (acaso todo poeta, todo artista) ha de contar con su Apolo y su Dionisio.

Post scriptum: la hermosa crónica de Ana Magdalena vino a caer en nuestras manos (en las de Mario y en las de un servidor) gracias a la abnegación y el desprendimiento de Mery Sananes, quién el transcurso de una lectura dirigida que con ella cursáramos en las aulas de Letras de la UCV, tuvo a bien regalarnos sendos ejemplares. 

Y repetimos el enlace. Al hacer clic en este link podrán escuchar la edición radial:  







 Original (Bach)

 Original (Bach)


Aria


Bach - Cuaderno de Anna Magdalena Bach, 2 minuetos - Gustav Leonhardt

Nota bene: este blog no persigue fines de lucro, ni pretende obtener beneficios con los contenidos culturales que acá se publican en documentos audiovisuales. El único propósito que nos mueve es el de difundir contenidos culturales que consideramos indispensables para la humanidad. 


João Carlos Martins' Bach - Vinte Peças do Livro de Anna Magdalena Bach 


martes, 5 de septiembre de 2017

Renuncia - Renouncement. Una vieja semblanza a partir de una elegía tonal de Michael Hoope




Rescato una vieja semblanza

La primera de las interpretaciones que escuchara de esta "renuncia"... No puedo evitarlo, siempre que escucho esta hermosa y conmovedora renuncia pienso, con el corazón, en dos grandes ancestros, dos hombres de la vieja guardia, Luis Amado Contreras Quintero, mi padre y Federico Cisneros Bertorelli, otro padre...

Ahora, cuando Maruja, Maria Luisa Loynaz Sucre, ha ido a integrarse al flujo de un ser supremo, vuelven estos y tantos otros recuerdos de los que con ella mucho conversara. Pero ahora ella ha comenzado a hablarme desde el otro lado del espejo. Ella, quien nunca dejó de nutrir su vivir de las agraciadas memorias, como quien amorosamente riega un pequeño jardín, pues de otro modo no hubiera podido seguir viviendo ni sobreviviendo a tanto ser que se le anticipara en el camino que todos vamos a tomar algún día para ir a dar "en la mar que es el morir".

Escribo estas palabras mientras el rostro atestigua el paso de las lágrimas. No son lágrimas de infelicidad. Lo son de nostalgia y saudade, extrañamiento. No pude darle un adiós como el que ella se merecía. Eso me duele. Pero toda una vida ha quedado zurcida en la memoria que se escribe con tinta de venas y arterias y con una máquina de escribir que teclea y teclea en el pecho, incansable.

Aquella tarde y aquella imagen quedará tatuada para siempre en mi alma.

- Señor, es necesario que un familiar sea testigo del encuentro con el fuego.

Y eso hice. Y a nadie quise decirle nada.

…….

Renouncement - Alice Meynell, 1847 - 1922

I must not think of thee; and, tired yet strong,
I shun the thought that lurks in all delight—
The thought of thee—and in the blue heaven’s height,
And in the sweetest passage of a song.

Oh, just beyond the fairest thoughts that throng
This breast, the thought of thee waits hidden yet bright;
But it must never, never come in sight;
I must stop short of thee the whole day long.

But when sleep comes to close each difficult day,
When night gives pause to the long watch I keep,
And all my bonds I needs must loose apart,

Must doff my will as raiment laid away,—
With the first dream that comes with the first sleep
I run, I run, I am gathered to thy heart

.......

Les dejo con esa elegía tonal, esa renuncia que vuelve, que da giros, resucita, se despide y, de pronto, vuelve a saludarnos...

Post Scriptum, 05 / 09 / 2020, Lamentablemente, el video original fue retirado de la red, así que agrego otros, salud!








miércoles, 30 de agosto de 2017

El silencio de las sirenas, Franz Kafka.





El silencio de las sirenas, Franz Kafka.

Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:

Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente.

Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.

En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción.

Ulises (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él estaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas.

Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.

Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.


La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.

El silencio de las sirenas, Franz Kafka.






martes, 29 de agosto de 2017

Pedro Salinas, El defensor, sobre la especialización. Poema: Renacimiento de Venus / Goyescas (with El Pelele) - Enrique Granados - Alicia De Larrocha



















Pedro Salinas, El defensor, sobre la especialización. Poema: Renacimiento de Venus

“... la especialización, que es una gloria indiscutible de la ciencia moderna, a la que el hombre debe beneficios innumerables, conlleva, enlazados, dos sentidos. En lo primero, especializar es concentrar un gran volumen de conocimientos, una alta energía intelectual, en un campo o punto problemático, de modo que lo incógnito ceda ante el empuje. Y concentrar presupone, claro está, un vasto poseer. Nunca se le ocurrió a ningún capitán batir en brecha una ciudad amurallada sin juntar el mayor material posible de potencia ofensiva. Pero especializar lleva asimismo implícita la actitud de restringir, de reducir la aplicación de la actividad pensante a un cierto espacio encogido, huyendo del estéril desparramamiento. Y por aquí se abrió paso un concepto degenerado de la especialización, que quería hacer pasar por tal, no a la seleccionada restricción del campo investigado, sino a la reducción y empobrecimiento de la cultura general del presunto especialista, del que no se exigían además dotes sobresalientes de inteligencia..."

"...Es el especialista que conoce una técnica de laboratorio, si es químico o biólogo, o que se ha dedicado a estudiar el uso de las preposiciones en el dialecto aragonés, y que cuando uno le habla, por ejemplo, de ir al teatro a ver una tragedia de Ibsen, contesta: “Mire usted, yo estoy siempre metido en lo mío. No tengo tiempo para esas cosas”. Al decir “esas cosas” nos mira con conmiseración, como a párvulos que aún no alcanzaron plena conciencia. “Cuando voy al teatro es para ver una cosa ligerita, para distraerme”. Y si se le propone la lectura de una novela de Proust o de un ensayo de Santayana, se reviste de un aire de dama virtuosa ante una insinuación vagamente deshonesta: “No puedo. Yo no leo literatura”. Y en el vocablo literatura condensa él todo lo que no sea tratados, monografías o tiradas aparte de su especialidad. Y lo gracioso es que lo dice con orgullo, pavoneándose de su analfabetismo…”

Pedro Salinas, El defensor

Renacimiento de Venus

Donde estuvo la nube ya no hay nube;
los ojos, que la piensan.

Absoluto celeste, azul unánime
sin ave, sin su anécdota.

Al célico sosiego otro marino
sosiego le contesta.

Las últimas congojas de la ola
playa se las consuela.

Tanto sollozo en leve espuma acaba,
y la espuma en la arena.

Le basta un color solo a tanto espacio,
sin vela que disienta.

El mar va por el mar buscado azules
y a un azul los eleva.

Está el día en el fiel. La luz, la sombra
ni más ni menos pesan.

Dentro del hombre ni esperanza empuja
ni memoria sujeta.

El presente, que tanto se ha negado,
hoy, aquí, ya, se entrega.

¡Presente, si, hay presente! Ojos absortos
felices le contemplan.

El tiempo abjura de su error, las horas,
y pasa sin saberlas.

Aves, ondinas, callan, y de voces
vacío el aire dejan.

La dilatada anchura del silencio
de silencio se llena.

Es el vivir tan tenue, que no ata;
la cautiva se suelta.

Por las campiñas, ya, del puro ser
viene, va, se recrea.

Está el mundo tan limpio, que es espejo:
la escapada lo estrena.

Radiante mediodía. En él, el alma
se reconoce: esencia.

Segunda, y la mejor, surge del mar
la Venus verdadera.



Goyescas (with El Pelele) - Enrique Granados - Alicia De Larrocha




domingo, 27 de agosto de 2017

Vladiir Holan. Otoño III - Mozartiana





Les dejamos con Otoño III, poema que no amerita presentación. Y más abajo la edición de Mozartiana que ya hemos divulgado anteriormente. Salud, lacl

.
Otoño III

Campo sobre cuatro surcos... Lindero... Prado... Estanque...
Zorzales en las serbas...
Una araña teje de nuevo una malla hilada...

Ameno día, expulsado de la razón
al corazón del otoño... El viento se ha empurpurado...
La columna de mosquitos lleva el busto de la danza...

Dolor y pena, recuerdos y añoranzas...
¿Quisieras ser de nuevo joven, vivirlo todo de nuevo?
Por las sombras próximas y lejanas se puede oír,
cómo en el pueblo cubren el osario con una chapa ..


Traducción de Clara Janés.





Vladimír Holan - Mozartiana

https://www.youtube.com/watch?v=6f_yQhNlQeM&t=156s

martes, 22 de agosto de 2017

LA PRESENCIA. José Antonio Ramos Sucre, El cielo de esmalte.




Uno de esos poemas en los que, no tan veladamente, se cumple el vaticinio o premisa de Robert Graves, aquel que reza que todo poema debe su ser al insuflo rumoroso de la Diosa Blanca. Robert Graves afirmó siempre en sus ensayos que no hay poema fidedigno que nos esté cantado en cumplido de la Diosa Lunar. Va más allá, sugiere que es ella quien lo dicta.
lacl

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LA PRESENCIA. José Antonio Ramos Sucre, El cielo de esmalte.


La imagen de las torres se dibujaba en el mar. Unos pájaros tenues las rodeaban con su vuelo metódico. No podían sostenerse en sus pies elementales, falsos.

Los rayos caían al azar y con frecuencia desde el cielo vacío. Yo esforzaba el pensamiento y no descubría su origen imposible. Las torres y un ciprés lacio permanecían indemnes.

Yo había despertado de un sueño inmóvil y de sus visiones fatídicas, originarias de la luna. La vista del ciprés me encaminó a un sepulcro inédito.

Isolda había desaparecido de la tierra y descansaba allí mismo de su pasión agónica. Yo quise hablar y mis palabras volaron por el aire, convertidas espontáneamente en gemidos.

LA PRESENCIA. José Antonio Ramos Sucre, El cielo de esmalte.


LA DIOSA BLANCA  -  THE WHITE GODDESS


https://www.youtube.com/watch?v=3GxCJnPPl_A

viernes, 18 de agosto de 2017

GUARIDA DE LOS POETAS. César Vallejo. Considerando en frío, imparcialmente…





Este es un poema que llevo atado al corazón. Se encuentra entre las primeras líneas que de César Vallejo un bisoño servidor leyera. Debo decir que me sentí plenamente representado, en cuerpo y alma, ante la cotidiana incertidumbre, esa pregunta sin respuesta que viene alojada con el ser, desde que se nos abre el mundo y nos dan una nalgada para, así, romper el aire con un grito y comenzar a respirar con el enigma.

Vallejo fue hombre de afectos que no tuvo empachos en manifestar en sus poemas, venciendo sin esfuerzos ese inconfesable mito del corazón que, por temor a mostrarse desvalido, no se atreve a desnudarse, uno de los males que aquejan al ser humano.

Hemos nacido en un mundo que predica la inclemencia cual virtud, una inclemencia que se apoya en gestos y actos de vasallaje y crueldad. Así que cuando alguna persona se muestra proclive a exponer el abanico de sus afectos, sin tapujos, es considerada por las agazapadas multitudes como pasto de la debilidad, como una persona expuesta a la intemperie.



Mas yo diría que lo que verdaderamente palpita debajo de esos predicamentos y posturas contra el sentimiento y su derroche es un incontenible miedo, precisamente el miedo a verse indefensos, huérfanos, desamparados…

De allí el deslumbramiento que generan estos poemas de Vallejo, pues bordando sobre las acalladas sencilleces de la vida, monta un matrimonio del afecto con lo insólito. Sin más, aquí dejamos sus consideraciones “en frío”, que de frío nada tienen, más que la paradoja.



Salud!
lacl

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Considerando en frío, imparcialmente…

Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina…
Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa…
Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona…
Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza…
Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo…
Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente…


Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito…
le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué más da! Emocionado… Emocionado…



https://www.youtube.com/watch?v=yEk6Dqrnxhg