DESPUÉS DE AUSCHWITZ, ANNE SEXTON
Ira
negra como un garfio
me ataja.
Cada día
cada nazi
agarró, a las ocho de la mañana,
un bebé
y lo cocinó para el desayuno
en su sartén.
Y la muerte observa con ojo casual
y juega con la mugre bajo las uñas.
El hombre es malo
—digo en voz alta.
El hombre es una flor
que se debe incendiar
—digo en voz alta.
El hombre es un pájaro lleno de lodo
—digo en voz alta.
Y la muerte observa con ojo casual
y se rasga el ano.
El hombre con sus dedos milagrosos
y los dedos del pie rosaditos
no es templo
sino letrina
—digo en voz alta.
Que el hombre nunca vuelva a levantar su tacita
de té.
Que el hombre nunca vuelva a escribir un libro.
Que el hombre nunca vuelva a ponerse el zapato.
Que el hombre nunca vuelva a levantar los ojos
en una suave noche de julio.
Nunca. Nunca. Nunca. Nunca. Nunca.
Estas cosas digo en voz alta.
Ruego al Señor que no escuche.
Traducción, Beth Miller
El legado del ser humano, lacl
El legado del ser humano no ha de componerse de furúnculos del espíritu como el que muestra aquella imagen mostrenca de los incansables operarios de Auschwitz, sino de la dimensión simbólica que deviene del trato humano con la belleza y el enigma, que brotan, de suyo, en la inmensurable naturaleza.
Y que conste que con ello no estamos perdiendo de vista que incluso los artistas y los poetas adolezcan del mismo pathos que suele atacar y seducir a quienes se demuestran ganados a cultivar su “amor” por el poder y las armas, el tipo de personas que impensadamente se prestan al culto de la crueldad o de la inclemencia.
Pero, al menos, quienes dedican sus horas vitales a la lidia con arte y poesía, hacen de sus vidas, si se quiere, un trazo enaltecedor y no degradante de nuestra propia naturaleza. El enigma de la existencia no les impulsa, por lo general, a pasarle la factura al resto de la humanidad.
lacl, 26 04 2019
.
Estampa de la indignidad
No hay comentarios.:
Publicar un comentario