La Diosa
Ella va íngrima,
como sonámbula,
por prados
desprovistos
del bullicio humano.
Extrañamente,
se ha impuesto
una tregua
en el aire,
en las aguas,
en los colores
del cielo y de la tierra.
Alza la vista
y se percata
de estar renaciendo
en el abrazo arrobador
que le tiende
un azul desconocido,
tálamo de nubes
que se hacen
la corte amorosa
con insurrecta
impudicia.
Este claro día,
surgido de las tinieblas,
como de una larga
penumbra invernal,
ha sido un efímero
y conmovedor milagro,
una pausa servida
en esplendida bandeja,
sólo para ella
que, al amanecer,
se sintió tocada,
bendecida
y llamada
por una voz
que la invitaba
a memorar desde
el olvido.
¿Ha probado una
flor de belladona?
¿Acaso una raíz
de mandrágora?
Pues, se abandona,
se entrega a la caricia
de las hierbas,
las campánulas silvestres
suben desde el humus
y se enhebran
en su cuerpo,
tejen su sonrosada piel
de una verde filigrana.
El sol está en el aire,
funda casas en la brisa.
Y ella se otorga
a la cópula con cada
corpúsculo del viento,
con cada nube del cielo,
con todas las flores agrestes.
Es como si, de pronto,
se hubiesen soltado
los faunos y la hubiesen
sorprendido en la soledad
de las florestas.
Más tarde,
volverá a casa,
al bullicio,
a ese teatro de la peste
que es Roma,
pero lo hará
taciturnamente alegre,
colmada de un resplandor
en el que nadie más
reparará.
Días de bruma
Apuntes y fragmentos de vida, amor y muerte de un amanuense griego al servicio del Imperio.
Simónides Románico - Roma - Circa 248 DC.
Hermes Alejandrino - Custodio.
bid&co editor, colección poetas del hispano mundo, Caracas, 2013.
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