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miércoles, 30 de diciembre de 2009

Esta noche me encuentro en vena de recordación, lacl / GUARIDA DE LOS POETAS: DYLAN THOMAS, EN MI OFICIO O ARTE SOMBRIO / WALT WHITMAN LEYENDO UN EXTRACTO DE SU POEMA AMERICA

 
Este ha sido, a mi parecer, un año de dispersión. O, al menos, un año más de derrames, de filtración de la más pura esencia de lo humano, en medio de un gran ciclo de dispersión.
Y para cerrar ese ciclo voy, por tanto, a agregar una colecta de textos dispersos que me he encontrado en días recientes. Y con la intención de juntar, de unir las partes, esto es, de recomponer, voy a agregar una última edición de Guarida de los poetas con dos documentos a que hago alusión en uno de los textos: Dylan Thomas leyendo En mi oficio o arte sombrío y un curioso documento sonoro en el que se registró, quizás por única vez, la voz de Walt Whitman leyendo un extracto de su poema América.


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Salud!!
lacl
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Esta noche me encuentro en vena de recordación, en acorde consonancia con el espíritu que ha signado mi sentir, eso que podríamos llamar imaginería del alma o canto solapado del incorpóreo pensamiento que, soterrado y sigiloso, nos acompaña noche y día.

Obramos a la luz del día o de la noche, nos revelamos en cada palabra o gesto, en cada acto, impulso o misión. Pero esto es vana apariencia, impostura, fingimiento; pues poco se trasluce de ese discurso celeste que precariamente acallamos y que preservamos en la obscuridad tal como lo haría una escuadra de postrados, sumisos y acaso enceguecidos guerreros con un cofre en el que se almacena lo que, inadvertidamente, presumen como el más rico e inimaginable tesoro del mundo, sin que jamás lleguen a conocer, vislumbrar o concebir su contenido.


Todo es enmascaramiento, ficción, encabalgamiento de la sangre, disimulo del ser. En lo colectivo los hombres no pasamos de ser bocetos de personas. Achaques de la modernidad, dirán algunos, o de una era sumida en el cansancio de la senectud. Y poco puede hacer una desamparada persona o individualidad por conciliar tal antagonismo, esta “unión de contrarios” entre la singularidad de una vida (o del mero vivir) y el común anonimato que nos aherroja entre empolvados patrones.


El poeta no es un luchador ni un enfebrecido misionero, mucho menos será un ser que disfraza o maquilla obscuros apetitos de poder. Me refiero al poeta cabal, a la espléndida manera en que es pintado por Whitman en los prólogos a sus Hojas de Hierba o en la apretada declaración, conmovedor auto de fe, que es el poema En mi oficio o arte sombrío, de Dylan Thomas. El poder del poeta, si es que acaso hubiera de detentar alguno, es el poder que le concede la poesía. Esto es, un poder indirecto, pues el poeta es un sirviente, un escanciador de memorioso vino. El poeta es un ser que tan sólo pretende revelarnos el envés de la hoja, el lado invisitado del vivir, aquella pequeñez que confiere realeza a una encubierta realidad. Aun cuando, en ocasiones, su trabajo se torne una empresa más laboriosa y ardua que cualquier obra servil.


Cuál sea la razón de que esta glosa haya tomada semejante derrotero, a ciencia cierta, no lo sé. Pero barrunto que acaso se empine en mi secreta aspiración de que, en medio de la multitud, pueda uno vivir y obrar como poeta. Así sea.



3:00 AM, 17 de noviembre de 2009.



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Contadas son las experiencias o fenómenos que logran cautivar nuestra atención, la atención de la mirada, la mirada de la psique, como logra hacerlo la contemplación de la locura que ha hecho erupción en la infortunada humanidad de un individuo que corre o recorre las calles de la ciudad derramando incoherencias cual lava.


La locura siempre es del otro, a la luz de nuestra siempre vigilante psique. Los guardianes de una concienzuda razón se desviven por permanecer expectantes durante jornadas en las que la noche es eterna.


Y tanto celo y filigrana en el resguardo de nuestra escrupulosa “mismidad”, por mantener el cerco que protege los linderos de un mapa en el que se aposenta ese misterioso pedazo de cosmos que es el alma humana, me lleva a concluir que el hombre

-en grado sumo- optará porfiadamente por ser un ciudadano en el país del engaño.

La mayor parte de los hombres no están hechos para la desilusión y escogen vivir bajo el resguardo de una impresión, una apariencia; hacen morada en la casa del simulacro. Pero tengo la sospecha de que la soterrada demencia colectiva vive más plácidamente en el país del engaño que en las denostadas, depreciadas y fangosas tierras del desengaño.


(Sin fecha, en un cuaderno que me regaló Juancho Pinto y que llamaré "pensamientos en deshabillé" para hacerle juego a su impúdica portada)



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Por fortuna, tenemos en la amistad una variante aristocrática de democracia. Claro, elevando el término de aristocracia a los predios del espíritu. Los potentados y sus fanáticos seguidores, ni tienen buen humor (jamás ríen la inocencia) ni conocen la amistad. Pero creo que nos engañamos al creer que son pocas las gentes que cultivan el humor, la amistad y el desprendido amor. Tender la mano no significa que pequemos de inocentes. Y hay que desnudar las falencias espirituales y éticas de quienes viven obsesos de poder, con su corte de adoradores, que en aquellos sólo ven la sombra de su alter ego, es cierto. Pero sin olvidar que contamos con esa elevada forma de democracia a nuestro alcance y que debemos cultivarla, incluso en minoría.



Febrero 25, 2009 – noche cerrada, en camino hacia el amanecer.
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GUARIDA DE LOS POETAS
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http://www.youtube.com/watch?v=qUi3Q6k6c0Y


EN MI OFICIO O ARTE SOMBRIO
En mi oficio o arte sombrío
ejercido en la noche silenciosa
cuando sólo la luna se enfurece
y los amantes yacen en el lecho
con todas sus tristezas en los brazos,
junto a la luz que canta yo trabajo,
no por ambición ni por el pan
ni por ostentación ni por el tráfico de encantos
en escenarios de marfil,
sino por ese mínimo salario
de sus más escondidos corazones.

No por el hombre altivo
que se aparta de la luna colérica
escribo yo estas páginas de efímeras espumas,
ni para los muertos encumbrados
entre sus salmos y ruiseñores,
sino para los amantes, para sus brazos
que rodean las penas de los siglos,
que no pagan con salarios ni elogios
y no hacen caso alguno de mi oficio o mi arte.

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Dylan Thomas, Edición original: COLLECTED POEMS, Traducido por Elizabeth Azcona y publicado por Fabril Editora, Buenos Aires, bajo el título de POEMAS COMPLETOS, 1974.


WALT WHITMAN LEYENDO UN EXTRACTO DE SU POEMA AMERICA

(Presumiblemente, hacia 1890)

http://www.youtube.com/watch?v=yBX2L_Re5Cc