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martes, 28 de octubre de 2008

1. Carta a una amiga que se fue de Venezuela en los estertores del siglo XX / 2. Guarida de los poetas, Borges - Cavafy - Walcott - E. S. Curtis - Cage - Dead Can Dance - Baraka / 3. Fragmentarias - José Antonio Ramos Sucre: GRANIZADAS


 








Pues, mi querida X, no es nada fácil lidiar con este fingimiento de nación. En el fondo -y espero que esto no te vaya a parecer muy duro para con nosotros-, creo que los venezolanos no hemos cambiado mucho desde los días de 1810 hasta el día de hoy. Lo que sucede es que pasamos muchas décadas viviendo en la golilla, como nos gusta decir, esto es, de vivianes -cuando no de Lazarillos-, acariciando la ilusión de una riqueza alcanzada por un golpe de dados (aunque usufructuada por muy pocos, cierto es) en un país que nunca ha dejado de ser invento, en el que se arrullan visiones de libertad sobre un suelo enlodado; por no decir que hemos sido, durante los últimos 50 años, una de las más alegres y engañosas utopías de que se haya tenido noticia sobre el globo terrestre (¿aunque, bien mirado cuál será la utopía que no haya de ser engañosa?). Mientras tuvimos la gracia de vivir dentro de un espejismo de país, tal como yo he sostenido desde mi juventud, el sedimento o sustrato de nuestras pequeñeces de seres amañados se mantuvo, grosso modo, a raya. Pero en el momento en que una perversidad buscó remontarse en todos y cada uno de los broncíneos torsos de las plazas y parques de nuestras ciudades, pueblos y aldeas; y ello aunado a la quiebra repentina del espejo en el que nos lisonjeábamos, muy poco bastó para que todos (también, grosso modo) apadrinaran tal perversidad en sus corazones. Poco hemos cambiado, repito, como colectivo y como individuos, porque la perversidad estaba allí, latente, aguardando a su Dr Caligari que viniera a hacerle juego al escenario y a tomar control del hospital que es nuestra nación, ciertamente, tan dotada de hermosura por la naturaleza, pero en la que sectas policiales y robotizadas milicias han escamoteado el lugar de los que curan y sirven sin más, sin esperar nunca recompensas. Desde el principio, muchos vimos el peligro, señalamos la amenaza, pero nadie estaba dispuesto a escuchar hacia afuera y, mucho menos, hacia sus adentros. Nadie quiso advertir su seño de malignidad en el espejo en que se miraba, mientras aplaudía la desmesura y el atropello. Y más importante nos pareció (vuelvo a insistir, grosso modo) el abanderar verborreas y romper lanzas por monedas políticas de mudable, cuando no dudoso, valor. Así que lo único que hicimos fue cambiar de espejismos, antes vivíamos como adormecidos en medio de la ligereza de una supremacía dicharachera y ocurrente, ahora vivimos sobre la cresta de una ola que lo que acarrea son fluidos de malaventuranza espiritual, en lugar de la salobre limpidez del agua. Mudamos de piel y nos brotaron rizomas. Y lo grave es que el espejismo que ahora copa todos los espacios y que se vanagloria de perfumar con kerosén sus asordadas peroratas, resulta mucho más amenazante para nuestras desprotegidas individualidades. Pero esa es una realidad que no muchos desean ver y, menos, denunciar. Les parece que todo se resolverá con un simple cambio de gobierno. En el fondo, no hacemos otra cosa que seguir cambiando pepitas de oro por espejitos de hojalata con ribetes en los bordes. Pero lo que ahora derrochamos son las joyas que subyacen en el seno del humano corazón por espejos de una petulancia que viste las tinieblas con ropajes de saber.

Discúlpame si te parece extensa mi respuesta, pero es que tu reflexión me ha dado pie para ello. De hecho, me sirve de fundamento inicial para algo que deseo escribir y que, probablemente, coloque en mi blog o desemboque en un artículo… Un abrazo y gracias por expresarnos tu preocupación. En cierto modo, ello no es otra cosa que un acto de solidaridad.
Salud!
Luis Alejandro

1. El famoso cuadro de Juan Lovera, La declaratoria de Independencia de Venezuela, el 19 de Abril de 1810.
2. Desamparado resguardado por sus panas caninos, cerca de Chacaito, Caracas.
3. El actor Werner Krauß, interpretando al Dr. Caligari.


Guarida de los poetas

Siempre he intuido que poesía es dicción, canto, oralidad; amén de asombro, escalofrío, erizamiento de la piel, éxtasis, hallazgo, visión... pero también, ocasión para la receptiva escucha o auscultamiento del mundo circundante. La poesía está en todas partes. No es culto de claustros, aunque a lo largo de los siglos muchos hayan promulgado esa conseja. La podemos llevar a folios pero, como dijera Whitman, son briznas de hierba que se lleva el viento y la mejor poesía, afortunadamente, está aún por cantarse. Estamos facultados para reproducir la cifra, para multiplicar y repartir volúmenes, pero no para almacenar ni, mucho menos, encarcelar el estremecimiento que es capaz de producirnos cuando, como un relámpago, recorre nuestro espinazo de punta a punta. Ella flota impalpable en el aire, en las palabras que parten y en las que llegan a puerto. Brota en lo fortuito. Pero su ofrenda no reclama pago alguno.

Y es por ello que abrimos esta edición de Guarida de los poetas con la segunda parte (de seis) de la amenísima conferencia que Jorge Luis Borges dictara sobre la ceguera, encuentro que forma parte de aquel ciclo de charlas del memorioso Borges, que luego fuera recogido en un precioso libro: Siete noches. A él se une Derek Walcott leyendo apacible uno de sus poemas. Luego, añadimos un trailer del film Ithaca, en el que escuchamos uno de los poemas más conocidos de la modernidad, aquel en el que el alejandrino Constantine Cavafy hace recuento de las humanas búsquedas y de vidas que pueden llegar a ser vividas como utopías, si no como susurros.

Y, haciendo honor a lo antedicho -que poesía está en toda hora y lugar- agregamos la mirada, el oído, la música, el canto y, si se quiere, la danza, en los siguientes clips: la mirada que capta la mirada, esto es, la poesía que hace morada en los ojos de los rostros contemplativos, gracias a las fotografías de Edward S. Curtis, maestro de las sombras; de seguidas, el juego del sonido, que nos muestra a un joven John Cage, un hombre excepcional, en uno de sus experimentalismos auditivos; después, aparece Dead Can Dance con una de sus hermosas composiciones y, para cerrar, los cantos Hanuman de la isla de Bali, ceremonia cuya melodía y danza rememoran el caos y creación del universo.
Salud!

Borges, La Ceguera 2da parte (de seis)
http://www.youtube.com/watch?v=UjJV1mpcDyU


Ithaca, Constantine Cavafy

Datos Film Cavafy, directed by Iannis Smaragdis. Music by Vangelis.
Το ποίημα "Ιθάκη" απο την τελευταία σκηνή της ταινίας "Καβάφης" του 1996. Σκηνοθεσία: Γιάννης Σμαραγδής. Μουσική: Βαγγέλης Παπαθανασίου.
http://www.youtube.com/watch?v=ixqmtE1ZcII

Derek Walcott

http://www.youtube.com/watch?v=Uxdjlqiz4q4



La mirada de Edward S. Curtis

http://www.youtube.com/watch?v=3ZIBxIu4MJg


Noise with John Cage







Dead can dance

http://www.youtube.com/watch?v=R1WaQmxrXdw

Cantos Hanuman, Bali. Del extraordinario film Baraka

http://www.youtube.com/watch?v=xgED0ZoIW5U


Fragmentarias - José Antonio Ramos Sucre: GRANIZADAS
Gradualmente iremos publicando los aforismos de Ramos Sucre, los cuales aparecieron bajo el título de Granizadas en Elite, Caracas, entre 1925 y 1929 (a un año de la muerte del poeta). De joven, tuve la fortuna de toparme con un librito preparado por el poeta y crítico Rafael Ángel Insausti, en el que se compilaban textos de Ramos Sucre publicados en periódicos y revistas, pero nunca antes recogidos en libro. Lo primero que leí de Ramos Sucre fue ese librito al que, acertadamente, Insausti colocara el título de LOS AIRES DEL PRESAGIO. Me impresionaron mucho sus aforismos, sus cartas y otros textos contenidos en ese libro. Ramos Sucre es un artesano del lenguaje, lo que puede comprobarse al leer sus cartas, aforismos, poemas o artículos. Y uno se lamenta de que el infortunio escondido en el ropaje de una insufrible hiperestesia no le haya permitido vivir una vida más cónsona con el sosiego.

Siempre me ha subyugado la concisión del género aforístico. Obviamente, el culto de ese género luce más sencillo de lo que, en realidad, resulta ser. Los pocos aforismos de Ramos Sucre que llegaron a ver la luz, recopilados -como dije- en LOS AIRES DEL PRESAGIO, exceden los requisitos de síntesis de este formulario tan del gusto de los escritores que suelen escarbar en zonas abisales para moldear un verbo cáustico o ironista. Claro que no todos sus textos son aforismos en el estricto sentido del término, algunas de sus reflexiones van un poco más allá del requisito de concisión que exige el género. Pero eso es precisamente lo interesante. Ramos Sucre, un hombre culturalmente formado, no se impuso bridas para la expresión del pensamiento, eso hubiera sido un culto al academicismo. Cuando se impuso bridas, lo hizo en aras de lograr una poética más concisa y menos redundante. Pero ese es otro derrotero. Conformémonos, por ahora, con abrir sus Granizadas con uno de sus más sintéticos aforismos que podamos traer a colación:

“…Un idioma es el universo traducido a ese idioma…”

¿No hay cierto dejo de modernidad en esta sentencia? ¿No hay cierto elemento de consaguinidad con Kafka, Niestzche o Cioran?

Salud!


GRANIZADAS

- Leer es un acto de servilismo.

- El bien es el mal menor.

- La vida es un despilfarro

- La vida es una afrenta; el organismo es una red de emuntorios.

- Vivir es morirse.

- Dios se ensaña con los pobres.

- Dios carece de existencia práctica.

- Dios es el soberano relegado y perezoso de una monarquía constitucional, en donde Satanás actúa de primer ministro.

- La verdad es el hecho.

- La filosofía nos pone en el caso de que la insultemos.

- La ignorancia nos lleva derecho al escepticismo, que es la actitud más juiciosa de nuestra mente.

- La historia consta de los hechos y de su explicación. Esta última es variable y sujeta a error, pero no debemos preocuparnos, porque el error es el principal agente de la civilización.


Fuente original: Elite, Caracas, 07 de Septiembre de 1929.
Compilación de Rafael Ángel Insausti: LOS AIRES DEL PRESAGIO, Caracas, Colección Rescate, 1960. Reedición: Monte Ávila Editores, Caracas 1976.


Página de José Antonio Ramos Sucre: 
http://www.facebook.com/pages/Jose-Antonio-Ramos-Sucre/31019639414?ref=mf