Hay una conexión entre el ser vivo que uno es (por efímero que luzca) y el ser vivo que respira "afuera", sea que le pensemos como mundo, madre natura, cosmos o firmamento. Somos parte de un espejo multidimensional en el que el todo se mira y se refleja. Alma = Cosmos. El alma es parte del cosmos como el cosmos es parte del alma.
Para magos como Merlín es el Dragón que suspira en todas las cosas, en el rumor del viento o en el vuelo de una libélula, pero -también- en aquello que nos supera en lo impensable por lo infinito o desmesurado de su esencia.
Gracias a la Magna Grecia podemos invocar la imagen de Dios Pan, que está en todas partes aunque en ninguna se le atisbe o aprecie fácilmente; pero luego el cristianismo, en su denodada lucha contra el paganismo, le deformaría para asociarle con la figura de Mefistófeles.
Es la historia de un error.
El ser humano se ha empecinado en instaurar la fábula de que somos únicos, indivisibles, maravillosos. Eso es verdad sólo en una ínfima parte, hemos segregado lo humilde de esa verdad. Y nos hemos intoxicado de egoísmo en su más purulenta versión. Toda inflamación, toda expansión, todo recrecimiento incontrolado termina por convertirse en pústula o tumor. Pero hemos perdido el ojo invisible, el que verdaderamente ve más allá de lo que pueden ver nuestros glóbulos oculares. O le hemos atrofiado, grosso modo hablando. Cuando a uno lo llama alguna voz para que contemple lo impensado, lo supuestamente fortuito de alguna experiencia es porque se han activado sentidos ocultos del ser, cual el habla interior, el oído interior, el ojo interior, en viva conexión con, llamémosle así, el Dragón.
lacl, Anotaciones Android, 13 de Junio, 2021, hora del pulmón.
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ESTAMPAS
( fotografías de lacl)
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