¿Libertad de decidir? lacl
A Maria Isabel
Saavedra Usandivaras
Excelente semblanza, querida Marechi. * Das, con el dardo, en el mero centro del blanco. Libertad. Tejer. Cooperación. Un amigo muy querido me decía, recién, lo fuerte que es esta situación por la que atraviesa la humanidad entera, sobre todo para quienes, como él y ¿por qué no decirlo? como yo, hemos visto a la familia desmembrada por la diáspora.
En nuestro caso, ya la cosa venía muy dolida, con esa ingente diáspora de que ha sido víctima un aluvión de conterráneos en los años previos. Esto aparte, hay una libertad que es interior. Nuestra libertad de decidir. Y de decidir lo que sea, desde lo más nimio hasta morir. Introduzco este punto álgido porque, si bien es cierto que en todas partes no es igual, pienso que -sin embargo- podemos atestiguar sobre una constante. Y es que la reconstrucción no puede venir de los gobiernos, ni de esa noción supuestamente salvadora que se oculta detrás de la palabra Estado. El Estado puede ser una belleza tan prometedora como la utopía. Pero intuyo que deberíamos tomar en cuenta, por siempre, que utopía es lo que no es y es lo que no será, el “No hay lugar” de Quevedo como sugerencia de definición y traducción del término a Medinilla, el traductor de la Utopía de Tomás Moro. Agreguemos un punto agravante. Hay millones de seres humanos que no tienen ninguna opción para decidir los asuntos relativos a su modus vivendi. El indiscriminado crecimiento de la población, sin tomar en consideración el futuro de los hijos que se traen al mundo, aunado a una ausente planificación en pro del ser humano, por parte de esos "Estados" plenipotenciarios que sólo gobiernan para minorías, ha devenido en una hambruna que amenaza con acelerarse en las décadas futuras. Es algo que se sale un tanto del contexto, pero pienso que hay que traerlo al tapete y de manera urgente.Llego a la bellota de tu alentador y hermoso texto: tejer. Tejer desde adentro hacia afuera, aunque también tejer tan sólo adentro, acaso un poco antes de tejer hacia afuera. Ese tejido va unido a nuestra libertad de decidir y a nuestra voluntad de ejercer nuestro libre albedrío. ¿Que no podemos ejercer la libertad donde un flagelo amenaza con colmar nuestras vías respiratorias hasta llevarnos a la tumba? Cierto. Vemos ahora, aunque no se crea, con menor intensidad, el flagelo del statu quo que llamamos cultura humana, con sus patrones seculares que se caracterizan por avasallar al individuo, a la indivisa persona humana, en este incipiente milenio que nos luce tan de malos presagios El confinamiento es un condicionamiento espacial que tiende a reducir nuestra espiritual necesidad de respirar a cielo abierto. Ahora podemos verlo un poco más de cerca todos los seres humanos. Pero tomando muy en cuenta al “lobo” acaso se pueda lograr esa reconstrucción de la que versas en tu glosa. Empero, supongo que ha de ser imperativo el tomar previsión del lobo que acecha en la jungla de nuestras almas. Antes de esta oleada de cambio que ha arribado con la pandemia del diecinueve, me parece que ya estaba incrustada en nuestra psique colectiva la pandemia de las pandemias: vileza y perversidad ya eran matrimonio consumado en el seno de muchas sociedades, familias, vecindades. De allí la enorme importancia de ese tejer creativo (casi provoca decir vegetativo) que nos propones, un poco silencioso, de reconstrucción de la tela que confecciona la camisa que abrocha al ser social.
Yo no le veo otra salida que una vuelta -en lo íntimo, en lo interior- a una educación ética, estética y, sobre todo, sentimental, una vuelta a las cosas pequeñas, que se toman como no importantes, una vuelta a ese hombro con hombro que nuestros ancestros profesaban de modo natural; en fin, una excursión con miras al rescate de las cosas más sencillas para los que, el común de la gente, no cree tener tiempo, un embuste más inoculado por esa filosofía de albañal para la que “el tiempo es oro”.
Tu conclusión es muy acertada. Sólo me atrevería a agrecar que para que se cumpla la reconstrucción del entramado social es perentorio que se opere un cambio ya no sólo de óptica ante el obstáculo, sino en la sensibilidad de cada ser humano, sobre todo en aquellos que ejercen funciones públicas, pues una gruesa parte de ese sector parece haber olvidado que son servidores públicos.
Gracias por estos planteamientos tan caros a nuestra hora.
Con
un abrazo!
lacl
…….
* Maria Isabel Saavedra Usandivaras, 27 de Octubre de 2020
Hay alternativas para mitigar el dolor psíquico que produce la pandemia.
Estar
en paz con esta extraña vida; aceptar lo que no entendemos; esperar
tranquilamente lo que viene; tienes que ser más sabio que yo.
M. C. Escher
La pandemia por coronavirus 2019 (COVID-19) es una emergencia de salud pública de preocupación internacional, con impactos sin precedentes en el siglo XXI. El confinamiento, los recursos de higiene del hogar y personal, más el tapabocas para la circulación imprescindible, denuncian por un lado, la rotura del tejido social, como así también, la rotura simbólica como ausencia en el léxico médico, de antecedentes históricos y científicos para abordar soluciones inmediatas. Los daños que la pandemia dejará a los estados aún no pueden calcularse, por cuanto no existe la fecha cierta del fin de la misma. Las secuelas no solamente se ven en los aspectos económicos de los países, sino también en la economía psíquica de las poblaciones que resisten los embates del mal. Algunas de ellas, fueron consideradas en otras oportunidades históricas de catástrofes. Por tal motivo, las características de esta pandemia mundial, permiten predecir algunas secuelas psicológicas, como duelos complejos, pérdidas, estrés postraumático, incremento de la ansiedad, insomnio, violencia intrafamiliar, desasosiego por la frustración de planes, proyectos y circulación libre de peligros de contagios.
Las pérdidas escolares para los niños significan el detenimiento de los procesos aprendizajes de la empatía, la socialización y el aprendizaje de reglas en los juegos sociales. En adultos medios se observa la angustiosa incertidumbre de sus inserciones laborales futuras y en el adulto mayor, la desesperanza por la privación de sus contactos fundamentales.
La aporía (dificultad) para sobrellevar el aislamiento impuesto por las políticas sanitarias o, la supuesta “libertad” de negar las medidas de protección, traen el agravamiento de la conflictividad social.
¿Quedan entonces, alternativas a la mano?
Se puede considerar seriamente la experiencia de la Resiliencia como: Un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan acceder al bienestar psicofísico a pesar de las adversidades.
La psicóloga peruana Roxana Dubreil manifestó en una entrevista: “Mi interés por el concepto de Resiliencia, surgió a raíz de leer a Víktor Frankl hace muchos años, quien planteaba que a pesar de las terribles circunstancias en las que uno puede encontrarse, nadie puede quitar la última de las libertades, la libertad de elegir la actitud que se toma ante las circunstancias que tocan vivir.”
El psiquiatra y neurólogo francés Boris Cyrulnik, considerando lo traumático de la situación actual mundial como rotura de la trama histórico- social, emplea la metáfora del tejido, queriendo significar que la resiliencia se entrelaza con varios elementos en un proceso dinámico. En la mayoría de los casos, es el contacto con “un otro” el que abre la posibilidad de tejer una resiliencia: es la mirada amistosa, la escucha atenta y respetuosa, el apoyo de una persona lo que permite iniciar un proceso de resiliencia.
El proceso de tejido, restaura los hilos de la red que han sido fragmentados y uno de los orígenes de la resiliencia es el comienzo del ejercicio del arte de tejer, “quizá de tejerse a sí mismo –dice el autor-, como corresponde a un ser humano que se constituye en sujeto de su propia historia. En esa metamorfosis o cambio, bajo la mirada de Cyrulnik, el proceso de resiliencia “no supone nunca un retorno ad integrum, a un estado anterior a la ocurrencia del trauma o la situación de adversidad: ya nada es lo mismo.”
Si la actual pandemia emergente del COVID-19, implica un aumento de factores psicopatológicos de la población, las respuestas inteligentes en post-pandemia, por parte de los gobiernos que no nieguen el trauma, han de tener en cuenta entre sus planes, que la reconstrucción del entramado social, es una tarea de conjunto.
María Isabel Saavedra
– Chilecito, Octubre 2020
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