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jueves, 7 de julio de 2016

No deja de ser extraño el que un diario no pueda llevarse siempre, Elias Canetti.


Luminosa glosa sobre el diario, de Elias Canetti. Provoca reproducirla entera, pero mis dedos y mi visión se resisten, luego agrego los otros párrafos. Memorable. 
(lacl)


En el diario uno habla consigo mismo. Quien no logra hacerlo, quien ve frente a él a un auditorio, aunque sea futuro, después de su muerte, está falseando. No es éste el lugar para referirse a esos diarios falsificados. También pueden tener cierto valor. Hay algunos que poseen una fascinación increíble; lo que interesa en ellos son las proporciones de la falsificación. Su atractivo depende del talento del falsificador. Pero lo que ahora quisiera abordar es el diario auténtico, mucho más raro e importante. ¿Qué sentido tiene para quien lo escribe, es decir, para alguien que de todos modos escribe muchísimo, porque su profesión es escribir?

No deja de ser extraño el que un diario no pueda llevarse siempre: hay largos periodos durante los cuales lo esquivamos como algo peligroso, casi como un vicio. No siempre estamos descontentos con nosotros mismos y con los demás. Hay épocas de exaltación y de indudable dicha personal. En la vida de un hombre para quien la propensión al conocimiento se ha convertido en una segunda naturaleza, esas épocas no pueden ser muy frecuentes. Por eso mismo le parecerán tanto más preciosas y tendrá miedo de deteriorarlas si las toca. Como lo apoyan -igual que a cualquier otro- durante el resto, mucho mayor, de su existencia, las necesita y por eso no las toca: les deja su aura de milagros incomprensibles. Sólo su hundimiento lo obligará a reflexionar de nuevo. ¿Cómo ha llegado a perderlas? ¿Qué cosa se las ha destruido? Y en ese momento reanuda el diálogo consigo mismo.

Elias Canetti, de la sección Diarios, en Diálogo con el interlocutor cruel, 1965. Tomado del libro Conciencia de las palabras.   





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