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domingo, 4 de agosto de 2013

Pensamientos infantiles en el anzuelo de la memoria.



El video que dio motivo a las palabras que se inician en el siguiente párrafo y el cual reproducimos abajo me lo ha enviado Yineska. Puede uno estar o no de acuerdo con todo o parte de lo allí expresado. Pero eso no es lo que deseo destacar. Algunos de sus postulados dan para escribir mucho, demasiado. O, simplemente, para reducirlo todo a un adagio. Pero no me hallo en condiciones de convocar esa exquisita sencillez en esta ficción que llamamos el ahora.

Muchas de las cosas que dice al principio este trabajo, fueron parte de mis pensamientos infantiles. Siempre que se me dictan las cosas que escribo, en ellas mucho se habla de alvéolos, pulmones, respiración, aire, cielo, espiración, hálito, aliento, inspiración, porosidad, transmigración, ósmosis y correspondencias entre alma y cosmos. Desde muy pequeño intuía o, digamos, se me aparecían abstractos pensamientos en los que se me revelaba que somos espacio vacío y, por lo tanto (deducía mi raciocinio de niño), habíamos de ser viva parte del cosmos, parte de un cielo poblado de estrellas; y que esos astros estarían también, como nosotros, colmados de espacio vacío. Cuál sea la razón de que tales pensamientos se bordaran en mi asombro de infante, no lo sabría explicar, pero eso vino en mí. No estaba en mí el evitarlo, no estaba en mí el esquivarlo ni, siquiera, padecerlo con temor o aprensión. No me considero un elegido. No lo soy. Sencillamente, toda la vida me han atacado estas preguntas que, seguramente, han atacado a todos. Acaso a mí me asiste es la memoria, como a tantos otros.

En cualquier caso, lo más curioso de todo es que, en la desprotegida mente del niño, más allá del techo en que, noche a noche, se depositaban sus ojos, hasta lograr traspasarlo o cruzarlo con una mirada capaz de llegar a los cielos, más allá de las nubes nocturnas, más allá de una vacía densidad que pudiéramos calificar de éter; una mirada capaz de detenerse y recrearse en puñados de astros y nebulosas bailando con un donaire que ya quisiera tener la más etérea y ligera de las bailarinas, para luego seguir de largo, en viaje interminable hacia un fondo inacabado, hasta llegar a un punto casi de no retorno, a punto de desfallecer en el vértigo, vibraba entonces el hermoso aunque inconmensurable rostro de una mujer, un rostro que no podía ser contemplado por entero, en su inmensidad. Y sin embargo, visible. Y, sin embargo, amable. Y, sin embargo, hermoso.

Esto es lo único que puedo decir a falta de la magia de un compendiador adagio.
Y gracias le doy a Yineska por este viaje a la semilla que me ha puesto a memorar...

Salud!
(31 de Julio de 2013)
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http://www.youtube.com/watch?v=9QlgtkOxR4Y&list=PL3B390F4EFDD50525

 Vista desde El Ávila, subiendo por el camino real, la antigua entrada a Caracas.



1 comentario:

Solange Noguera dijo...

Gracias por la referencia a este post dentro de otra red social. Para mí es muy enriquecedor conocer y reconocer información que aún cuando no la domino desde un pliego académico, precisamente me ha impulsado a encontrar respuestas y muchas más preguntas, desde mi quehacer como profesional, pero por sobre todas las cosas como ser humano.
Cuando era niña, me impresionaba la idea de ese Dios omnisciente y omnipotente, preguntaba a mis maestras, unas religiosas que solo podían hablarme desde su única verdad. No puedo entender el mundo que me rodea desde una sola postura, de allí mi repulsa y mi rebelión ante lo impuesto, sin mayor argumento que la soberbia de una creencia que pretende unificar lo maravilloso de la diversidad. Me cobijo en un Dios muy afín a la idea de Spinoza y su aporte panteísta aunque no puedo renegar de mi formación espiritual y no por impuesta, sino por complicidad, con una deidad humanizada, de cabellos largos y especial barba, que es el receptor de dudas y reproches, así como también de dudas e inquietudes.
Leo este vídeo y recuerdo las escenas que introducen a la película el "Árbol de la Vida" de Terrence Malick y me maravillo ante ese universo lleno de polvo de estrellas, de donde somos parte.
Soy una ingeniero en lucha permanente con la preponderancia de mi hemisferio cerebral izquierdo cuando desea imponer sus características resaltantes y es por ello que refugios como este espacio y tantos que visito para cobijarme, me permiten encontrar ese equilibrio tan necesario para administrar este mundo tan disparatado. El hemisferio derecho es algo tímido y es importante ser constantes en invitarlo a participar de nuestros pensamientos.
Esto no ha sido fácil, me ha valido desarraigos y recogimientos en soledad, abandonando ciertos afectos y amistades que ya no son tanto, que no comprenden mis dudas y mis temores. No hay forma ...
Sigo en la vía, insisto en esto con mis estudiantes.
Lo abrazo y agradezco muchísimo esta oportunidad.