Por
esos calendarios equivocados que rigen nuestras almas. Es una tela cosida con
retazos. Porque eso somos, retazos intentando recomponer la quebrada joya que
nos envuelve es que acá hago las veces de altavoz...
(lacl)
"A
la sombra de los destellos"
Esta
sí es una penitencia:
llegar
a ver hondo
y
sobrevivir en la superficie.
Cuando
se pierde el tacto ornamental,
hasta
los devotos de la poesía se quejan.
A
pesar del dinero,
el
mal gusto
y
la melancolía encubierta
con
mínimas galas insinuantes,
aquellas
putas fueron
condignas
sacerdotisas del cuerpo.
Prefirió
las palabras de las plazas y los arrabales,
las
tomó y con ellas formó su decir;
por
eso no pudo ser un hacedor de literatura.
Ser
el de la algarabía en el bar,
ser
uno más en la tribuna del estadio,
ser
el de los reclamos colectivos en la calle,
ser
también multitud
y
aun así tener voz propia.
Once
niños lloraban
por
un gol en contra.
No
les faltaba razón:
la
vida se puede perder uno a cero.
Difícil
resistirse a esa tentación:
chocar
los vasos,
dar
en el chiste
y
dejar la seriedad
para
los aspirantes al mármol.
La
palabra no es ella sola,
es
carne que tiembla
y
sangre que corre,
es
río crecido en la boca
de
quien le sigue el paso.
Se
refocila en la garganta de quien desea
y
borbotea en la boca de quien ama.
Viene
sin reparos
desde
los suburbios del espíritu,
se
alimenta en los arrabales del fracaso
y
muchas veces le da por lucirse
en
las vitrinas del éxito,
donde
se venden los rufianes de las ideas.
Un
calendario equivocado
rige
mi alma,
por
eso sabe cuánto pesan
las
nuevas apostasías.
En
la bulliciosa soledad
de
un bar de mala muerte
se
presentó palpitante
un
momento sin linderos.
.
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