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domingo, 18 de agosto de 2013

A la sombra de los destellos (libro inédito de Mario Amengual)



Por esos calendarios equivocados que rigen nuestras almas. Es una tela cosida con retazos. Porque eso somos, retazos intentando recomponer la quebrada joya que nos envuelve es que acá hago las veces de altavoz...

(lacl)


"A la sombra de los destellos"

Esta sí es una penitencia:
llegar a ver hondo
y sobrevivir en la superficie.


Cuando se pierde el tacto ornamental,
hasta los devotos de la poesía se quejan.


A pesar del dinero,
el mal gusto
y la melancolía encubierta
con mínimas galas insinuantes,
aquellas putas fueron
condignas sacerdotisas del cuerpo.


Prefirió las palabras de las plazas y los arrabales,
las tomó y con ellas formó su decir;
por eso no pudo ser un hacedor de literatura.


Ser el de la algarabía en el bar,
ser uno más en la tribuna del estadio,
ser el de los reclamos colectivos en la calle,
ser también multitud
y aun así tener voz propia.


Once niños lloraban
por un gol en contra.
No les faltaba razón:
la vida se puede perder uno a cero.


Difícil resistirse a esa tentación:
chocar los vasos,
dar en el chiste
y dejar la seriedad
para los aspirantes al mármol.


La palabra no es ella sola,
es carne que tiembla
y sangre que corre,
es río crecido en la boca
de quien le sigue el paso.
Se refocila en la garganta de quien desea
y borbotea en la boca de quien ama.
Viene sin reparos
desde los suburbios del espíritu,
se alimenta en los arrabales del fracaso
y muchas veces le da por lucirse
en las vitrinas del éxito,
donde se venden los rufianes de las ideas.


Un calendario equivocado
rige mi alma,
por eso sabe cuánto pesan
las nuevas apostasías.


En la bulliciosa soledad
de un bar de mala muerte
se presentó palpitante
un momento sin linderos.

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