Hago siega de algunos bocetos pergeñados en ese periodo de crispación que hemos vivido en este simulacro que llamamos patria. Otros, que ni me imaginaba haber escrito (debo haber estado hipnotizado), no los coloco aquí, por ser más extensos que estos bosquejos...
Salud,
Salud,
lacl
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25 de Marzo,
2014.
"...Tengo
los tiempos algo trastocados o trastrocados, como para hacerle contrapunto a
esta sinfonía de la disonancia que es nuestro sainete de país. Tanto es así,
que los sueños andan realengos o ariscos y no se dejan echar brida. Es natural
que así sea, los sueños, tal como las ocasiones en que deciden hacer presencia,
son impredecibles; pero en estos días y noches andan algo exaltados, acaso como
conviene a una patria que se asemeja a un contrahecho ser. Hace poco soñé con
un aquelarre gestado a orillas de la cama, estábamos invadidos por una especie
de mercado persa al que poco le importaba lo que en el lecho pudiera acaecer;
la presencia de Eros, Psique, Mnemosine o Morfeo muy sin cuidado les tenía y
hacían muy animada vida en los contornos del lecho.
Y algunas
noches antes, ya nos había rondado otro aquelarre, pero esta vez asediando
puertas y ventanas de la casa y en tono mucho más intimidante y amenazador. Una
secta de brujos aviesos intentaba penetrar en la estancia y yo, que sabía de su
asedio desde el fondo de mi ensueño, no lograba salir de la alucinación para
despertar a los míos y protegerles. Bastaba con mi retorno a la vigilia para
conjurar el peligro, eso estaba escrito en el aire. Así que lo tomé por un
significativo aviso para nuestras horas de ayuno para con el descansado sueño.
Creo que es la primera vez en mi vida, que mi propia voz, vociferante, me
despierta, rugiendo desde el fondo de un abismo interior. Una de esas entidades
intentaba penetrar en mi pecho y tomar mi corazón en prenda. Al salir del sueño
desendemonié la amenaza retorciéndole la muñeca. La figura desapareció. Sospecho
que no he de ser el único que tiene las horas trastocadas, casi puedo vaticinar
el sopor de los trasnochos; pero también sospecho que los desvelos y ensueños
tejen, a toda hora, una suerte de lienzo de acalladas voces, armando la
urdimbre de lo que va a ser..."
(Nota
para mi Cuaderno Elefante, adonde van destinadas mayormente mis torpezas. Los
sensibles y delicados elefantes no han de tener la culpa...)
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22 de Marzo,
2014.
¿Quién iría a
creer, con todo y el dislate de país -dislate de lo humano- en el que nos tocó
nacer, que habríamos de llegar a ver la pústula de una enfermedad del alma que
sólo se presenta en pueblos que han tocado el fondo de ríos tenebrosos? ¿Habríamos
imaginado tal deterioro, tal curva hacia el abismo, medio siglo atrás?
¿Intuíamos, acaso soterradamente, que al lado de la natural concordia y buen humor del hijo de estas
tierras agraciadas por madre natura, acechaba un hambriento y desnaturalizado
ser, agitado por las sigilosas sombras de una disimulada perversidad? Es
bochornoso tener que aceptar esa posibilidad de ser pasto, como pueblo, de la
misma enfermedad que en otras regiones y tiempos se ha ensañado con el hombre;
tener que dar cuenta de nuestra indefensión espiritual, del aniquilamiento del
sentimiento de piedad en nuestros corazones.
Eso es lo que ha acaecido aquí, no desde hace dos décadas, con la irrupción de un caudillismo populista-justiciero y homicida, no desde hace cinco décadas y media, con la irrupción de una expoliada democracia, tampoco exenta de manchas y que bien supo acabar con las promesas; ni mucho menos, desde hace seis décadas y media, con la irrupción de una dictadura de progresista y fratricida hormigón, esto viene de raíz. Estos martirios los padecimos en los días de Miranda y Bolívar. Ellos se llevaron su parte de ignominia de mano de sus propios hermanos. Y los vivimos en los días de Simón Rodríguez, de José María Vargas y de Cecilio Acosta, pero también en los de los Guzmán, los Castro y los Gómez. Y aflora cada cierto tiempo, cual un telúrico movimiento de fondo que pretende arrasar con todo lo que se anteponga a su paso. Esto que vivimos en lo colectivo parece ser telón de fondo de una obra de larguísimo aliento, la cual no ha llegado aún al entremés. Aboguemos y oremos porque se avengan los días de los Rodríguez, Vargas y Acosta. Que en cada pecho de joven insufle la libertaria vena de la armonía. Obra gruesa, la de tener que lidiar con tanto incauto dispuesto a alzar la mano para someter al vecino.
Eso es lo que ha acaecido aquí, no desde hace dos décadas, con la irrupción de un caudillismo populista-justiciero y homicida, no desde hace cinco décadas y media, con la irrupción de una expoliada democracia, tampoco exenta de manchas y que bien supo acabar con las promesas; ni mucho menos, desde hace seis décadas y media, con la irrupción de una dictadura de progresista y fratricida hormigón, esto viene de raíz. Estos martirios los padecimos en los días de Miranda y Bolívar. Ellos se llevaron su parte de ignominia de mano de sus propios hermanos. Y los vivimos en los días de Simón Rodríguez, de José María Vargas y de Cecilio Acosta, pero también en los de los Guzmán, los Castro y los Gómez. Y aflora cada cierto tiempo, cual un telúrico movimiento de fondo que pretende arrasar con todo lo que se anteponga a su paso. Esto que vivimos en lo colectivo parece ser telón de fondo de una obra de larguísimo aliento, la cual no ha llegado aún al entremés. Aboguemos y oremos porque se avengan los días de los Rodríguez, Vargas y Acosta. Que en cada pecho de joven insufle la libertaria vena de la armonía. Obra gruesa, la de tener que lidiar con tanto incauto dispuesto a alzar la mano para someter al vecino.
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19 de Marzo,
2014.
Lo que aquí
vivimos es una experiencia "psicoto-mimética"... La alucinación como política de
estado...
(El término "psicotomimético" fue popularizado en Venezuela por el locutor de radio Cappy Donzella, en los años setenta...)
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12 de Marzo, 2014.
Una frase de Chesterton me ha
subyugado. La traduzco:
La crueldad es, quizás, el más
horrible ejemplo del pecado. La crueldad intelectual es, ciertamente, el más
horrible ejemplo de crueldad.
Cruelty is, perhaps, the worst kind of sin. Intellectual cruelty is certainly
the worst kind of cruelty.
G.
K. Chesterton
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11
de Marzo, 2014.
Me
ha despertado una pesadilla, hace cuestión de un par de horas. Hace muy largo
tiempo que no me sobrevenía una de estas manifestaciones de la psique, de
asfixiante tono de alarma. No voy a narrar nada aquí a detalles, ha sido un
asunto de seres del demonio rodeando mi casa en horas de la noche, para entrar
y propagar un maleficio de inframundo, y yo sin poder salir del sueño para
conjurarles el mal y proteger a los míos. Creo que me ha despertado mi ahogada voz.
De
eso se trata, más o menos, la moderna lucha del individuo que, a lo largo y
ancho de este hermoso mundo, forma una inmensa masa de seres, pero que desde
una perspectiva inmanente, personal, se siente agobiado y aislado, en medio de
una perenne lucha con un statu quo represor. Sucede en muchas esquinas del
orbe. Claro, creo que, por desgracia, nuestra tierra es uno de los ombligos
principales por donde están aflorando esas fuerzas “ctónicas” que amenazan con
arrasar con todo. ¿Quién lo hubiera creído?
No
sé si es que algo en mí había perdido un tanto la esperanza, pero es que yo
mismo me sorprendí ayer al leer unas líneas esbozadas hace 7 años. Di con ellas
en una especie de juego, algo que nunca había hecho, revisar las fotos y no los
textos que he subido a mi blog, desde sus inicios, un divertimento por medio
del cual hasta descubrí que puedo etiquetar a alguno que otro amigo...
Pero
me secuestró un grupo de imágenes, las subidas junto a una carta abierta y sin
destinatario definido y un inciso agregado luego a la misma. Y, al ir al texto
del enlace y leer, fotos y letras me llevaron a pensar en la disyuntiva de si
realmente existe el eterno retorno, de si existe un rizo del tiempo dentro del
tiempo, pero también en la posibilidad de lo que pudiéramos llamar un escamoteo
del tiempo o, incluso, de si cabe la posibilidad del tiempo detenido. Pues tal
me ha parecido la celada de hallarme parado, detenido en el mismo punto de hace
7 años. Y constatar nuevamente que las fuerzas sombrías, las cuales yacen en el
fondo de la psique (¿a qué dudarlo? existen y son tanto o más peligrosas que
100 bombas de neutrón) ya no diría que parecen intentar, sino que de hecho,
intentan -con todas sus fuerzas- arrastrar a las fuerzas vivas de la humanidad
hacia un completo desastre.
Son
alarmas que se disparan en el seno de toda psique. Incluso en las de quienes se
hallan poseídos por esta enfermedad de alma que les impulsa a lanzarse al
precipicio, pero llevándose a todos con ellos. No sabemos lo que sucederá, en
nuestro entorno más cercano y en el que se manifiesta en otras esferas del
orbe, pero al menos hay que intentar pasar una palabra de apremio a todo
vecino. Un apremio que clama por llevar solaz a los desesperados, tanto para
los que -cual los aterradores “orcos” del “Señor de los anillos”- sólo saben
que deben acabar con todo de una vez, como para los que, deseando conciliar su
río interior con el solaz que es connatural a la dulzura del mundo, no saben
cómo lidiar con este desatado arrebato que clama por la autodestrucción.
Nosotros no es que sepamos cómo, pero intuimos que una palabra de aliento puede
ayudar más que cualquier arma.
Pido disculpas por haber apelado a una palabra de poco uso en la diaria conversa, pero es que no he hallado otra voz más apropiada que la palabra “ctónica” para pintar el cuadro.
Tomo una breve descripción del término para redondear el sentido de lo que les deseo comunicar:
“…En mitología y religión, y en particular en la griega, el término ctónico (del griego antiguo χθόνιος khthónios, ‘perteneciente a la tierra’, ‘de tierra’) designa o hace referencia a los dioses o espíritus del inframundo, por oposición a las deidades celestes. A veces también se los denomina telúricos (del latín tellus).
La palabra griega χθών khthốn es una de las varias que se usan para ‘tierra’ y se refiere típicamente al interior del suelo más que a la superficie de la tierra (como hace γαιη gaie o γη o γε ge) o a la tierra como territorio (como hace χώρα khora). Evoca al mismo tiempo la abundancia y la tumba…”
P. S. Le glosa a que se hace referencia en la presente, puede leerse en:
http://letrascontraletras.blogspot.com/2007/10/inciso-en-torno-una-carta-desde-caracas.html
Pido disculpas por haber apelado a una palabra de poco uso en la diaria conversa, pero es que no he hallado otra voz más apropiada que la palabra “ctónica” para pintar el cuadro.
Tomo una breve descripción del término para redondear el sentido de lo que les deseo comunicar:
“…En mitología y religión, y en particular en la griega, el término ctónico (del griego antiguo χθόνιος khthónios, ‘perteneciente a la tierra’, ‘de tierra’) designa o hace referencia a los dioses o espíritus del inframundo, por oposición a las deidades celestes. A veces también se los denomina telúricos (del latín tellus).
La palabra griega χθών khthốn es una de las varias que se usan para ‘tierra’ y se refiere típicamente al interior del suelo más que a la superficie de la tierra (como hace γαιη gaie o γη o γε ge) o a la tierra como territorio (como hace χώρα khora). Evoca al mismo tiempo la abundancia y la tumba…”
P. S. Le glosa a que se hace referencia en la presente, puede leerse en:
http://letrascontraletras.blogspot.com/2007/10/inciso-en-torno-una-carta-desde-caracas.html
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10 de Marzo, 2014.
El hombre no ha aprendido a vivir sin
miedo a vivir libremente.
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26 de febrero, 2014.
Cuando la mentira se convierte en
Credo, comienzan a rodar cabezas.
Apotegmas
contra la peste, Anselmo di Testarutto, Turín, 1935.
(no poseo imágenes de mi ancestro)
(no poseo imágenes de mi ancestro)
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23 de febrero, 2014.
Le decía una vez a un amigo, que ya no
nos quedan muchos recovecos de regalada paz en el mundo; que el orbe se ha
vuelto pequeño en virtud del empequeñecimiento del ser humano, pues
testificamos el contagio de esa enfermedad cuyo síntoma cardinal es el regodeo
en el sufrimiento ajeno...
Claro que no todo está perdido. La
humanidad avanza silenciosa y soterradamente en lo sensible, a la par que lo
hace airada y estruendosamente en lo nefasto y epidérmico. Lo visible o, mejor,
lo patente, es lo que una jauría de hienas, sin sentido de
manada, proyecta a los aires con venas henchidas… Y que me perdonen las hienas,
pero ellas saben que salen ganando en la comparación.
Pero por debajo, en el río subterráneo
de las almas, persiste un canto de veracidad, aquel que no persigue convencer a
nadie con sus pausas y silencios, con sus armonías que se sellan en el pulso
compartido, con sus envites y convites al solaz que da el buen vino que se
brinda en los escondrijos de la compasión.
José Antonio Ramos Sucre no tuvo
alternativas, creo yo, y sólo pudo bordar en torno al corazón, apoyándose en
una gigantesca hipérbole. Hay ciertas soledades que viven como en el destierro,
y cuyo recogimiento no atina a solazarse en los amorosos brillos del espejo de
las almas…
Supo además, José Antonio, que la piedad había sido domeñada y
reducida a respirar en catacumbas. No fue un pesimista, tal como se ha
pretendido etiquetar modernamente al tipo de poeta que señala los lunares de la
humanidad: ése al que se tacha de desadaptado porque no comprende hacia dónde
debe enrumbar sus pasos, para ponerse al ritmo del “humano progreso”. Antes,
fue un visionario cabal a quien le lastimaban las desatinos de la vida, tal
como fueron edificados por los suyos.
Su vida fue en algo similar al gesto de
quien, por virtud, rechaza la copa de aguamiel…
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14 de febrero, 2014
Esta
mañana, al abrir un tomo con los poemas de Cesar Vallejo...
Va
dedicado a los jóvenes que presienten que "algo huele a podrido en
el Reino de Dinamarca".
XLI
La
Muerte de rodillas mana
su
sangre blanca que no es sangre.
Se
huele a garantía.
Pero
ya me quiero reír.
Murmúrase
algo por allí. Callan.
Alguien
silba valor de lado,
y
hasta se contaría en par
veintitrés
costillas que se echan de menos
entre
sí, a ambos costados; se contaría
en
par también, toda la fila
de
trapecios escoltas.
En
tanto, el redoblante policial
(otra
vez me quiero reír)
se
desquita y nos tunde a palos,
dale
y dale,
de
membrana a membrana,
tas
con
tas.
(Cesar
Vallejo, de su poemario Trilce.)
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13 de febrero, 2014
Luego
de mirar la luna,
mi
sombra conmigo,
volvió
a casa.
(Ryokan, poeta y monje zen)
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