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martes, 31 de julio de 2007

Walt Whitman's America. De su propia voz (1890) - Walt Whitman Reads from "America" (1890) / Walt sigue, entre siesta y siesta, celebrando y celebrándonos en su poesía, lacl - Homenaje, Cuadernario.












Walt Whitman's America. De su propia voz (1890)


Nota del 14 de Enero, 2011.-
En vista de que el video colocado originalmente fue removido, coloco otras dos versiones... No soy muy partidario de las animaciones, pero al menos podemos escuchar la voz del viejo Walt...


http://www.youtube.com/watch?v=Z8YYXjFvjkw&feature=related




martes 31 de julio de 2007

w

Walt sigue, entre siesta y siesta,
celebrando y celebrándonos en su poesía.

a más de un siglo de su partida,
siguió creciendo la hiedra
de una deliberación huera de sentidos;
a más de un siglo de distancia
se siguió fortaleciendo el reino de las censuras
y las vejaciones,
de los laureles ostentosos y los panegíricos;
mas no por ello su alabanza
ha quedado huérfana de levitación.

y no porque padezcamos el mundo del hombre,
un imperio despojado de alabanzas
y saqueado por los bárbaros,
Walt ha dejado de cantarnos
ese su poema único,
trajeado de mil formas
y milenarios versos;
él nos sigue entonando en sus canciones
mientras, elípticamente, desnuda
toda insensatez de la razón
y alumbra las apetencias de nuestros corazones,
comulgantes con el vasto cielo
o las más ínfimas partículas de creación.

la comedia del poder
en su canto fue desarmada,
no por la imagen ideal
que la razón se formó de cada cosa,
sino por la imagen espiritual
que de cada cosa se formó el sentido.

de la figura del poeta él nos dijo:
"...sus pensamientos son los himnos de alabanza de las cosas..."


Cuadernario. Común presencia editores, Colección Los Conjurados, Bogotá, 2007


Esta suerte de glosa o tentativa poética corresponde a la letra W. de un pequeño cuaderno telefónico, en el cual se escribió lo que luego intitulé Cuadernario y que este año fuera publicado en la Colección Los Conjurados de Común Presencia Editores. Cupo la suerte de que tal cuaderno hubiera sido confeccionado con la particularidad de incluir, al menos, unas cuatro páginas por cada letra del alfabeto. Y una mañana, en la que una luminosidad asombrosamente excepcional comenzara a juguetear con una exaltación rumorosa de mi espíritu, acaeció que una voz me ordenara dar inicio a una escritura libre y desenfadada sobre las páginas de tal cuaderno. Lo lúdico y, si se quiere, lo curioso del mandato es que tal voz me imponía iniciar cada texto, nota o imagen con la letra correspondiente a la página en cuestión. Así escribí, en la letra A, un texto un tanto extravagante para lo que, al menos yo, pudiera considerar mi “estilo” personal. Otros textos se escribieron, uno tras otro, hasta la letra E o la F. Luego me tocó dejar en reposo el cuaderno, por varios meses, antes de volver a esbozar cualquier otro intento entre sus páginas. Esta operación se repitió en el transcurso de unos cinco o seis años y acaso a ello ha de atribuirse su aire de heterogeneidad. No había prisas. Nunca escribí nada que no necesitara escribir en él, y cuando lo hice fue siempre atendiendo al llamado inicial, esto es, principiando cada texto, nota o asomo poético, con la enunciación de la letra correspondiente a aquella página que quedaba libre en el cuaderno. No lo considero un libro trascendente. Acaso contenga algún que otro texto que tenga algún valor. Eso es lo que menos me importa, siempre ha sido así con todo lo que escribo. Creo que los seres humanos le damos una recargada importancia a nuestras huellas personales, olvidando otorgarle el justo prevalecer al anonimato del vivir. Podemos ser fidedignos a la hora de correr el velo de nuestro ser y de nuestras indagaciones; es más, es natural que deseemos serlo, dado que ello es expresión de un llamado ineludible, pero ¿será esa misión exteriorizadora la prenda última y más preciada en el íntimo decurso de una vida? De ello no estaría tan seguro. Con todo, debo admitir que tampoco estoy exento de esa necesidad de exteriorizar lo que podríamos calificar como mis angustias y aspiraciones. En fin de cuentas, es éste más un cuaderno de obsesiones que de poesía. Acaso pueda librarme el consuelo de que algunas de nuestras obsesiones sean parientes muy cercanas de la poesía.

lacl
Agregamos otro enlace con la voz de Whitman...

Nota: Los videos que se publican acá sólo se divulgan con un interés eminentemente cultural. Si el video no abre dentro del Blog, puede verse en la red YouTube. Simplemente hay que ir a esa red para contemplar esta maravilla.



http://www.youtube.com/watch?v=5IeIN3WE4lI

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