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viernes, 9 de noviembre de 2018

El impío, Jose Antonio Ramos Sucre. Las formas del fuego, 1929. / Andrei Rublev, film de Tarkovski






Es como que Ramos Sucre hubiera anticipado o visto en sueños el filme de Tarkovsky. Por cierto, que se suele escribir así su apellido, aun cuando el propio Andrei lo escribía con "i" latina... O es como que Tarkovski (para complacer a Andrei) hubiera leído a Ramos Sucre…

Una apretada joya es esta glosa de Ramos Sucre, un maestro en comprimir la humana condición en breves, pero muy trabajadas cuartillas.
Salud!
lacl 



El impío


El ciervo del abad se ha acogido a la iglesia, librándose de los perros sanguinarios. Oye, desde su refugio, el grito del cazador. Descansa del peligro bajo una luz velada, atisbo del infinito.

El cazador amedrenta los humildes, señalándolos a la jauría frenética. Ríe estrepitosamente de su capricho de señor.

Sube las gradas de la iglesia, camino de su pórtico, sobre un caballo de pisada firme. Apellida los canes, desde el umbral, por medio de una bocina irreverente.

El abad, indignado por la irrupción del sonido, resiste al profano, arredra la jauría feral.

El caballo emprende súbita carrera y desaparece en un precipicio, llevando su jinete.

Los canes aúllan en torno de un sumidero calcinado.


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José Antonio Ramos Sucre. Las formas del fuego, 1929.

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Andrei Rublev, film de Tarkovski





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