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sábado, 23 de abril de 2016

Apotegmas contra la peste, Anselmo di Testarutto, Turín, 1935 / Ofrenda para el escucha



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Abril ha sido un mes secretamente musical. En el colmo de la sequía y la calina, en el cenit de la asfixia repartida por un mundo humano que se esmera por hacer desfallecer las maravillas de ese entorno que tan bellamente alguna vez llamara Don Alfonso Reyes "la dulzura ambiente", en el agobio del inhumano entorno que ensalza la trapacería y eleva loas a una muerte que se cumple por aniquilación, la música ha estado allí, dejándose pulsar para salvarnos, deshilvanando sus puntadas en el aire para hilvanar las almas desarmadas.


(lacl)
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A pesar del lamentado extravío de las notas de Don Anselmo, siguen apareciendo algunos retazos del desconocido anotador…
(lacl) 

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En literatura los temas y variaciones han de estar permitidos, en el entendido de que se trata del  inicio de nuevos derroteros, de un ensayo del andar por nuevos senderos, partiendo de una idea o motivo ancestralmente ya visitados (bien sea anónimamente -como en los legados de la literatura oral- o por autores bien conocidos. ¿Si no fueran dables estas libertades, qué sería de las recreadas maravillas que nos legara Shakespeare, por poner un caso? 

En cuanto al plagio, un escritor íntegro sólo debería permitirse tal descaro cuando lo acomete en contra de su propia obra. Es de suponer que lo hace con el altruista fin de darle un mejor uso a algo antedicho. 

Y, a juicio personal, todo parafraseo debería incluir siempre, de manera elegante, la fuente de donde proviene la idea o motivo de la que ha nacido o devenido una disertación. 

Quienes venden, a conciencia, ideas antepuestas y señaladas como propias, sólo llegan a la miseria de ser deshonestos vendedores. Pero los que entran con escalpelo a cercenar cedazos de la creación de terceros para mostrarlas como propias no pasan de ser unos majaderos.

Apotegmas contra la peste, Anselmo di Testarutto, Turín, 1935.
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Ofrenda para el escucha…


Dejemos en prenda un caso de belleza acaso inigualada. Una  belleza que espeluzna. Una cantata en la que el coqueteo de la humana voz con un violín, asombra por su sentida limpidez…
Tomen nota los oídos de todo el contrapunto, por supuesto, pero sobre todo del giro que da esa “conversación” a partir del minuto 3:22; pues es un milagro que se hace ofrenda para el alma y que toma cuerpo al pasar por la alcabala de la escucha...

https://www.youtube.com/watch?v=Y3lRdb5BSGA

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