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“…La poesía -en el sentido
del conjunto de casos de los que cada poeta nuevo deduce la idea poética- se ha
ampliado cada vez más durante muchos siglos. Los casos son tan numerosos,
variados y contradictorios como los del amor; pero así como “amor” es una
palabra que posee una magia lo suficientemente potente para hacer que el
verdadero enamorado olvide sus usos más viles y falsos, así también es la
palabra poesía para el verdadero poeta…”.
Este es el
sugerente párrafo inicial del extraordinario capítulo que lleva por título “El único
tema poético” del no menos extraordinario libro que es La Diosa Blanca, el estudio
mitográfico sobre los orígenes de la poesía, de Robert Graves. Uno de los libros capitales no sólo dentro de
su obra sino, a juicio de un servidor, en lo que corresponde a todas las obras
que tratan el asunto de los orígenes de la poesía. Muchos “schoolars” de la mitología
podrán rebatir algunos de los puntos del libro de Graves, sobre todo en lo que
toca a las fuentes y al modo particular con que Graves interpreta tales fuentes.
Pero yo diría que Graves están tan autorizado como cualquiera de esos
especialistas, dada la cantidad de años que dedicó a una ingente y detallada lectura
de diversas mitologías, así como al acopio de numerosísimos detalles que han
servido de base para un estudio mitológico comparado, y que han servido para
digerir la avenencia que se presenta entre los universos simbólicos de pueblos tan
aparentemente distantes o disímiles entre sí.
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Estoy contento de haber podido volver a la lectura de este libro, tantas veces postergada, no por desidia sino por falta de tiempo, ya no vivencial, sino del tiempo que arrastran las horas, esas que se roban otros libros o quehaceres de la noche, que -de paso- ha resultado ser siempre la mejor de las viñas o escenas para dedicarse uno a la lectura. Un breve y –espero- que no prolongado reposo y convalecencia ha sido cómplice de la noche y el día, en estas horas en que páginas y almohadas han tomado el protagonismo.
Estoy contento de haber podido volver a la lectura de este libro, tantas veces postergada, no por desidia sino por falta de tiempo, ya no vivencial, sino del tiempo que arrastran las horas, esas que se roban otros libros o quehaceres de la noche, que -de paso- ha resultado ser siempre la mejor de las viñas o escenas para dedicarse uno a la lectura. Un breve y –espero- que no prolongado reposo y convalecencia ha sido cómplice de la noche y el día, en estas horas en que páginas y almohadas han tomado el protagonismo.
https://www.youtube.com/watch?v=3GxCJnPPl_A
https://www.youtube.com/watch?v=AqX9sXWKkUo
https://www.youtube.com/watch?v=2G1mibivf6E
https://www.youtube.com/watch?v=P2M_gQ8NAMk
There is one story and one story only
That will prove worth your telling,
Whether are learned bard or gifted child;
To it all lines or lesser gauds belong
That startle with their shining
Such common stories as they stray into.
Is it of trees you tell, their months and
virtues,
Or strange beasts that beset you,
Of birds that croak at you the Triple will?
Or of the Zodiac and how slow it turns
Below the Boreal Crown,
Prison of all true kings that ever reigned?
Water to water, ark again to ark,
From woman back to woman:
So each new victim treads unfalteringly
The never altered circuit of his fate,
Bringing twelve peers as witness
Both to his starry rise and starry fall.
Or is it of the Virgin's silver beauty,
All fish below the thighs?
She in her left hand bears a leafy quince;
When, with her right she crooks a finger
smiling,
How may the King hold back?
Royally then he barters life for love.
Or of the undying snake from chaos hatched,
Whose coils contain the ocean,
Into whose chops with naked sword he
springs,
Then in black water, tangled by the reeds,
Battles three days and nights,
To be spewed up beside her scalloped shore?
Much snow is falling, winds roar hollowly,
The owl hoots from the elder,
Fear in your heart cries to the loving-cup:
Sorrow to sorrow as the sparks fly upward.
The log groans and confesses
There is one story and one story only.
Dwell on her graciousness, dwell on her
smiling,
Do not forget what flowers
The great boar trampled down in ivy time.
Her brow was creamy as the crested wave,
Her sea-blue eyes were wild
But nothing promised that is not performed.
https://www.youtube.com/watch?v=JcJXrfwUiS4
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