El nadir rumorea y me despierta
en medio de las sombras que acechan
en los recovecos de los días.
Suele cantar desde la hondura sublime
para insinuarnos la infinitud de sombra
de que se componen nuestras claridades.
El nadir es la cara que todo lo contempla,
sin argüir discursos.
Su discurso es el silencio,
que doma nuestras voces
y embelesa corazones.
Sin ese mar profundo
subyaciendo en nuestros poros,
revelando que el reverso
es la misma cara de la vida,
¿qué sería de nuestras almas?
.
(28 de Enero, 2016; 4 y 30 am)
Otra hermosa versión...
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