Plegaria por la Santísima Ratio. *
"...El sueño de la razón produce monstruos..." **
Alabada seas, oh, virgen mecánica de conducta irreprochable,
por esclarecer mi duda sobre el hecho
de que el gato pudiera tener, realmente,
cinco patas.
Alabada seas.
Alabada seas, oh divina fortuna que nos cauterizas
diestra y misericordiosamente,
por hacerme comprender que el amor humano
es un huérfano desprotegido
que rasguña sus miserias a escondidas.
Alabada seas, santa patrona de los dulces silogismos,
por hacerme caer en cuenta
de que la plácida bondad,
el resplandor de la inocencia,
el temple desintencionado de la comunión con el vivir,
son pestes que hay que reducir a los hospicios.
Alabada seas,
bendita matrona de las disecciones del espíritu
pues, en tu meditabundo anochecer,
nos has elevado hasta las nubes
para honrar a un sojuzgante dios de hados y estrellas.
A ti te debo el haber podido digerir,
de una vez y por lo que me resta,
que la vida -el humano vivir-
sólo puede alimentarse de metas y pergaminos.
Alabada seas, oh, diosa regente de estos tiempos
en los que el sol ya no calienta,
tú que, empalagada, te adueñaste
de la fálica sombra de la cordura;
oh, diosa reinante, que deslumbrada por los destellos
del cetro varonil, consentiste que se obstruyera
el acceso a tu legítima morada.
Alabada seas por permitirme descubrir
que la poesía no tiene cupo en la carrera de la cordura
a la que apuestan las multitudes
que persiguen los mágicos polvos del futuro.
Estoy en deuda contigo por tus enseñanzas marginales.
Pues me hiciste ver que las hormigas
no tienen derecho a ser felices;
aprendí que la vida no debe ni puede
estar en otra parte;
aprendí que la compensación de los afectos y los dones
es un conjuro de artificio ante el espejo.
Vaya en pos de ti,
santísimo himeneo de las cavilaciones,
esta canción de gracias y este venéreo
y postrado compromiso de alabanza,
pues rendidamente pretenden reconocer tu triunfal apoteosis
y el acabado montaje de tu austera,
aunque algo ya exhausta y rancia trama,
que tan cabalmente enmascara nuestras mezquindades
* De un inédito cuerpo de textos, ya algo añejo, pues fue escrito en nuestras mocedades. Le intitulaba Libro de trance y hallazgo. Pediré benevolencia para con los versos de un imberbe.
** De la plancha de Goya y Lucientes.
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