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sábado, 5 de septiembre de 2020

Los acicates, lacl / Un acicate. Sacrifiquemos pues a la naturaleza. / G.F. Händel: Cantata «Donna, che in ciel» HWV 233 [Collegium Vocale 1704 / Collegium 1704]




¿Cuántas cosas no hacemos bajo la impronta de un agente externo que se interioriza, sea una nube, un párrafo, una mirada, una palabra o una sencilla observación? Pareciera que vamos caminando por estos senderos del mundo buscando una clave, un tesoro, un cifra, una señal; algo que espolee nuestra indefensión o, acaso, nuestro común afán de poder gritar a los cielos, aunque sea un nombre o una pregunta, cuando no, una increpación. Bien mirado nada nace si no es por el impulso de una provocación. Y se agradece. Creo que los seres humanos hemos olvidado, entre tantas cosas, una fundamental: nuestra cualidad para, sencillamente, agradecer. Todo lo que "tenemos" es prestado, como bien lo señalaran Pessoa y Alvaro de Campos. Nada es nuestro y, sin embargo, todo lo tenemos, tenemos la maravilla del asombro, el milagro de la respiración, el susurro de aquello que respira más allá, sea que le llamemos dioses o espejismo. Pero es. Dejo acá, pues un corolario de lo que llamamos obrar bajo el impulso de un acicate, sin pretensiones ni correcciones, tal como nació...
Salud
lacl


Comentario. *


ABRE
(Me he caído de la cama y una nota de Miguel Veyrat me ha provocado esto que dejo en tributo...)

Sacrifiquemos pues a la naturaleza,
para renacer con ella.
Y recordemos ahora
(como anheláramos ayer)
clamar, a sottovoce, por un alma limpia,
aunque dolorida,
aunque ingenua,
el canto expandido de lo infante
que gustosamente no crece.
Saludándonos en la dicha
de poder expandir nuestro corazón,
acunados en el ombligo de madre natura.
Porque aunque los dioses nos dejaran en medio del desamparo,
o en el desierto de una orfandad,
la claridad fue verbo posible
nacida a golpes de cincel
durante el acecho de mil y un pactos aurorales,
germinados de la gracia de sabernos correspondidos.
Y agradecidos podríamos decir, con Virgilio,
abiertas están las puertas de la noche y el día…
aun cuando nos fuera duro el ascenso,
aun cuando nos resultara ardua tarea de Sísifo,
alzar el alma hasta los cielos.
Abiertas están las puertas de madre natura
para quienes nada saben de mal,
ni nada pretenden con un sangrado bien,
o con un bien prestado,
como no lo sea el del silencio sagrado
que nos muda en dorada Aurora.

.
(Vuelvo a la cama que ya vuela el día...)
CIERRA…

* Presumiblemente escrito entre el 03 y el 04 de Septiembre de 2013. Es un texto que se esfumó de la memoria del D.D. que utilizaba por aquel entonces y del que perdí mucho material escrito, por desgracia, pero me lo he encontrado ayer, inmerso entre los comentarios de un post… Si mal no recuerdo, surgió bajo el acicate de una prosa de Veyrat, acaso sobre poesía ¿cómo no? y acaso sobre Virgilio… Me tocará indagar con él de dónde y cómo naciera este acicate. 


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G.F. Händel: Cantata «Donna, che in ciel» 

HWV 233 [Collegium Vocale 1704 / 

Collegium 1704]
  


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