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viernes, 13 de septiembre de 2019

John Cage, In A Landscape, viaje al interior, lacl. / John Cage, In a landscape (varias versiones, piano, arpa, guitarra) / Paisajes.



© lacl


John Cage, In A Landscape, viaje al interior, lacl.

Por fin la encuentro nuevamente, viaje al interior. Escala de resonancias vitales, ondulaciones de vida vivida, retazos de ser en el aire, en el sonido que evoca la bruma de las memorias. Eso convoca (al menos eso conjetura mi pecho) al escuchar estos juegos de música y aire cuyo fin -como todo juego, aparentemente sin sentido- no sea otro que el de jugar, el del requiebro, el del mero gusto de crear o el de entregarse al gusto del crear y recrearse en lo creado.

Esta pieza me asaltó, hace muchos años, de un modo imprevisto. Ocupaba la butaca de un vuelo comercial en dirección hacia las tierras de Mr. Lincoln, con destino a una conferencia de trabajo, serían unos nueve días de intenso trabajo, cursos, etcétera. Mis pensamientos y sobre todo, mis sentimientos se debatían entre la importancia que puede cobrar nuestro diario quehacer y la razón y misión de ser de nuestra azarosa vida personal. Siempre que he tomado un vuelo, por ejemplo, me ha parecido de más hondas resonancias la experiencia de contemplar el cielo, sus colores, las nubes, el sol o la luna (cuando ella estuvo en celo y con gana de desnudarse) que los pensamientos enlazados al puerto de destino y el objetivo de ese viaje, fuera de placer o de trabajo.

Lo cierto es que, sin ganas de contemplar una de las películas que había en el menú, me puse a pasear entre los canales de audio, buscando algo que pudiera contentar mi corazón y acompañar mis divagadores pensamientos. Chácharas de insoportable locutor (tan insoportables en inglés como en nuestra lengua), un canal de música clásica donde lo clásico está regido por el canon de un vals vienés, estridente música pop, un canal de rap, algo de Jazz aunque con no muy logrado criterio de selección, música comercial, etcétera…

Subía y bajaba por la selección de canales hasta que me estacioné en uno que podía sorprender, de cuando en cuando, con su recetario. Lo cierto es que los compases de Landscape (paisaje) se desplegaron por mis oídos y bajaron al lecho del río, ni más ni menos. Esas escalas que, como en laberinto, se desenvuelven en un aire interior, sin búsqueda de sentimiento aparente o, al menos, sin intencionalidad de cargar el sonido con sentimentalismos, se fueron desenlazando en mi memoria y como desentrañando enigmas o cifrados pasajes de la vida vivida hasta ese preciso momento en el que estos escarceos sonido-musicales hicieron irrupción en mí.

Puedo decir que pasé todo el trayecto imbuido en tal introspección y pescando ese Landscape que, por fortuna, volvía en ritornelo cada cierto tiempo dentro de la selección. Puedo aseverar que ese periplo de varias horas ha sido una de las experiencias más hermosas, por redondas, en mi vida, en virtud de las resonancias que en el arroyo de fondo movieran y conmovieran estos flujos melódicos.

Entre algunas baladas de Sinatra, Roberta Flagg y algunas piezas instrumentales que yo recuerde, me acomodé a la espera de este paisaje interior que signó, no sé por qué albur, el sentido de mi vida presente (mi presente de aquella hora) y el destino auténtico de mi vida en curso. Y me incitó a ver la vida como un presente continuo, como el vivir que es, tal y como creo que sugiere la mera contemplación de un apacible  paisaje. Iba en viaje de labores, eso estaba claro, pero mi vida iba gobernada por la dama blanca de la poesía.

lacl, 13/09/2019

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John Cage, In a landscape 

(varias versiones, para piano, arpa, guitarra)
















Paisajes

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