Vistas a la página totales

domingo, 15 de septiembre de 2019

EL EMIGRADO. José Antonio Ramos Sucre, Las formas del fuego. / POPULE MEUS de José Ángel Lamas - Popule Meus - José Angel Lamas (1775-1814) / Galería de refugiados, emigrados y exiliados.



Tito Salas.

Fue el primer texto que abrí de sus obras completas. Me dije lo que siempre me he dicho con esas coincidencias nada coincidenciales: “palabra cierta” (como estilaba decir mi madre cuando sucedían asombrosas sincronicidades), vista la hora que vivimos, no sólo en Venezuela, que ha pasado, según entiendo, a ser la segunda nación con mayor cantidad de emigrados en el imberbe siglo, luego de Siria, sino en gran cantidad de países de todos los rincones del orbe.

Me puse a la tarea de recoger alguna documentación visual y auditiva para esta publicación y la verdad es que he pasado la mañana estremecido. Pues lo primero con que me topé en mis pesquisas fue con la emigración a Oriente, masiva y forzada, de miles de ciudadanos de Caracas, ante la inminente y amenazante llegada del sanguinario Boves a la ciudad, en 1814, recogida en el cuadro de Tito Salas. A mi memoria también vinieron aquellas obras de Arturo Michelena y Cristóbal Rojas donde afloran la miseria, las carencias y la enfermedad, como para recomponer un macro cuadro que nunca ha salido de mis pensamientos desde la primera vez que me tocara contemplarlas en el Museo de Bellas Artes o la Galería de Arte Nacional.  Ello, sin dejar de pensar en aquel par de cuadros instalados en la memoria: la del asesinato del Mariscal Antonio José de Sucre en Berruecos y la mirada contemplativa del Generalísimo Francisco de Miranda en la prision de La Carraca, Cadiz, España, imágenes que agregaremos al final de la galería. 

Luego, como por cosa de los hados, doy con esa pieza que tanto me hizo sufrir cuando era un infante: el Popule Meus de Jose Angel Lamas. Pocas cosas recuerdo de mi infancia que me transmitieran tanta tristeza como esta Misa de Lamas, nuestro músico fallecido precisamente en el año de 1814. No me queda lugar a dudas, esa música hablaba (y aún habla hoy) de la pasión por la que tuvieron que pasar nuestros ancestros en los años de la colonia, signados por la más inaudita de las injusticias, que  luego serían coronadas y potenciadas con la hecatombe de la guerra independentista: crueldades, degüellos masivos, saqueos, violaciones, hurtos de reliquias sagradas…

Crueldad puntillosamente esbozada por Ramos Sucre en la breve estampa que hoy ha asaltado no sólo la vista de mis ojos, sino aquella vista memoriosa que nos versa de una ruinosa colectividad que crece como una tiña, parasitaria de otra que como verde fronda, también (debemos acotarlo), se ha dado de suyo en nuestra tierra de gracia.

No es que nos plazca recrearnos en la lobreguez, es lo que nos ha tocado ver.

Salud!
lacl



EL EMIGRADO. José Antonio Ramos Sucre, Las formas del fuego.

Quedé solo con mi hijo cuando la plaga mortífera hubo devastado la capital del reino venido a menos. El no había pasado de la infancia y me ocupaba el día y la noche.

Yo concebí y ejecuté el proyecto de avecindarme en otra ciudad, más internada y en salvo. Tomé al niño en brazos y atravesé la sabana inficionada por los efluvios de la marisma.

Debía pasar un pequeño río. Me vi forzado a disputar el vado a un hombre de estatura aventajada, cabellos rojos y dientes largos. Su faz declaraba la desesperación.

Yo lo compadecí a pesar de su actitud impertinente y de su discurso injurioso.

Pude alojarme en una casa deshabitada largo tiempo y acomodé al niño en una cámara de tapices y alfombras. El padecía una fiebre lenta y delirios manifestados en gritos.

El mismo hombre importuno vino a ofrecerme, después de una noche de angustia, el remedio de mi hijo. Lo ofrecía a un precio exorbitante, burlándose interiormente de mis recursos exiguos. Me vi en el caso de despedirlo y de maldecirlo.

Pasé ese día y el siguiente sin socorro alguno.

Yo velaba cerca del alba, en la noche hostil, cuando sentí en la puerta de la calle, una serie de aldabonazos vehementes.

Me asomé por la ventana y sólo vi la calle anegada en sombras.

Mi hijo moría en aquel momento.

El hombre de carácter cetrino había sido el autor del ruido.



POPULE MEUS de José Ángel Lamas



Popule Meus - José Angel Lamas (1775-1814)
(Orfeón Lamas, 1960)


Galería de refugiados, emigrados y exiliados.


















Arturo Michelena




Cristóbal Rojas
Primera y última comunión





No hay comentarios.: