La mujer, el amor (usualmente contrariado) y la reconciliación
en la muerte. Una estampa recurrente en las filigranas verbales de Ramos Sucre.
La muerte como la Beatrice que finalmente acoge al enamorado en el abrazo
trascendente a la vida.
lacl
El desesperado, José Antonio Ramos Sucre.
Yo regaba de lágrimas
la almohada en el secreto de la noche. Distinguía los rumores perdidos en la
oscuridad firme.
Había caído, un mes
antes, herido de muerte en un lance comprometido.
La mujer idolatrada
rehusaba aliviar, con su presencia, los dolores inhumanos.
Decidí levantarme del
lecho, para concluir de una vez la vida intolerable y me dirigí a la ventana de
recios balaustres, alzada vertiginosamente sobre un terreno fragoso.
Esperaba mirar, en la
crisis de la agonía, el destello de la mañana sobre la cúspide serena del
monte.
Provoqué el rompimiento
de las suturas al esforzar el paso vacilante y desfallecí cuando sobrevino el
súbito raudal de sangre.
Volví en mi acuerdo por
efecto de la diligencia de los criados.
He sentido el estupor y
la felicidad de la muerte. Una aura deliciosa, viajera de otros mundos,
solazaba mi frente e invitaba al canto los cisnes del alba.
Las formas del fuego. José Antonio Ramos Sucre.
Melusina
Conferencias
Un par de conferencias que me envía el amigo Roger Barreto Alvarez, que he disfrutado grandemente, las cuales me parecen un excelente complemento para el imaginario creador de Ramos Sucre.
Hadas: lo maravilloso femenino, Victoria Cirlot
Melusina
Brujas: el vuelo del mal, por María Tausiet
Ulises y las sirenas...
© lacl, 02/09/2019
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