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domingo, 9 de diciembre de 2018

No eres tú, ante el espejo, sino tu sombra, la que mira... Breve colecta de adagios y estampas recientes y no tan recientes, lacl. / That's The Way Of The World - Richard Tee / Acerina, Danzones Clasicos.





El adagio suele muchas veces apoyarse en la ironía. Implica siempre una lectura entre líneas. Es, por lo usual, el producto de una centella, relámpago o iluminación, aunque a veces pueda haberse tomado toda una vida para hacer aparición.  

La ambigüedad es la base de todo apotegma. No lo dice un servidor, lo ha dicho Erasmo de Rotterdam en su maravilloso ensayo sobre el apotegma. Ello no quiere decir que no oculte una realidad (evito escribir verdad y escribo realidad, dado que toda verdad es relativa).

Amén de ello, escribo desde la más humilde esquina del mundo y sin mayores pretensiones, toda vez que la más nimia pretensión concerniente a nuestro humano obrar me luce baladí, siendo que nuestro paso por el cosmos es, como mínimo, efímero; sólo tiene valor, en mi sencilla opinión, para nuestro paso por la vida.  Sirve de acodo, memorioso y (¿por qué no?) amoroso acompañante...

Salud!
lacl



* El adagio nace como la flor y como flor se va con el viento...

(a Maruja, mi madre)

lacl, 07 de Diciembre, 2018.


* No eres tú,
ante el espejo,
sino tu sombra,
la que mira

lacl, 06 de Diciembre, 2016. Amanecer.-


* El cuerpo es casi todo agua, el alma es casi toda memoria...

lacl, noviembre de 2014


* El oficio de poeta no es mostrar caminos, sino ante todo despertar la nostalgia.
(Hermann Hesse)

Porque del útero de las nostalgias nacen, como surtidores, nuevos brotes de savia, con sus penas y alegrías, pero en estado de gracia. La gracia de haber sido vividas a henchido pulmón...


(lacl, 9 de diciembre de 2014)


* Tarde llego a casa, bueno, no tan tarde, pero sí al borde de la ambarina boca que desde el cielo me lanza la pregunta: ¿aún respiras?

Primero de Septiembre de 2012


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Adagios del amanecer. A modo de respuesta a un escrito de noches pasadas...

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* No se puede escribir a futuro. Quien lo hace lo que crea son pamplinas, bienes de consumo.

* No se puede escribir razonando más allá de lo que pide la mano.

* No se puede escribir pensando en lo futuro. A menos que se quiera escribir un farragoso tomo de hermenéutica.

* Cuando uno escribe lo hace en presente continuo, aun cuando la memoria y el imponderable porvenir le asistan como apuntadores.

* Memoria y anticipación suelen cantar a sottovoce.

* Y, sin embargo, se escribe a futuro. A un porvenir que no pertenece a nuestro diario mundo.

lacl, 05 de Diciembre de 2018

Y aquí dejamos la razón de estos adagios del amanecer...


El rostro, en el ombligo de la madrugada

El me mira.
Desde el fondo de la noche
me mira.
Es el rostro inasible de la noche.
Inverosímil todo intento de prescribir
si es rostro de mujer o rostro de hombre.
Porque es el rostro de lo trascendente,
del paso más allá
de nuestra desarropada ambivalencia,
de nuestra inconclusa aspiración amorosa
en la unión de los contrarios,
falo y vulva, curva y pulso, piel y ansia.
Es la cara perfectamente pespunteada,
erizando mi piel al toparme con sus ojos
cargados de iluminante oscuridad.
Cuando cierra sus ojos,
sus parpados sonríen,
en armonía con la elipse de sus labios
y su despeinada madeja de luceros.
Acaso sea la Diosa, el Niño o el Demiurgo.
Acaso sean los tres.
Mas, de poco valen deducciones
cuando saltas a su encuentro,
cuando te entregas al abrazo.
La noche toda es puro labios.


lacl, 24 / 11 / 2018, en el ombligo de la madrugada…


Post Scriptum, a propósito de El rostro, en el ombligo de la madrugada:

En realidad, llevaba muchas jornadas en silencio. Pero, unos días antes del último sábado de Noviembre sentí la voz de mi mamá, la de siempre, diciéndome: “el sábado cumple tu papá un año más de su partida”. Y, entonces, nos largaríamos en conversa sobre lo vivido, los ancestros, los derroteros de la vida vivida, las locuras de familia, con sus alegrías y tristezas. Tuve la fortuna de cultivar esa conversa con ambos, de manera íntima y personal, quiero decir, siempre juntas, pero no revueltas y, a veces, juntas y muy revueltas. Lo cierto es que ese día me decía yo: mi mamá me hubiera pedido que le ordenara una misa en la iglesia de San Luis o en cualquiera otra. Y en el pensamiento se me quedaron ellos rondando, la una rezándole al otro en su partida. 

Por la noche, antes del amanecer, sin darme cuenta salieron estas impensadas y algo extrañas líneas, entre la sombra y el clarear, sobre los mismos pasajes memoriosos de aquella hora de su despedida, la despedida de mi padre, en aquella mañana de cielo verde (era también un sábado), de un verde nunca antes ni después visto por mis ojos, signo claro, para mí, de que mi padre ya se había ido y esa era su forma de despedirse, mientras yo, ante la llamada de mi madre, iba en camino hacia la casa.

Lo cierto es que no reparé en nada de ello cuando se redactara esa glosa de arriba, que intitulara como "El rostro, en el ombligo de la madrugada", pues no fue un gesto adrede. Pero al pasar de los días me he dado cuenta de que era una manera de orarle a Luis Amado, y de orarle en las voces de Maruja, quien siempre andaba canturreando, de un lado para otro, como un pájaro. 






That's The Way Of The World

Real Time Live In Concert 1992 In Memory of Richard Tee Richard Tee, Steve Gadd, Ralph MacDonald, John Tropea, Will Lee, Ronnie Cuber.


Acerina, Danzones Clasicos.





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