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miércoles, 12 de septiembre de 2018

Memoria, el absurdo papel de todo rol - Guarida de los poetas. Horace Gregory: LA PASIÓN DE M’PHAIL / Guarida de los músicos. Tom Waits, Piero, Tania, Quinta Dimensión.





Recuerdo una vez, siendo todavía un bachiller, haber visto la cara perfecta de Sean Connery en uno de los conductores de esos autobuses, un señor de evidente ascendencia europea. Iba camino a un liceo del centro, pues me había hecho expulsar (así como lo digo) de un colegio de formación católica, pues al imberbe adolescente le resultaba irrespirable la triple moralina que practicaban los curas de ese instituto, igualmente ubicado en el centro de la ciudad. Lo cierto es que ante la revelación de toparme con la faz perfecta, repito, de un actor tan famoso y exitoso, al volante de uno de nuestros autobuses caraqueños, conduciéndolo tal y como se condujeran siempre esos vehículos, con veloz pericia de corredor de autos, no pude menos que indagar sobre el absurdo papel que significa la encarnación de un rol (de todo rol), públicamente hablando. Somos nada o nadie. O somos dobles. O estamos en cien o mil lugares y en ninguno. O sólo somos aquello que no se mira desde afuera, aquello que no tiene la peculiaridad de un rostro. Pocos años después me toparía con aquel poema de Horace Gregory que tradujeran Cardenal y Coronel Urtecho y que aquí dejamos en tributo a la memoria.

LA PASIÓN DE M’PHAIL

IV

El mesero del restaurante que se parecía a Orson Wells,
a Romeo, a Bruto, y en los ojos a un marciano,
el botones que era Joe Louis en persona,
el griego vendedor de frutas que el domingo en misa
era carajo exacto a J. P. Morgan,
el barbero italiano que era más parecido en el espejo
a John Barrymore que Barrymore mismo,
la chica anunciadora de cold-cream en Woolworth
que era de pronto la Garbo, solo que más real,
el empleado de la zapatería que en la lluvia a medianoche
en la puerta de Lindy’s
debió haber sido Clark Gable,
el pastor ex-bautista de la Segunda Avenida
que nació para tener una cara como la de Cordell Hull—
¿por qué me miran así
¿por qué me clavan los ojos,
caminando sonámbulos en mis sueños?
¿Cuál fue el gran error?
Se parecían al poder y la fama,
al amor, a todo lo que uno pudiera desear;
y uno creería que sus rostros los pondrían donde
poder dictar una carta o dirigir un banco
o besar un micrófono o andar en un yate o dormir 
en una cama genuina imitación María Antonieta
o llegar a alguna parte antes de morir
en vez de caer en sueños demasiado profundos
para decirse a ellos mismos quiénes o qué son o donde
están
hasta que un incendio los saca a la calle
o se oye un tiro y la Policía está en la puerta.











GUARIDA DE LOS MÚSICOS 

The Heart Of Saturday Night -Tom Waits



Temas que se escuchaban por aquellos días en las radios de autobuses y carros por puesto.






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