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miércoles, 26 de septiembre de 2018

La casa del pobre es como un sagrario, donde se transforma lo eterno en alimento, Rainer Maria Rilke / Rilke: Der schauende - El mirar. / Jordi Savall & Xavier Díaz-Latorre: Ortiz, Marais, Sanz





Es el inicio de uno de los últimos poemas del Libro de horas. Lo he leído junto a una colecta de versos suyos en reciente madrugada y he de decir que, sencillamente, me sobrevino como una oleada de luz y sanación;  me dije: me ha salvado, ya no diré que el día, sino algo invaluable e indecible.

Marta, una amiga, me ha escrito al leer esas sencillas estrofas: 
"... Ah qué hermoso y sabio corazón el de Rilke!! Dichoso ése, tu lugar invaluable e indecible!! ..."

Es como si el corazón de ese hombre fuese un espejo del corazón del cosmos. Por obra del lúdico azar leí algunos de sus cantos o poemas… Y puedo decir que lo que luego me sobrevino fue esa oleada de luz y liviandad.

(lacl)


*******


La casa del pobre es como un sagrario,
donde se transforma lo eterno en alimento,
y cuando llega la noche, regresa callada
a sí misma en un amplio círculo
y entra lentamente, llena de resonancia, dentro de sí.

La casa del pobre es como un sagrario.

La casa del pobre es como la mano del niño.
No toma lo que los adultos exigen;
sólo un escarabajo con pinzas adornadas,
la piedra redonda que pasó por el arroyo,
la arena que se escurrió y conchas que sonaron;
está colgada como una balanza
y registra lo más liviano de lo recibido,
oscilando largamente con sus platillos.

La casa del pobre es como la mano del niño.

Y como la tierra es la casa del pobre,
el fragmento de un futuro cristal,
ya claro, ya oscuro, en la huída de la caída;
pobre como la cálida pobreza de un establo,-
sin embargo hay tardes: entonces ella lo es todo,
y todas las estrellas parten de ella.



Del Libro de la pobreza y de la muerte, libro final del Libro de horas, de  Rainer Maria Rilke






DER SCHAUENDE -EL MIRAR




DER SCHAUENDE
Dichtung von Rainer Maria Rilke aus: Das Buch der Bilder /
Rezitation: Oskar Werner 1922 - 1984 /
Musik: Jonny Greenwood /

Ich sehe den Bäumen die Stürme an,
die aus laugewordenen Tagen
an meine ängstlichen Fenster schlagen,
und höre die Fernen Dinge sagen,
die ich nicht ohne Freund ertragen,
nicht ohne Schwester lieben kann.

Da geht der Sturm, ein Umgestalter,
geht durch den Wald und durch die Zeit,
und alles ist wie ohne Alter:
die Landschaft, wie ein Vers im Psalter,
ist Ernst und Wucht und Ewigkeit.

Wie ist das klein, womit wir ringen,
was mit uns ringt, wie ist das groß;
ließen wir, ähnlicher den Dingen,
uns so vom großen Sturm bezwingen, -
wir würden weit und namenlos.

Was wir besiegen, ist das Kleine,
und der Erfolg selbst macht uns klein.
Das Ewige und Ungemeine
will nicht von uns gebogen sein.
Das ist der Engel, der den Ringern
des Alten Testaments erschien:
wenn seiner Widersacher Sehnen
im Kampfe sich metallen dehnen,
fühlt er sie unter seinen Fingern
wie Saiten tiefer Melodien.

Wen dieser Engel überwand,
welcher so oft auf Kampf verzichtet,
der geht gerecht und aufgerichtet
und groß aus jener harten Hand,
die sich, wie formend, an ihn schmiegte.
Die Siege laden ihn nicht ein.
Sein Wachstum ist: der Tiefbesiegte
von immer Größerem zu sein.

Post Data: Luego dejaremos una versión a nuestra lengua castiza. 


Rilke, Alma Moodie, Violinista y Werner Reinhardt, en el castillo de Muzot


Jordi Savall & Xavier Díaz-Latorre: Ortiz, Marais, Sanz



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