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sábado, 29 de abril de 2017

El arribo forzoso - José Antonio Ramos Sucre, El cielo de esmalte.




Ramos Sucre, maestro del tiempo pasado, escribe aquí en tiempo presente hasta que, en los dos últimos párrafos, vuelve a sumir la leyenda en una edad perdida...

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EL ARRIBO FORZOSO

La fragata divide el mar de las ballenas y suspende la correría en el archipiélago de las aves. Los indígenas habitan cobertizos de madera y viven de la pesca, bajo un cielo de hollín.

El mito resume el origen de la sociedad módica.

El cuervo de la aventura, par del lobo en el festín de la batalla, dirige la nave del pirata ancestral, en una edad impía, y detiene el vuelo en el monte desnudo, en la cima de vidrio.

Yo me propongo recorrer la isla de basalto, percibir el lienzo de nieve.

Las olas de ritmo funeral mecen unos veleros de España en la rada sombría.

Yo vuelvo la memoria a los mareantes vizcaínos, augures de la mitad del orbe en un siglo ignaro, y los diviso atónitos delante de la aurora boreal, danza de luces, asueto de corte en la soledad húmeda.

Visito la ciudad episcopal y sufro el ascendiente de la mujer súbita en una calle gris, donde prevale el signo procero de la ojiva.

He descrito su efigie al pastor de almas, cuando me hospedé en su vivienda ese mismo día. Una lámpara de tierra, abastecida del aceite de un pez y dibujada conforme un arte secular, iluminaba la entrevista.

Señaló en el hallazgo fortuito un presente de la gracia. La faz convenía a la reina de un pasado arcaico, devota del viacrucis. Los ojos inspiraban el ansia de un mundo invisible y lucía, en realidad, el hábito de una estatua yacente, sobre una tumba de hierro, en el país de la lluvia.


José Antonio Ramos Sucre, El cielo de esmalte, 1929.






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