(Bar. Título postrero y, por lo tanto, falto de importancia)
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. . . . . . . . .
Vibra
en el aire
cierta
aspiración de cielo,
lo
más parecido a una gratuita
y
recatada gana de vivir
que
le llena a uno los pulmones
con
un fuelle de sabor a verde
y
serpentea y transpira
por
todos los poros de la piel
y
hace eclosión en los omoplatos,
cual
si se tratara de ramas
nacidas
de rocío.
.
. . . . . . . . .
Voy
a volar,
me
dije,
voy
a volar…
Y
no sé qué irán
a
pensar de eso
comensales
y bebedores.
Tan
sólo espero
que
no haya
en
el recinto
un
alma muerta
con
un arma cargada
bajo
el cinto,
porque
-estoy seguro-
no
va a poder
evitar
atinarme
con
su insecticida,
matándole,
de paso,
la
posibilidad de soñar
a
cada uno
de
los inopinados
concurrentes.
.
. . . . . . . . .
Pero,
¿por
qué me atacan
este
vuelo,
esta
gana que
se
viste de retama,
este
dolor que pugna
por
convertirse en goce y brisa,
este
cuerpo que devino
de
la nada,
para
decirme que aún
tuviera
fe en el hombre?
Ha
debido ser el
roce
de lo ausente,
que
de tanto llorar
se
hizo presente.
.
Post Scriptum, 08/12/2019. -
Se trataba de un pequeño bar en el centro de la ciudad, regentado por unos chinos y atestado de comensales. Había ido al centro para unas gestiones públicas para una firma jurídica, pues de todo hay que hacer (o hemos tenido que hacer) en la vida. Ante la situación surreal con que la realidad siempre me ha mostrado su cara y ante la evidencia de que la gestión no se podría realizar en ese momento, me interné en ese rincón citadino, no para comer sino, más bien con la intención acompañar los sorbos de realidad con unos cuantos sorbos de cerveza. Y al ver las servilletas comencé a garrapatear estas impensadas líneas...
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Post Scriptum, 08/12/2019. -
Se trataba de un pequeño bar en el centro de la ciudad, regentado por unos chinos y atestado de comensales. Había ido al centro para unas gestiones públicas para una firma jurídica, pues de todo hay que hacer (o hemos tenido que hacer) en la vida. Ante la situación surreal con que la realidad siempre me ha mostrado su cara y ante la evidencia de que la gestión no se podría realizar en ese momento, me interné en ese rincón citadino, no para comer sino, más bien con la intención acompañar los sorbos de realidad con unos cuantos sorbos de cerveza. Y al ver las servilletas comencé a garrapatear estas impensadas líneas...
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