Marginalia
Sé
lo que es la vida
en
el exilio
porque
he vivido
exiliado
en mi país.
Conozco
la patria chica
de
los despatriados,
porque
fue la única
que
me abrió los brazos
y
brindó su asilo.
Compadezco
a
los desterrados,
a
los perseguidos,
a
los refugiados;
pero,
en el fondo,
su
suerte.
Nada
hay como vivir en el exilio,
aun
pisando tu tierra.
Te
verás forzado a tomar
por
derroteros y atajos,
a
construir tu casa
en
un abismo sin suelo,
entre
los linderos de la memoria
y
el corazón.
Jamás
beberás -y por tu bien-
en
la copa de los agremiados.
Pero,
como toda condena
tiene
su expiación,
coloquio
con el viento,
a
sacarle luces al color de las orugas,
a
llevar secretas bitácoras
de
las caravanas de hormigas.
a
discurrir con tu sombra,
a
beberte el murmullo de sus oscuras luces,
y
un sabor a cicuta y uva,
a
belladona y ambrosía,
inundará
el paladar de tu alma.
Marginalia
se llamará tu casa,
tu
casa sin cimientos,
en
la que, a medianoche,
plantarás
tus amapolas;
y
en la que por las madrugadas,
el
coqueteo de los nardos
bajo
la luz de la luna.
Pero
tu condena será
vivir
en el misterio.
Y
nadie, excepto tú,
tendrá
acceso a Marginalia;
nadie
excepto tú,
de
tu país, tu utopía, tu silencio
y
tu Paraíso perdido,
la
patria chica de los despatriados.
(Inédito,
forma parte de un cuaderno de bolsillo al
que le puse un título casual: Bitácora
acuariana)
Leonard Bernstein - Slava! A Political Overture (1977)
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