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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Un republicano y civilizado refinamiento de la crueldad.














Un republicano y civilizado refinamiento de la crueldad.


Un azar me ha llevado a contemplar, una vez más, el documento fílmico en el que se observa a unos soldados norteamericanos, cual custodios de museo, guiando a una horrorizada tribu de alemanes, a través de los despojos de Auschwitz.
Pasillos, fosas y mazmorras repletos de famélicos cadáveres. Salas decoradas con cubetas de vidrio, exhibiendo partes de organismo humano como, por ejemplo, cabezas cortadas longitudinalmente, en aras de no sabemos cual pervertida rama de la ciencia.

Y lo que originalmente pudo tener un sentido de revelación y justicia, quizás de anagnórisis para el (nunca sabremos hasta qué punto, advertido o inadvertido) ciudadano alemán, como lo es el colocar un espejo ante el rostro del bárbaro, cobra visos de vengativa satisfacción. Un republicano y civilizado refinamiento de la crueldad, no muy distinto de los falsamente loables fines que dieron origen a la “solución final”.

La visita guiada se sucede en los días subsiguientes a la capitulación del alto mando del ejército alemán.

Nada lejanos habrían de estar los días de dos novedosísimas exhibiciones de tan civilizado refinamiento: la luz cegadora y su posterior y mortífera lluvia negra, que arrasó con justos y pecadores de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.

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01 de Octubre de 2005.
De mi Cuaderno Elefante, donde se reúnen algunos escritos paquidérmicos.

POST SCRIPTUM, 5 de junio, 2025: 
No me pareció pertinente o necesario en el momento en que se redactaron tales palabras, agregar una nota para anticipar que las mismas no tenían otra intención que la de significar una ironía. Pero los comentarios que recibí en la oportunidad en que se publicó la nota, me llevaron a pensar (una vez más) que el ser humano tiende a objetivar sus opiniones partiendo desde un prejuicio anclado -como patrón- en su línea de pensamiento, lo cual no deja de ser una paradoja, toda vez que los prejuicios suelen aniquilar o, al menos, entorpecer nuestra posibilidad de cavilar libre y desapasionadamente en torno a las manchas que sobre la historia va dejando la estirpe humana. 

Que un ser humano catalogue como barbarie lo sucedido en los campos de concentración de los nazis, pero que sin embargo justifique el lanzamiento de bombas nucleares sobre ciudades no me parece una loable manifestación de equilibrio psíquico y humano. 

Con lo expresado en aquella lejana anotación de hace 20 años (y aquí publicada, en esta entrada del 2012) no tuve la menor intención de justificar al emperador japonés y su séquito de engreídos generales, como tampoco la postura orgullosa de algunos hijos de la nación japonesa con respecto a otras naciones. Pero cabe pensar que en las ciudades arrasadas no todas las personas que en ellas vivían y convivían hayan sido las responsables de haber causado una guerra. Cabe igualmente pensar que en esas ciudades vivían algunas personas verdaderamente cándidas e inocentes. Cabe pensar, con Voltaire, que la civilización estaba perfeccionando la barbarie.

Con lo cual quiero agregar otra apreciación más: la humana historia está escrita sobre sucesos. Y esos sucesos suelen estar marcados por una incurable patología. Si el orgullo humano es el motor preponderante de una cultura, natural es que sus líderes y guías se comporten de manera orgullosa. Y una minoría que gobierne al colectivo apoyándose sobre prejuicios de orgullo étnico, cultural o religioso, es altamente capaz de sumergir a toda una nación y a otras naciones en un irrazonable despropósito.

Es evidente que esta condición prevaleció en naciones como las denominadas, durante la 2da Guerra Mundial,  "potencias del eje": Alemania, Italia y Japón, tres naciones en cuyo seno el pathos colectivo ardió y arrasó prácticamente con toda búsqueda de sentido común y humana concordia. Pero claras señales hay de que ese fuego también crepitaba y siguió crepitando en otras naciones del mundo. Señalar la barbarie en una esquina del mundo no es negar la barbarie en otra esquina del mundo.

lacl, 05 06 2025





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