Me consigo, en un vetusto cuaderno, un texto de principios de los años 80, cuando era cometa de órbita impuntual (o puntualmente imperfecta) de la UCV y de la Escuela de Letras. Amén de viejos escritos, está plagado de garabatos y páginas que, a modo de cartel, exhibían palabras como UCV, EL PARAISO, EL SILENCIO, EL CAFETAL. Eran los años en que uno podía llegar al Machu Pichu pidiendo una colita o aventón levantando el pulgar o, más prácticamente, mostrando en un cartel el lugar de su destino. Acoto que ese cuaderno vive conmigo desde los setenta. Amo mis viejos cuadernos, son mi familia secreta. Por cierto que llevo acaso más de un lustro (creo que esperanzadamente me engaño, acaso ya sean dos) rogando que aparezca uno de mis cuadernos, aquel en el que llevaba escrito -entre otras cosas- un ensayo sobre Walt Whitman o, más apropiadamente, sobre su singular poética del aire, pero nada que aparece, es como un hijo perdido del que no se tiene nunca más noticia alguna... Claro que he pensado, una y mil veces, que podría volver a escribirlo, que en líneas generales, no sería muy distinto hoy de lo que fue ayer, pero nunca he querido ser infiel a lo que he sido. Por ello me he abstenido de reescribirlo. Pero como hay temas en la vida personal que nos resultan perentorios para seguir subsistiendo, me temo que, en algún momento, acabaré por reescribir mis impresiones sobre las líneas magníficas que a manera de prólogo a sus Hojas de hierba, nos legara el viejo Walt sobre poesía y humanidad.
Bien. Excusándome por tal divagación, me remito ahora a reproducir el inédito capricho del que hablaba al principio...
Más abajo he colocado varios videos, que uno puede localizar en youtube, de filmes que considero clásicos, aunque también he agregado algunos documentos que, muy lejos de ser “clásicos” del séptimo arte, los considero apropiados como puntos de apoyo a las obras que se incluyen, tales como algún discurso de ese descaminado de la humanidad que fue Adolfo Hitler (quien en su momento representó el sentir de muchedumbres o, por mejor decir, representó la locura que -de tiempo en tiempo- logra enquistarse en nuestros corazones, para encadenar los pechos de la multitud), o aquel otro que contrapone los histrionismos de Charlot y del chiflado Führer. Hay un grupo de duendes empeñados en robarme el “tempo”, pero en algún momento lograré subir las glosas que tengo pendientes por subir a este blog…
Salud!
lacl
Cuando ese estremecimiento se torne voz las palabras no serán en balde.
…quiero las cosas que existen, no el tiempo que las mide…
Alberto Caeiro
Tiempo espinoso para que la voz del hombre desate el nudo tenso que la oprime. Temporada abierta a la mutua caza cotidiana. Suma innumerable de jornadas con barrotes. Tiempo arisco para el hombre prorrumpir palabra, devenir palabra. Nos hemos habituado a conformarnos con las máscaras de las palabras, nos basta su temblor puro luminoso. Las lanzamos al vacío y nos llenan con una ligereza de brisa sin preguntas. Las contagiamos de vacío al querer entronizarlas, al hacer de ellas (o del esqueleto sonoro que hay en ellas) nuestro fin, cuando en realidad, son sólo parte –importantísima, pero parte al fin- de nuestra presencia en la vida, de nuestros pasos por el mundo; son una manera de brotarnos. Hoy por hoy, las palabras han pasado a ser meros objetos utilitarios, de cuyo valor de cambio nos servimos para negociar la opacidad de nuestras inconfesiones, nuestros negados atisbos. Las hemos convertido en una máscara más: nacen en los labios y no en el torrente de la vida que, como un pájaro callado, nos picotea en el reverso de la piel.
Las palabras, por sí mismas, no conducen a ninguna parte. ¿Se justifican acaso la invención, la imaginación, las insólitas asociaciones en un poema que se clausure en sí mismo? No, dado que la poesía no es susceptible de ser encerrada en círculos viciosos, ni siquiera puede ser encofrada en la rigidez de los objetos verbales. La poesía no es un hombre angustiado suicidándose, aun cuando el cantor termine por suicidarse (o le suiciden, parafraseando a Artaud)
Hay quien intenta imponer un lenguaje a lo poético, simple o lamentablemente, porque no ha permitido, no se ha permitido o no le han permitido que la vida, ese fluir diáfano y continuo, se manifieste en todo su poder de una manera también diáfana y continua. Se manifiesta, sí, pero como una mutilada ofrenda, un escindido regalo. Y yo no niego que al poema hay que trabajarlo, perfeccionar su decir. Pero no será más que una colecta de vanas palabras si, antes, no hemos reconocido la perentoria exigencia de enhebrar nuestro vivir, por muy precario que nos parezca, gesto que nace del captar o auscultar lo que late debajo de las cosas, de la escucha del rumor perfecto de su canto.
Toda entidad o ser, toda cosa viva o aparentemente inanimada tiene voz propia. Y el término perfección no guarda aquí ninguna connotación ética, como lo digno de imitar, pues la vida es perfecta en tanto que es vida. Hay quienes se afanan en que se les considere poetas de “primera magnitud” o “innovadores dotados de una sensibilidad superior”, cuando ni siquiera son capaces (ya que no de conmoverse) de mirar al zapatero que, tendido en la acera de una calle cualquiera, rinde culto a un clavel rojo que emerge de su caja de herramientas. De tal manera que escriben sus poemas pensando únicamente en el valor poemático que encierran como edificación artística o intelectual. Levantando el poema, derriban la voz del hombre, la de la poesía; esa voz que no se “construye” -porque ya está dada-, sino que se descubre (aun cuando luego nos afanemos en tallarla o trabajarla, en hacerla cosa).
Podríamos elucubrar una propuesta: la poesía es un espantapájaros resignado al posar de lo inútiles. Pero si esto sucede, si esto se mira y se piensa así, es porque en nombre de la poesía, se han erigido muchos espantapájaros y porque esa indumentaria ha quedado reservada para la impostura y los impostores.
La poesía se bate por los rincones del mundo: en el líquido insondable que se nos manifiesta lago, mar o río, por ejemplo; en el múltiple y vasto vaso que todos empinamos; en los brillantes flujos que recorren nuestra frente o en las diminutas y radiantes piedras de sal que nacen en los ojos y sucumben en los labios. Está en todas partes, decimos. El agua, como todo elemento natural, es poesía convertida, poesía real, es realidad hecha realeza.
Zambullámonos pues en el espeso fondo de los sucesos y presencias que nos viven y vivámoslos a ellos. Colguémonos del sol, de los olores, de una mirada furtiva callejera, de una carcajada resonando culebra, cabellera o arbusto, perdiéndose en la noche. Permitamos que brote ese común estremecimiento que es aborto del engaño de un vivir sin pulsaciones, exangüe, rutinario; ese vivir desfallecido que asumimos como normalidad.
Cuando ese estremecimiento se torne voz, las palabras no serán en balde.
Luis Alejandro Contreras
(probablemente 1981 o 1982)
* * * * *
Tomado del mismo desvencijado cuaderno del que he dado noticias arriba. Si mal no recuerdo, lo copié de la Historia trágica de la literatura, el fabuloso libro de Walter Muschg con el que vinimos a dar gracias a la recomendación que, por aquellos años, nos hiciera el poeta y profesor Eli Galindo, para presentarlo en un seminario sobre simbología con el profesor Daniel Medvedov, ambos maestros muy gratamente recordados…
Como Merlín
quisiera vagar por los bosques;
lo que soplan las tormentas,
lo que rugen los truenos
y lo que quieren los rayos,
lo que hablan los árboles,
cuando se desgajan,
quisiera yo entenderlo como Merlín…
Con música cae la luz de la luna
sobre la encina y el rosal,
y en el cáliz de los musgos más delicados
resuena el poema eterno…”
Nicolaus Lenau. Waldlieder, Nro V
Guarida de los poetas - Homenaje al cine de autor - "Mis diez mejores y otras adiciones"
Esta guarida de los poetas está dedicada al cine y a la memoria fílmica que no siempre va de la mano con el cine, porque el séptimo arte ha sido utilizado tanto con loables como con escabrosos fines. Pero cuando ha sido utilizado como recurso de la barbarie, allí han quedado sus documentos, para que la poesía y el humanismo se sirvan de ellos para desnudar las falencias de la “civilización”. Los documentos fílmicos agregados más abajo obedecen, en algo, a una precaria lista que requirieron los amigos de Con-Fabulación, quienes -según entiendo- están trabajando en una edición sobre los filmes más importantes de la historia del cine.
Extracto de una carta a los amigos de Con-Fabulación. *
…De hecho he pasado muchos días rumiando imágenes y deleitándome en el recuerdo de las películas que más aprecio. Pensaba que ya era tarde por mi tardanza en contestar. Qué difícil ha sido elegir. Toda lista de este tipo termina siendo injusta, por incompleta, pero aquí va... En el fondo es más una lista de directores que de filmes, lo cual es igualmente injusto, pero hay que reconocer que, de los directores incluidos, uno puede tomar muchas de sus cintas y colocarlas, con toda justicia en una lista de las llamadas “Top Ten”, expresión tan del gusto del Show Business. De los directores incluidos en mi lista sólo hay dos de obra sucinta: Ron Fricke, cuyos filmes toman años en ser confeccionados, actualmente está filmando Samsara y lleva varios años rodándola. Y el actor Charles Laughton, quien sólo dirigió la cinta que incluyo en la lista, pero que es -a mi juicio- una obra maestra y un antecedente a muchas cintas que versan sobre el tema de los artificios humanos que tan bien saben disimular la crueldad. Me parece ancestro de filmes como, por ejemplo, Cabo de miedo, que tuvo dos famosas versiones, con Robert Mitchum y Gregory Peck en rol estelar en la primera y Robert De Niro, Nick Nolte, Laura Dern y la fabulosa Jessica Lange en la segunda, que dirigió Scorcese. Me vi forzado a retirar de la lista un filme olvidado, de un director no menos olvidado: La propiedad ya no es un robo, del cineasta Elio Petri, quien sólo filmó siete filmes, si la memoria no me falla. Tenía que hacerle espacio a Luis Buñuel y Los olvidados; cuya filmografía no dudo en catalogar como una de las más completas y sustentables. Hubiera podido colocar, en su lugar, La Vía Láctea o Viridiana, sin ningún titubeo.
Otras omisiones o lagunas destacables serían las de muchos y excelentes directores italianos (Visconti, Pasolini, De Sica, Scola, Bertolucci, Rosellini), el expresionismo alemán, el cine polaco, el cine ruso de los años precedentes a la caída de la cortina de hierro, la brumosa poética del cine francés de los años 30 y 40, los directores de la Nouvelle vague, algunos filmes de Monty Pithon y por supuesto, una enorme muestra de filmes norteamericanos, tanto clásicos como modernos, empezando por Citizen Kane, de Orson Welles. Tampoco sé cómo hice para dejar fuera las cintas Hiroshima Mon Amour o Providence (una alegoría indispensable) de Alain Resnais. Bueno, creo que si la lista fuera de cien títulos igualmente seguiría siendo injusta e incompleta…
Un calido abrazo!
Luis Alejo.
P. D. 1 Debajo va la selección:
1. Tiempos Modernos, Charlie Chaplin.
2. El Espejo, Andrei Tarkovsky
3. El Séptimo Sello, Ingmar Bergman.
4. Kagemusha, Akira Kurosawa.
5. 8 y ½, Federico Fellini.
6. Andréi Rubliov, Andréi Tarkovsky.
7. La Naranja Mecánica, Stanley Kubrik. (a pesar del paso de los años, sigue siendo una reflexión insoslayable sobre el destino de la civilización moderna)
8, Baraka, Ron Fricke (todo un poema visual)
9. La noche del cazador, Charles Laughton (genial y único filme de Laughton)
10. Los olvidados, Luis Buñuel.
Con-Fabulación: http://con-fabulacion.blogspot.com/
. . . . .
Y ahora voy con un muestrario de algunos de los filmes citados y otros que no pude incluir. Los documentos fílmicos en que aparece ese geniecillo del mal que fue Monsieur Hitler, obviamente no son incluidos aquí por su carácter ético o estético, únicamente lo hacemos para que sirvan de contraste a esa estupenda película que es El gran dictador, de Charles Chaplin.
Aprovecho para recomendar un excelente libro: De Caligari a Hitler. Historia psicológica del cine alemán, de Siegfried Krakauer, publicado en español por Paidós Ibérica S. A.
Charles Chaplin - Modern times - Tiempos modernos
Mirar en YouTube
http://www.youtube.com/watch?v=zroWIN-lS8E
Uno de los gags más hilarantes del cine / City Lights / Charlot lo hace todo por ganarse unos reales y ayudar a su platónico amor a recobrar la vista...
https://www.youtube.com/watch?v=JAExhkjj5JU
La noche del cazador - Charles Laughton
http://www.youtube.com/watch?v=2C6uMwThpLA
Luis Bunuel - Los olvidados
Andrei Tarkovski - Andrey Rublev
Andrei Tarkovski - El espejo
Ingmar Bergman - El Séptimo Sello
Mirar en YouTube
Federico Fellini - 8 y 1/2
Mirar en YouTube
No hay comentarios.:
Publicar un comentario