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domingo, 25 de agosto de 2024

Los oráculos señalan mi merma, lacl (anotación de contracorrientes - sentencias en incertidumbre. /.

 



Los oráculos señalan mi merma y, deteniéndome en la parcela de honestidad para conmigo que aún conservo, debo, tengo y quiero, con respiro, reconocer que están en lo cierto. Acuso que soy una farsa ambulante, pretendiendo enrostrar a los otros un discurso prestado que no es de la medida de mis huesos, ni de mi respiración. Asumo que no tengo un discurso propio, que no sé, a ciencia cierta, si hay que tener tal discurso y que, de ser así, no sabría hoy, ni quizás mañana, quién es aquel que debe pergeñar ese discurso fiel al espejismo de mi identidad; reconozco que, en lugar de emprender la búsqueda de ese discurso, debería intentar abrir, en lo posible, todos los sentidos a la dicción de mi vivir; que, en lugar de pronunciar mis votos a favor de la exuberancia de las flores o la estafa de una incendiada palabra, debería dejar mi cuerpo en calma, brindarle la oportunidad de la escucha de su decurso. Soy un actor itinerante que no tiene el valor de levantar su teatrino y salir de sus propios límites, y aun así, cree conocer el mundo entero; cree poder fijar en el aire el dictamen de los astros, cuando no ha visto siquiera la plaza en la que, día a día, representa su entremés. Pero una voz informe, abrupta y sin motivo, me dice que hay oráculos murmurando en la plácida estupidez de las piedras, en el gozoso temblor de las hojas, en las inveteradas nubes que nos acarician con su impronta repentina e ineludible; así como los hay también murmurando desde el fondo de la tierra, con su cruda, desgarradora y siempre humilde verdad, no otra que la del develamiento de una miseria que, siendo la tuya o la mía, siempre será la miseria de lo humano. Los oráculos cavan más profundo de lo que nosotros, vanos caminantes, podemos alcanzar con nuestros inventos. Y también devienen de una altura infinita o, al menos, inconmensurable, pues allí los tenemos, en el anciano guiño donado por el cielo, asombrando y seduciendo nuestra altivez de pequeños malcriados. Así pues, si asumo que he estado en merma, es también porque me doy cuenta que fui yo quien decidió seccionarse en mil pedazos y entregarlos a la vida, siempre por medio de alguien distinto, cuando lo que ella requería de mí era una total entrega, una unidad de propósito vital. Los oráculos señalan mi merma, no la han ocasionado. Es en mí donde debo observar, auscultar primeramente.


Tomado de contracorrientes - sentencias en incertidumbre, lacl.

bid&co editor - colección manoa, caracas, 2006, reedición, 2013.

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Nota bene: sigo confrontando problemas para subir ilustraciones cuando edito las publicaciones desde el móvil. Espero poder subsanar ese escollo prontamente...

Salud, lacl

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