No creo que Keats haya tenido la intención de crear disyuntivas sobre su afirmación. En mi opinión muy personal y humilde, tales derroteros no conducen a ninguna parte, como no sea a la misma de la que parte el fraseo puesto a manera de grafiti en este publicación.
Espontáneo no quiere decir, en su sentido original, etimológico, lo que por lo general hoy se pretende designar con tal vocablo. Todo lo espontáneo obedece a una voluntad, lo cual nos mueve a pensar que no nace sin alguna intención. Viene del latín el término, "sponte", esto es, voluntariamente. Sin embargo, nuestra eterna y humana añoranza de querer explicarlo todo -y que nos ataca como una sed irreprimible- coloca a intención e intencionalidad antes del ser o de la vívida experiencia. Intuyo que Keats quiso decir que un poema surge como surge una flor o nace un tordo, voluntariamente. Pero que no ha de nacer por impulso de un acto volitivo de quien -como por ejemplo- sirve de vehículo al poema, sino que ha de nacer por designio, tal como de esa voluntad de la que ha irrumpido el brote de una flor o ha nacido un tordo.
Digo todo esto sin dejar de pensar en un maravilloso libro titulado "Realidad y literatura" de nuestro querido Rafael Cadenas, y en el no menos maravilloso inicio del mismo, bssándose en simpatías y diferencias entre cierto modo de ver del ser humano de Occidente y el ser humano de Oriente, a propósito de Keats, Basho... Desafortunadamente no tengo tiempo de buscarle, pues valdría la pena citarlo, pero en casa los libros caminan y en este momento los de Cadenas no se encuentran en sus naturales aposentos...
Finalmente quisiera que fuera el propio Keats quien hable del asunto, dejando aquí un poema cercano a la forma del soneto, el cual surgió espontáneamente, tal como se relata en una carta de Keats a J. H. Reynolds.
Fue escrito en febrero, como ahora, pero de hace 205 años, en 1818.
LO QUE EL TORDO DICE
iAh, tú que has sentido en el rostro el viento del invierno,
cuyos ojos han visto las nubes de nieve colgadas en la niebla
y las copas de los olmos negros entre las heladas estrellas!
Para ti la primavera será un tiempo de cosecha.
Ah, tú cuyo único libro ha sido la luz
de la suprema oscuridad, de la que te alimentas
noche a noche cuando Febo se aleja!
Para ti la primavera será un triple amanecer.
No te agites luego del saber. Yo no tengo ninguno,
y sin embargo mi canción surge innata con el candor.
iAh, no te agites luego del conocer, yo no tengo ninguno.
Y sin embargo la tarde escucha. Quien se tortura
al pensar en la ociosidad no logra estar ocioso
y despierto está quien pensaba estar dormido.
.......
John Keats le escribe a J. H. Reynolds:
"... Llegué a estos pensamientos al observar la belleza que la mañana infundía en la sensación de ociosidad. No había leído ningún libro y la mañana me dio la razón. No tenía otro pensamiento en la mente excepto el de la mañana y el tordo me dio la razón pareciendo decir: ..."
Y a continuación le transcribe su poema...
.......
Escribí todo esto luego de tener entre mis manos por dos o tres noches los poemas de Keats. El poema del tordo me capturó y mi pensamiento se quedó rondando en ello. Y, no ha de ser casualidad, la noche anterior a estas palabras, que agrego de colofón, vivimos una experiencia un tanto triste con un tordo o un ave muy similar que hallamos feneciendo en la cocina... Estaba exánime. Sin embargo su alma no lo había abandonado. No respiraba, más su alma no lo había abandonado, lo reitero. Lo acompañé en esa despedida... Y me enjuagó los ojos cuando su cabecita cayó rendida. Fue un duelo. Al día siguiente le di sepultura, tal como mi alma sintió que le correspondía.
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