Cuánto lamento esta afonía,
no soy el único ni el primero:
afónico del alma.
¿No te ha pasado alguna vez?
A mí me ha pasado.
Y acaso me seguirá pasando
mientras haya alvéolos
para respirar estos aires
que sólo se hacen turbios
en virtud de las humanas
malas artes.
Pero rescato mi afonía,
la ensalzo, la subo al altar,
como a una reina amada,
como a la diosa que nadie quiere,
hoy por hoy,
en la cabecera de sus camas.
Ensalzo mi rechazo,
ensalzo mi abstinencia,
ensalzo mi repudio
por todas las pamplinas
recibidas o por recibir,
entre lienzos de improperio,
como la triste tarde
en que contempláramos
la raída bandera,
a media asta,
entre cánticos sin orgasmo.
Ensalzo esta cópula
con la inmensa herida
de la cúpula.
lacl, 23, 02, 2022 justo al anochecer.
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