¿Sabes, Arturo? por aquellos días una amiga, año 2014, ya no recuerdo si fue la Negra (Elisa) Maggi y otras amistades más, me comentaron que habían aparecido algunos aforismos de "contracorrientes" en El Nacional, pero jamás llegué a ver esa publicación, así que me dije, seguro que estaban viendo visiones. Y ahora veo que tú lo registraste. Gracias. Te pido disculpas por mi sempiterno despiste, pues no lo había visto.
Un abrazo.
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La fotografía de arriba, que al publicarla aquí ha perdido calidad en su resolución y no permite la lectura, me la había enviado Arturo Alvarez de Armas el 28 de Febrero de 2020, pero como habíamos pasado a recibir, de manera abrupta, una innumerable cantidad de emails diarios por el messenger, me lo había saltado o pasado por alto. Lo leí casi que por golpe de carambola cósmica, el 8 de noviembre de ese mismo año, y -acto seguido- le envié las palabras que abren esta publicación.
Ese maremágnum de emails es, tengo la impresión, signo de estos tiempos, y quizás esté relacionado al asunto de la pandemia y el confinamiento o, acaso más oscuramente, a maquinaciones del infausto y perverso mercadeo moderno. No lo sé. La publicación de Arturo, la cual no se podía compartir en la red de Facebook, que fue por donde me lo envió, reza así:
Arturo Álvarez D Armas
28 de febrero ·
De Luis Alejandro Contreras.
"Aforismos del domingo".
En: Papel Literario. Caracas: 24 de agosto de 2014. P. 6. Sección: Siete Días. El Nacional.
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Prosigo: He publicado pocos libros, pero eso no significa que no haya escrito unos cuantos más... Nunca me he esmerado demasiado en publicar.
Para la fecha de esa breve nota ya se había publicado Días de bruma, con el mismo sello, libro del que hemos dejado algunos rastros en este mismo blog.
A título post mortem, desearía agregar que "contracorrientes - sentencias en incertidumbre" no es un libro propiamente de aforismos, como bien lo señalara Rafael Cadenas en ocasión de la presentación de su reedición: "es un libro difícil de catalogar". Esa noche el maestro Cadenas dio muestras de su esplendidez, pues presentó, al unísono, una novela de nuestro compadre y hermano Mario Amengual, intitulada "El abismo de los cocuyos", así como "Días de bruma, Apuntes y fragmentos de un escriba griego al servicio del imperio" y la reedición de "contracorrientes - sentencias en incertidumbre", escritos por este servidor.
"contracorrientes...", así, con intencionales minúsculas, es un libro que califico como heterodoxo. Pues allí se juntan anotaciones (recogidas al vuelo y a lo largo de varios años) escritas en cuadernos, en hojas sueltas, en servilletas, en la parte interior de las contra carátulas o en las páginas en blanco de algunos libros, sobre papel periódico, en fin, en cuanta superficie sirviera de asiento para la escritura...
Se compone de esbozos poéticos, adagios, anotaciones breves, memorias, reflexiones en torno a ars poética y ars vivendi, ironías, contradicciones, propuestas y contrapropuestas, quizás emparentadas con el silogismo, entre otras menudencias.
Pensado, de manera adrede, para ser publicado como Opera Prima, si esa junta de esbozos no podía publicarse antes que cualquiera otra cosa que saliera de mi mano, entonces no querría yo publicar nada más... Sirve como mascarón de proa para cualquiera otra cosa que deseara yo publicar en mi vida.
Acaso sea la hora de intentar buscar un editor para algunos otros escritos que preparados están para vestirse de libro, aunque esta es, lo confieso, una tarea que no me luce muy cómoda.
En fin, dejaré a continuación el prólogo agregado a la segunda edición, aunque ya estaba escrito antes de publicar la primera edición:
Caro lector: no he pretendido, en modo alguno, “ejercer” aquí una variante de crítica intelectual ni, mucho menos, una rara especie de exégesis poética. Son apenas cinco o seis imágenes obsesivas que se repiten incesantemente, cambiando el color y corte de sus trajes. No es un libro de hallazgos, en el sentido de superación personal, tan en boga en nuestros días; si -hoy por hoy- todavía puede tener algún valor la palabra de un hombre, la confesión, la declaración sincera, puedo decirte que esta colecta de dicciones y contradicciones no ha tenido, en su gestación y orquestación, ninguna intencionalidad dirigida. Si ha de tener alguna, quizás sea la de cierto culto maniático por la poda de las ideas, lo que se traduce en una poda de las palabras (siempre me he encontrado incómodo entre jardines edulcoradamente adornados, me siento como un perfecto farsante). El azar se roba el papel del más terrible seductor; así que siento más bien a este libro, como una reunión -acaso un diálogo- de sorprendimientos (espero sea dispensado por el trance de tener que apelar a palabra inexistente, mas no lo puedo expresar de otra manera); sorprendimiento de la imagen subrepticia, la idea que se impone a fogonazos; sorprendimiento del sueño en la vigilia y de la imago que sale a flote engarzada entre las redes del sueño. Sorprendimiento de un lenguaje que quiere crecer a su capricho, a pesar de unas bien afiladas tijeras. Obviamente, hay en él algo de pensamiento -perogrulladas, tal vez, acaso haya que volver a ellas- pero, ni lo guardo bajo custodia ni lo creo de mi exclusividad, por fortuna. Si tuviera que decir algo, en mi descargo, para complacer o soliviantar el ánimo de los practicantes de la crítica con lupa, los cazadores de analogías, les diría -a riesgo de parecer altaneramente afirmativo- que tengo la certeza de la existencia de coordenadas, correspondencias del espíritu y del pensamiento en la memoria y el olvido; correspondencias del sentido, es decir, del pensamiento vivido, vibrado y de la vida padecida en el alma; correspondencias del instinto bruto, sabiamente animal y del humano sentimiento. Sostengo que tales correspondencias no podrán nunca obedecer a un acto de voluntad individual y que, además, no puede uno decidir alistarse en tales o cuales coordenadas. Se nace siendo instrumento y aunque somos, también, melodía, ni somos el solista, ni el director del coro. Tampoco pongo en duda la existencia de la voz que nos habla quedamente desde el otro lado del frágil espejo que somos; la voz cuyo influjo Robert Graves atribuyó a una Diosa Blanca. Acaso, de este libro, mía sea tan sólo la letra. Pero ya basta. Más no te puedo apuntar, porque ello sería transgredir lo azaroso de su decir.
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© Luis Alejandro Contreras. contracorrientes - sentencias en incertidumbre, bid & co editor c. a., Colección Manoa, Caracas, 2006 .
Algunas panorámicas de la noche del bautizo (14-12-06), en la Librería "Lectura*. Y otras panorámicas de la presentación de la referida reedición en la Librería "El buscón".
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UNA NOTA DEL 1RO. DE OCTUBRE DE 2015: He agregado la carátula de la reedición realizada en Noviembre de 2013 a la de 2006. No sé cuál fue la razón de que la editorial no la tratara como tal, corregida y aumentada, si tomamos en cuenta que en esa reedición se agregó el prólogo reproducido en esta glosa. No colocaron el año 2013 en la ficha bibliográfica de la reedición. Se limitaron a colocar de nuevo el año 2006 como "año de publicación".
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Los epígrafes de contracorrientes (sentencias en incertidumbre) de algún modo sirven, si no de guía temática, al menos sí, de aviso para los navegantes. Aquí los dejo…
«...todo ensayo es vivir...»
Armando Reverón
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«...llegan momentos en los que uno está vencido...»
Mi padre
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«...El compromiso irrevocable con cualquier religión
no es sólo un suicidio intelectual: también es
un signo de profunda falta de fe, pues cierra la
mente a cualquier nuevo enfoque sobre el mundo.
La fe es, por sobre todo, apertura: un acto de
confianza hacia lo desconocido...»
Alan Watts
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«...Cuando la naturaleza se cuida tan poco de la vida
individual, ¿ por qué deberíamos nosotros acariciar
la fantasía de que la nuestra es de excepcional
importancia ? ...»
Robert Louis Stevenson
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«...Palabras como rasgones.
Escritura inmediata, urgida, penetrante pero
sin “designio” claro.
Letras en la incertidumbre, no belles letres...»
Rafael Cadenas
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