Llego a la casa con espíritu de juego. Han de ser los
coloridos y sensuales trazos que hoy Carlos Sánchez Vegas nos ha dado a contemplar.
Estuve enquistado en sus cuadernos.
Lo primero que me nace es tomar dos libros de dos poetas queridos. Abro cada uno al azar. No los leo. Los caso. Libro abierto contra libro abierto para sellar el casamiento. Abanico con abanico. Los dejo conversando. Cumplo algunas rutinas. Nada de enigma. Las rutinas que cumple todo ser al llegar a su madriguera. Me bebo un par de vasos de agua tocados por unas caricias de bicarbonato sódico bien diluidas al amor del agua. Ese polvo tiene la virtud de domar el fuego. Vuelvo al campo de juego.
Entre tanto se han entretenido, me parece, aunque sus voces puedan lucir algo disímiles acá arriba.
Lo primero que me nace es tomar dos libros de dos poetas queridos. Abro cada uno al azar. No los leo. Los caso. Libro abierto contra libro abierto para sellar el casamiento. Abanico con abanico. Los dejo conversando. Cumplo algunas rutinas. Nada de enigma. Las rutinas que cumple todo ser al llegar a su madriguera. Me bebo un par de vasos de agua tocados por unas caricias de bicarbonato sódico bien diluidas al amor del agua. Ese polvo tiene la virtud de domar el fuego. Vuelvo al campo de juego.
Entre tanto se han entretenido, me parece, aunque sus voces puedan lucir algo disímiles acá arriba.
Konstantin le ha dicho a Gunnar:
Mar de la mañana
Que me detenga Aquí. Que también yo contemple
por un momento la naturaleza.
Del mar en la mañana y del cielo sin límites
el luminoso azul, la amarilla ribera: estancia
hermosa y grande de la luz.
Que me detenga aquí. Déjenme creer que veo esto
(aunque ciertamente lo vi por un instante cuando me
detuve);
y no ahora mis sueños,
mi memoria, la rediviva imagen del placer.
Y luego Gunnar le ora a Konstantin
Cabeza de serpiente
En otoño o en primavera -
¿Qué importa?
En la juventud o en la vejez –
¿Qué más da?
De todas maneras desaparecerás
en la imagen de la Totalidad
Tú desapareciste, has desaparecido
ahora, hace un instante
o hace mil años
Pero tu desaparición
persiste
Gunnar Ekelöf y Konstantin Kavafis en casual conversa…
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