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lunes, 11 de febrero de 2019

La lucha por la existencia espiritual versus una Filosofía del Resentimiento, lacl (Konrad Fiedler, Herbert Read) / To Hell with Culture (2014) - a film about Herbert Read, art and anarchism / Britten: War Requiem / John McLaughlin - Stella by Starlight & My Favorite Things - Live at Berklee Valencia Campus






La lucha por la existencia espiritual versus una Filosofía del Resentimiento, lacl



“…La actividad artística comienza en el momento en que el hombre se encuentra frente a frente con el mundo visible como con algo terriblemente enigmático… En la creación de una obra de arte el hombre se entrega a una lucha con la naturaleza no por su existencia física, sino por su existencia espiritual…” (*)

Konrad Fiedler

Con esta sucinta y contundente cita abre su libro “Imagen e idea” Herbert Read. Ese acrisolado planteamiento lo he llevado desde mis años mozos inscrito en el reverso de mis pensamientos, que es como decir que lo llevo estampado en la frente de mi sentir. Read confiesa que es a partir de Fiedler que él desarrolla su teoría de que el arte ha sido, es y será una herramienta fundamental del asentamiento de la conciencia humana. Nunca pude conseguir los textos de Fiedler. Ahora, pasados los años, quizás pueda lograrlo apoyado en los recursos de la digitalización.

Hoy, cuando reviso mi pasado, me veo cruzando aquella misma esquina, emocionado de saber que hubo, hay y habrá algunas gentes con sentido común.

Por aquellos días -entre los 70 y 80- rebatía yo, reiteradamente, a algunos compañeros que creían, a pie juntillas, que caballeros como Marx y Engels y su clan de gorreros -ese séquito ataviado de ideólogos con gríngolas- eran (y, lamento confesarlo, al día de hoy algunos aún enarbolan esa prédica) los seres llamados a transformar al hombre y su legado, en un paraíso en la tierra, gracias a fórmulas traídas de los cabellos y por medio de las cuales se diseña la creación de un nuevo súper hombre, modelando a la masa como se amasa la plastilina, para forjar  muñecos dúctiles a los manejos de quienes les quieren siempre sumisos y sumidos en el papel de pasivos actores de la escena.

Con el paso de los días aprendí que esa “Filosofía del Resentimiento” que les anima (no puedo denominarla de otro modo) es el único móvil de una secta de pseudo revolucionarios de una no sé si bien o mal llamada izquierda. Le acomoda bien a los holgazanes del espíritu y de la obra esa tal “filosofía”. Jamás en sus vidas se leyeron unas tres líneas de Marx ni de Proudhon. Lenin les pareció siempre un ladrillo. Trotsky, un marciano equivocado. Tampoco es que haga mucha falta, pero (¡cojones!) que los mismos defensores de las tesis del socialismo totalitario no se lean a sus príncipes y adalides es como para mandarlos al carajo sin mediar otra palabra. Les basta apuntalarse con aires de sapiencia en su “Filosofía del Resentimiento” para imponer la promesa de un Paraíso que no existe ni en la más abandonada y soledosa confesión en alguno de esos súbitos y fortuitos encuentros ante el rostro que les devuelve el espejo del baño, ese rostro que les acusa como una patada en el ombligo de su miseria. Pero ellos han aprendido a no contemplarse en ningún espejo, y pueden justificarlo alegando que no hay tiempo para las petulancias del ego. Son unos relamidos sinvergüenzas.

Esa “Filosofía del Resentimiento” no es más que un burdo falsete, un ejercicio neo-positivista del confort ataviado con ornatos de temple igualitario. Y no hay cultor de tal escuela (aunque es una escuela que no se ha incluido de manera correcta en la carga académica de las universidades) que no sea, en realidad, otra cosa que un vivián, un holgazán o un embaucador cuyo verdadero catecismo se levanta de un sucinto manual de slogans y consignas de ocasión. Jamás se les ha cruzado por la cabeza que el trabajo creativo es el único resorte que logra mover almas y montañas.

Cuando decimos que es por el camino del arte que el hombre puede realmente transformar, para bien, su humana realidad, es porque el hacer y el quehacer estéticos forman parte esencial de toda vida, son componentes vitales de la intimidad que se asoma a contemporizar con el entorno, con ese enigma que encarna en madre natura.

He de volver sobre mis pasos, pues me ataca la sensación de que no he seguido insistiendo, como debiera -al menos, para mi propio sendero y beneficio-,  sobre la importancia que cobra, al día de hoy y en este preciso instante, nuestro abocamiento a una educación por y para lo bello. Porque hemos lanzado al “almacén de inservibles” todo trabajo, actividad u obra que nazca del culto del espíritu, de la sensibilidad, de nuestra facultad de conmovernos, de esa soberanía interior a la que se le eriza la piel con los cantos del viento en las florestas, es que hemos perdido la ruta. Es un trabajo y tiene mil veces mayor carga de valor para nuestra subsistencia que cualquiera otra actividad servil.

Lo que acentúa Read del pensamiento de Fiedler es, por una parte, la visión del arte como una necesidad, en el sentido de un espíritu necesitado de expresión, en contraste con la burguesa noción del arte como un pasatiempo, y –a no dudarlo– la existencia de una imaginación espiritual. Ello me llevaría luego a enlazar estos planteamientos con aquella idea de una poesía y un arte necesarios que Rainer Maria Rilke le esboza a Frank Kappus en las denominadas “Cartas a un joven poeta”. Se escribe por necesidad, le dice Rilke a Kappus. Si luce como una perogrullada, es una perogrullada olvidada: nuestro fuero interior necesita de algo más que pan y vestido. Borges lo expresa como una misión del vivir: “Revelar belleza”, expresó. A lo que luego agregaría: “Y sólo se puede revelar belleza que uno ha sentido”.

Volvamos con Read:

“…Lejos de ser un juego, un gasto de energía sobrante, como pretendieron antiguos teóricos, el arte en el albor de la cultura humana fue la clave de la supervivencia, fue un aguzamiento de las facultades esenciales para la lucha por la existencia…” (*)

Tal parece que muchos de los “modernos teóricos” piensan de manera similar a esos "antiguos" que nos refiere Read en ese libro que hoy debemos rescatar. Yo estoy cada día más convencido de que el ser humano no saldrá jamás del atolladero que él mismo se ha creado, si no es cabalgando sobre una educación por y para el arte. Y que todo aquello que se asemeje a una filosofía del resentimiento no es más que un cascarón vacío.

Salud!
lacl, 11 de Febrero, 2019.

(*) Herbert Read, Imagen e idea, FCE, de la edición de 1975.





Konrad Fiedler


To Hell with Culture (2014) - a film about Herbert Read, art and anarchism  /  Britten: War Requiem  /  John McLaughlin - Stella by Starlight & My Favorite Things - Live at Berklee Valencia Campus















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