Me ha
hecho llorar, lo reconozco. Que se le dé este reconocimiento es darle reconocimiento
al recto camino. No en balde viene Confucio a sus labios para apoyar el recto
nombrar de las palabras, las cuales deben ir en consonancia con el vivir. Es
eso lo que me ha hecho llorar. Ars poética y Ars vivendi juntas van.
Mi
hijo, a pesar de pertenecer a una generación de relevo, ha sentido siempre el
mismo influjo benefactor de un ser cuya palabra va a la par de su transitar.
Tenemos al querido Cadenas por molde virtuoso en un país (un mundo, en
realidad) en el que nadie toma en cuenta aquello que antaño denominábamos con
la sencilla palabra de valores. Es, sencillamente, uno de esos caballeros de la
vieja guardia, cual lo fueran nuestros padres y abuelos, para quienes el
sentir, el ser, el obrar y el pensar no iban en divorcio.
Muy
contentos por ese merecido homenaje que significa el que le hayan conferido el
Premio de Poesía Iberoamericana que, más que a una obra literaria, es
reconocimiento a un modus vivendi, la poesía hecha norte, temple y tímpano del
vivir.
Y una
prueba de lo que digo es que Cadenas no se ha regodeado nunca, cuando ha
recibido un reconocimiento a su transitar poético, a hablar de "su"
poética o de "su" poesía. Habla del valor de la palabra, del buen
nombrar, de otros poetas, de la condición humana. Coincidimos con su tesitura
de pecho. Hablar en demasía de "la propia obra" es, en cierto modo,
trasladar la miopía del ojo a las regiones del ser y del espíritu.
Salud y bravo por él…
lacl
Palabras de Rafael Cadenas al recibir el Premio Reina Sofía
de Poesía Iberoamericana, Universidad de Salamanca.
Señora, señor Rector, señor Presidente del
Patrimonio Nacional, autoridades, familiares y amigos. Este es un inmenso
honor. Debo decir, una vez más, gracias. Esta palabra es muy importante. Se usa
para agradecer, como en este momento, un bien recibido que además viene de la
mano de la Reina Sofía y de las autoridades de la más antigua universidad
española, por añadidura, en la conmemoración de los ochocientos años de su
creación. Este cumpleaños la destaca entre las demás en edad en el mundo. En
otro ámbito, el de la política, permítaseme una referencia diferente al motivo
que nos reúne. Hay palabras tan principales como aquélla, por ejemplo,
libertad, justicia, democracia, civismo, honestidad; las cuales cuando se
ausentan de un país tornan muy difícil para sus ciudadanos el hecho de vivir
realmente. Esas palabras, además, deben corresponder a lo que designan, si no
habría que recurrir a lo que Confucio llamaba rectificación de los nombres, que
se asemeja a nuestra adequat. Es que en Venezuela nos urge
instaurar la normalidad, que sólo puede ser democrática. Pero no voy a
adentrarme en este punto porque no es la ocasión de hacerlo.
Quisiera sí señalar la importancia del
lenguaje en el ejercicio de la política. Tiene la enorme tarea de enfrentarse a
la neolengua de todo totalitarismo, un peligro para los seres humanos porque
los vuelve absolutamente dependientes del Estado. Ahora, voy a decirles mis
vínculos con España. A ella me une profundamente la lengua. Sobre esta relación
no es necesario insistir. Menos evidente es la que he tenido con su literatura.
Comencé a leerla siendo muy joven, creo que a los catorce años, y me cautivó.
El desfile empezó con la Generación del 27. Rafael Alberti, Federico García
Lorca y Pedro Salinas fueron los primeros con quienes estuve. Debo mencionar
también a Miguel Hernández, cuya poesía se adhiere tanto a la memoria, y a León
Felipe, que peregrinó por Hispanoamérica diciendo sus poemas y quien, a su vez,
se adelantó en España, como Walt Whitman en Norteamérica, a la ampliación del
poema, la cual lo hermana con la prosa. Recordemos que ya Lorca llamaba prosía a
los poemas de Salinas. Más tarde, leí a Jorge Guillén y a Luis Cernuda. Luego
pasé a los autores del 98. Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Azorín, y a
Miguel de Unamuno, nombre inseparable de esta universidad. Este despertador de
almas llegó temprano a Venezuela a través de las ediciones argentinas. De ellas
tengo casi toda su obra. De Unamuno me interesa, además de su estilo, lo que él
llamaba instinto de charla, su liberalismo y la idea de intrahistoria que
realza a la gente del común, que no entra en la historia pero sostiene todo. En
cuanto a la riña con Ortega y Gasset sobre lo de españolizar a Europa o
europeizar a España creo que lo resolvió la creación de la Unión Europea. Como
soy un gustador de la prosa, ¿qué amante del idioma no lo es?, disfruté la de
todos los mencionados.
A mi regreso de Trinidad, a donde me
exilió una de nuestras habituales dictaduras, que fue derrocada por un sector
del pueblo y del ejército, la vida me llevó de la mano a estudiar en la Escuela
de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Después di clases por más de
treinta años, y en esa época una de las principales materias a mi cargo fue la
de poesía española. Continúo este recuento. Con mi esposa, y gracias a ella,
recorrimos mucho España. Inicialmente por iniciativa propia, después por
invitaciones de la Residencia de Estudiantes, lugar sagrado para mí, Casa de
América, o festivales como Poemat; a cada paso encontrábamos rasgos de nuestra
filiación.
Ahora me referiré a un hecho capital de
nuestra historia que a menudo se olvida: la llegada a Venezuela de los
exiliados españoles durante o después de la guerra civil. Fueron miles y entre
ellos vinieron profesores, científicos, escritores, que contribuyeron
decisivamente con nuestra cultura. Como Juan David García Bacca, Pedro Grases,
Manuel García Pelayo, Marco Aurelio Vila, Juan Niño, Federico Riu, Manuel
Granel, Guillermo Pérez Enciso, Mateo Alonso, Santiago Mariño y muchos otros.
Todos dejaron su impronta perdurable en nosotros. Quisiera nombrar a otros,
pero en razón de su cantidad no puedo. En realidad vinieron españoles de todas
las profesiones.
Hace años se publicó en Caracas un libro
de dos tomos con biografías breves de ellos, aunque no de todos, y en 2015
apareció el libro “Humanistas españoles en Venezuela”, compilado por el
escritor Tulio Hernández, hoy exiliado de Venezuela. Les daré una idea de lo
dicho. Yo hice el bachillerato en una ciudad del interior, Barquisimeto, que
originariamente se llamó Nueva Segovia de Barquisimeto, y recibí clases de tres
profesores españoles. Es decir, no sólo trabajaron en las universidades, sino
también en el Instituto Pedagógico, en los liceos de Caracas y de otras
ciudades.
Antes de concluir, debo agradecerle a la
profesora Carmen Ruiz Barrionuevo lo que a su vez ha hecho aquí por nosotros
con el apoyo de la Universidad de Salamanca. Ella fundó hace años la cátedra
que lleva el nombre de un gran poeta venezolano, José Antonio Ramos Sucre, a
fin de conocer la poesía venezolana. Merece un gran reconocimiento de parte
nuestra.
En una entrevista dije que la
palabra crisis aplicada a Venezuela es un eufemismo. Nuestra
situación es algo que va más allá de la crisis. Es de salida muy difícil.
Termino con una observación tal vez oportuna. Creo que los nacionalismos son
abominables. Traen odios, conflicto, guerra. Ojalá aprendamos y optemos por la
amistad entre las naciones; por eso he evocado la que existe entre Venezuela y
España, no sin recordarles a los que atacan este país que lo hacen en español.
Rafael
Cadenas, Discurso en la Universidad de Salamanca.
Nuestras gracias a la Universidad de Salamanca por difundir este registro.
Winter Solstice Celebration ~ Cathedral of St John the Divine ~ New York City ~ Paul Winter
A veces uno no puede con tanta belleza,
sinceramente...
[His Eye Is On] The Sparrow. Paul Winter Consort, Kecia Lexis-Evans
A veces uno no puede con tanta belleza...
A veces uno no puede con tanta belleza...
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