A
Miklòs Radnòti.
Los
ríos del alma siguen
vertiendo
sus aguas
no
impasibles, mas constantes,
aunque
rumorosos son sus recorridos.
Derivando
van en ellos
nuestras
baladas de amor,
nuestras
cuitas y retozos
con
lo efímero y eterno.
Y
una huella imborrable en ellos vadea
como
una mancha tatuada entre sus aguas.
Ese
dolor que, sin causa, hemos causado.
.
lacl, 06 / 10 / 2018
Sobre
Miklòs Radnòti recomendamos visitar el blog maravilloso de El Toro de Barro,
donde el poeta Carlos Morales del Coso ha plasmado algunas de sus sobrias
traducciones del extraordinario poeta húngaro, una voz mayor, sin duda. Esta
mañana, al toparme de nuevo con uno de sus conmovedores poemas, un servidor,
quien llevaba a la sazón ya demasiadas jornadas silencioso, no pudo hacer otra
cosa que escribir esta breve y apretujada esquela, que no tiene otra pretensión
que la de acompañar un dolor, pues la palabra solidaridad no cabe aquí si viene
sola o como no sea aquella solidaridad del corazón, conque podemos nominar,
también, la compasión.
(lacl, 06 / 10 /2018)
Verbigracia:
Y en la red, algo más sobre Radnòti:
https://es.wikipedia.org/wiki/Mikl%C3%B3s_Radn%C3%B3ti
Post scriptum.-
Gracias les debemos
dar todos a Carlos Morales del Coso, por
haber puesto ese empeño en traducir tan acertadamente la conmovedora poética de
Radnóti y ponerla luego en nuestras manos. Nos has movido el piso. Y no ha
dejado de moverse. Es cierto que la vida le ha deparado un monumental
infortunio a este maravilloso ser que ha sido el poeta húngaro. Pero nos
escribió para levantarnos de nuestros propios infortunios, no perdió nunca la
esperanza, nunca abandonó su libreta, nunca pudieron doblegarle el amor, nunca
dejó de creer ni tener fe en el espíritu que en nosotros alienta; de otro modo
no hubiera podido escribir esos poemas arrobadores en horas tan adversas y con
las parcas rondando sus pasos. No tenía pensado yo hacerle un homenaje a ese
hombre que, por medio de su palabra, hemos aprendido a querer de corazón. No soy
muy planificador, opero bajo el acicate o impulso de lo vivo, lo que con-mueve.
Así que, una vez más, Carlos nos ha sacado de ¿cómo decirlo?, cierto marasmo.
Aquí, en nuestro terruño, hay mucho, demasiado cansancio acumulado, aunque no
lo saquemos a la fachada ni lo tendamos al sol. Así que una voz como la de Miklós
y un empeño como el de Carlos, amorosamente empecinado, están allí para
salvarnos.
Para los amigos que
deseen saber más sobre la obra de Miklós Radnóti o deseen pasearse por el blog
de Carlos, les comento los títulos de algunos de los poemas por allí vertidos: "Viví
sobre esta tierra", "La espuma
del cielo", "Lunes al atardecer", "No puedo saber", "Postal
segunda", "Marcha forzada", "Postal primera",
"Postal tercera", "Última postal" y "Séptima
égloga". Y les dejo aquel cuya bella y dolorosa ironía nos sacara de rumbo
para volver a encarrilarnos hace ya algunos años: “Raíz”, un poema conmovedor que
nos recuerda a aquel otro, igualmente conmovedor, intitulado “Tala de árbol”,
de otro gran poeta, el polaco Tadeusz Różewicz.
Raíz, Miklós Radnóti. Traducción de Carlos Morales
Con fuerza se desliza la raíz,
bebe de la lluvia, vive bajo tierra,
sus sueños son limpios como la nieve.
De la tierra brota y rompe el suelo,
a escondidas se arrastra la astuta raíz
levantando sus brazos, como una soga.
En el brazo de la raíz un gusano se acuesta,
y un gusano se sienta a los pies de la raíz,
el suyo es un mundo podrido de gusanos.
Mas la raíz resiste en la hondura del suelo,
alejada de todo
salvo de la rama asceta que aún luce verdor.
Esto es lo que nutre, esto es lo que ama,
el perfume que sopla hacia la altura,
los fragancias maduras que alimentan el cielo.
Yo soy raíz ahora,
y vivo entre gusanos.
Este poema es de allí.
Yo era una flor. Ahora soy raíz.
Oscura, la tierra me cubre por entero,
Mi destino se ha cumplido.
Sobre mi cabeza, una sierra llora.
(lacl, 08 / 10 / 2018)
Miklós Radnóti
Séptima égloga
Versión de Carlos
Morales
Julio de 1944, en las
montañas de Zagubica.
Lo ves, anochece y el
barracón, el salvaje cerco de roble
que abraza la alambrada
parece flotar, absorbido por la noche.
El marco de nuestro
cautiverio lo dibuja lentamente la mirada
y sólo el cerebro, sólo
él conoce la tensión del alambre.
Lo ves, mi amor, aquí
hasta nuestra fantasía se libera únicamente
de este modo, nuestro
quebrado cuerpo lo libera el sueño,
el bello redentor, y el
campo de presos se encamina a casa.
Andrajosos y
descarnados, desde la cima ciega de Serbia
los presos vuelan
roncando hacia el paisaje solapado de casa.
¡Paisaje solapado de
casa! Ah, ¿existe aún el hogar?
¿A salvo quizá de las
bombas? ¿Está como cuando nos alistaron?
El que gime a la
derecha, el que duerme a la izquierda, ¿volverán?
Dime, ¿existe allá aún
una patria, donde conozcan el hexámetro?
Sin acentos, palpando a
ciegas verso a verso,
así escribo el poema en
la tiniebla, lo mismo que vivo,
a tientas,
arrastrándome sobre el papel como un gusano;
linterna, libro, todo
lo quitaron los guardianes del campo,
y tampoco llega el
correo, sólo la niebla cubre nuestro barracón.
Aquí, en los
montes, entre rumores e insectos vive el
francés,
el polaco, el ruidoso
italiano, el serbio disidente, el judío caviloso,
viven, el cuerpo febril
hecho pedazos, una misma vida,
aguardan buenas
noticias, no las bellas palabras de una mujer
sino las de su
liberación,
y aguardan el final,
que se precipita en la espesa penumbra, o el milagro.
Heme aquí tumbado en
una tabla, cautivo animal entre parásitos, el asalto
de las pulgas se
renueva, mas se ha calmado la legión de las moscas.
Es de noche, un día
menos, ya ves, de cautiverio
y también un día menos
para vivir. El campamento duerme. Bañado
de luna el paisaje, el
alambre refulge tenso, y por la ventana,
proyectándose sobre la
pared en las voces de la noche,
se ve la sombra de los
centinelas armados.
El campo está dormido,
lo ves, amor, zumban los sueños,
ronca uno, se
sobresalta, se da la vuelta en su angosto espacio,
se duerme de nuevo,
brillante el rostro. Tan sólo yo velo sentado,
siento un resto de
colilla en mi boca en lugar del sabor
de tus besos y el sueño
no acude para dispensar su caricia,
pues sin ti vivir no
puedo ya, ni sé morir tampoco…
Nota del editor: Versos muy largos, nos recuerdan los de D. H. Lawrence. De allí que hayamos reducido la fuente, pero colocando el texto en negrillas.
Nota del editor: Versos muy largos, nos recuerdan los de D. H. Lawrence. De allí que hayamos reducido la fuente, pero colocando el texto en negrillas.
Judi Dench recites Miklós Radnóti
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Fotomontajes de John Heartfield (Helmut Herzfeld) ácido como el que más...
Fotograma de La noche del cazador, único y extraordinario film que dirigiera Charles Laughton, muy al propósito de los tiempos sombríos.
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Tributo Robert Vas. Cineasta húngaro, 1931-1978
Y aquí dejamos un tributo a Robert Vas, el realizador
cinematográfico que hiciera el film del que se reproduce un segmento con los
versos de Miklós Radnóti, bellamente leídos por la actriz Judi Dench. Se
incluyen otros segmentos realizados por Vas. No he encontrado rastros de
sus obras fílmicas en la red, hasta el momento.. Vas tuvo que refugiarse en
Inglaterra, luego del aplastamiento de la insurrección húngara de 1956, apenas
a una década de concluida la 2da conflagración mundial y el insólito y
despreciable holocausto de que fueron víctimas Radnóti y su familia. Vas nos luce como otro ser
silenciado en las redes.
El recitado de Judi Dench y, sobre todo, la edición y el tema musical elegido al final de los versos de Radnòti, me han traído a la memoria este otro film, magistral, el primer "largo" de Tarkovski, La infancia de Ivan.
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La infancia de Iván, Andrei Tarkovski
2 comentarios:
Gracias por todo, Luis Alejandro, con la salud angosta y muy atascada, y con la gratitud más ancha en mi corazón. Carlos
Gracias por todo, Luis Alejandro. Con la salud angusta y la gratitud en mi corazón, Carlos.
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