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sábado, 6 de octubre de 2018

A Miklòs Radnòti, Los ríos del alma siguen vertiendo sus aguas no impasibles, lacl / Post scriptum.- Raíz / Miklós Radnóti, Séptima égloga. Versión de Carlos Morales / Judi Dench recites Miklós Radnóti / Tributo a Robert Vas, Cineasta húngaro, 1931-1978 / La infancia de Iván, Andrei Tarkovski




A Miklòs Radnòti.


Los ríos del alma siguen
vertiendo sus aguas
no impasibles, mas constantes,
aunque rumorosos son sus recorridos.

Derivando van en ellos
nuestras baladas de amor,
nuestras cuitas y retozos
con lo efímero y eterno.

Y una huella imborrable en ellos vadea
como una mancha tatuada entre sus aguas.
Ese dolor que, sin causa, hemos causado.

.
lacl, 06 / 10 / 2018


Sobre Miklòs Radnòti recomendamos visitar el blog maravilloso de El Toro de Barro, donde el poeta Carlos Morales del Coso ha plasmado algunas de sus sobrias traducciones del extraordinario poeta húngaro, una voz mayor, sin duda. Esta mañana, al toparme de nuevo con uno de sus conmovedores poemas, un servidor, quien llevaba a la sazón ya demasiadas jornadas silencioso, no pudo hacer otra cosa que escribir esta breve y apretujada esquela, que no tiene otra pretensión que la de acompañar un dolor, pues la palabra solidaridad no cabe aquí si viene sola o como no sea aquella solidaridad del corazón, conque podemos nominar, también, la compasión.

(lacl, 06 / 10 /2018)

Verbigracia: 


Y en la red, algo más sobre Radnòti:
https://es.wikipedia.org/wiki/Mikl%C3%B3s_Radn%C3%B3ti




Post scriptum.-

Gracias les debemos dar todos a Carlos Morales del Coso,  por haber puesto ese empeño en traducir tan acertadamente la conmovedora poética de Radnóti y ponerla luego en nuestras manos. Nos has movido el piso. Y no ha dejado de moverse. Es cierto que la vida le ha deparado un monumental infortunio a este maravilloso ser que ha sido el poeta húngaro. Pero nos escribió para levantarnos de nuestros propios infortunios, no perdió nunca la esperanza, nunca abandonó su libreta, nunca pudieron doblegarle el amor, nunca dejó de creer ni tener fe en el espíritu que en nosotros alienta; de otro modo no hubiera podido escribir esos poemas arrobadores en horas tan adversas y con las parcas rondando sus pasos. No tenía pensado yo hacerle un homenaje a ese hombre que, por medio de su palabra, hemos aprendido a querer de corazón. No soy muy planificador, opero bajo el acicate o impulso de lo vivo, lo que con-mueve. Así que, una vez más, Carlos nos ha sacado de ¿cómo decirlo?, cierto marasmo. Aquí, en nuestro terruño, hay mucho, demasiado cansancio acumulado, aunque no lo saquemos a la fachada ni lo tendamos al sol. Así que una voz como la de Miklós y un empeño como el de Carlos, amorosamente empecinado, están allí para salvarnos.

Para los amigos que deseen saber más sobre la obra de Miklós Radnóti o deseen pasearse por el blog de Carlos, les comento los títulos de algunos de los poemas por allí vertidos: "Viví sobre esta tierra",  "La espuma del cielo", "Lunes al atardecer",  "No puedo saber", "Postal segunda", "Marcha forzada", "Postal primera", "Postal tercera", "Última postal" y "Séptima égloga". Y les dejo aquel cuya bella y dolorosa ironía nos sacara de rumbo para volver a encarrilarnos hace ya algunos años: “Raíz”, un poema conmovedor que nos recuerda a aquel otro, igualmente conmovedor, intitulado “Tala de árbol”, de otro gran poeta, el polaco Tadeusz Różewicz.

Raíz, Miklós Radnóti. Traducción de Carlos Morales

Con fuerza se desliza la raíz,
bebe de la lluvia, vive bajo tierra,
sus sueños son limpios como la nieve.

De la tierra brota y rompe el suelo,
a escondidas se arrastra la astuta raíz
levantando sus brazos, como una soga.

En el brazo de la raíz un gusano se acuesta,
y un gusano se sienta a los pies de la raíz,
el suyo es un mundo podrido de gusanos.

Mas la raíz resiste en la hondura del suelo,
alejada de todo
salvo de la rama asceta que aún luce verdor.

Esto es lo que nutre, esto es lo que ama,
el perfume que sopla hacia la altura,
los fragancias maduras que alimentan el cielo.

Yo soy raíz ahora,
y vivo entre gusanos.
Este poema es de allí.

Yo era una flor. Ahora soy raíz.
Oscura, la tierra me cubre por entero,
Mi destino se ha cumplido.

Sobre mi cabeza, una sierra llora.

(lacl, 08 / 10 / 2018)


Miklós Radnóti
Séptima égloga
Versión de Carlos Morales

Julio de 1944, en las montañas de Zagubica.

Lo ves, anochece y el barracón, el salvaje cerco de roble
que abraza la alambrada parece flotar, absorbido por la noche.
El marco de nuestro cautiverio lo dibuja lentamente la mirada
y sólo el cerebro, sólo él conoce la tensión del alambre.
Lo ves, mi amor, aquí hasta nuestra fantasía se libera únicamente
de este modo, nuestro quebrado cuerpo lo libera el sueño,
el bello redentor, y el campo de presos se encamina a casa.

Andrajosos y descarnados, desde la cima ciega de Serbia
los presos vuelan roncando hacia el paisaje solapado de casa.
¡Paisaje solapado de casa! Ah, ¿existe aún el hogar?
¿A salvo quizá de las bombas? ¿Está como cuando nos alistaron?
El que gime a la derecha, el que duerme a la izquierda, ¿volverán?
Dime, ¿existe allá aún una patria, donde conozcan el hexámetro?

Sin acentos, palpando a ciegas verso a verso,
así escribo el poema en la tiniebla, lo mismo que vivo,
a tientas, arrastrándome sobre el papel como un gusano;
linterna, libro, todo lo quitaron los guardianes del campo,
y tampoco llega el correo, sólo la niebla cubre nuestro barracón.

Aquí, en los montes,  entre rumores e insectos vive el francés,
el polaco, el ruidoso italiano, el serbio disidente, el judío caviloso,
viven, el cuerpo febril hecho pedazos, una misma vida,
aguardan buenas noticias, no las bellas palabras de una mujer
sino las de su liberación,
y aguardan el final, que se precipita en la espesa penumbra, o el milagro.

Heme aquí tumbado en una tabla, cautivo animal entre parásitos, el asalto
de las pulgas se renueva, mas se ha calmado la legión de las moscas.
Es de noche, un día menos, ya ves, de cautiverio
y también un día menos para vivir. El campamento duerme. Bañado
de luna el paisaje, el alambre refulge tenso, y por la ventana,
proyectándose sobre la pared en las voces de la noche,
se ve la sombra de los centinelas armados.

El campo está dormido, lo ves, amor, zumban los sueños,
ronca uno, se sobresalta, se da la vuelta en su angosto espacio,
se duerme de nuevo, brillante el rostro. Tan sólo yo velo sentado,
siento un resto de colilla en mi boca en lugar del sabor
de tus besos y el sueño no acude para dispensar su caricia,
pues sin ti vivir no puedo ya, ni sé morir tampoco…


Nota del editor: Versos muy largos, nos recuerdan los de D. H. Lawrence. De allí que hayamos reducido la fuente, pero colocando el texto en negrillas.


Judi Dench recites Miklós Radnóti 
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Fotomontajes de John Heartfield (Helmut Herzfeld) ácido como el que más... 



Fotograma de La noche del cazador, único y extraordinario film que dirigiera Charles Laughton, muy al propósito de los tiempos sombríos. 
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Tributo Robert Vas. Cineasta húngaro, 1931-1978




Y aquí dejamos un tributo a Robert Vas, el realizador cinematográfico que hiciera el film del que se reproduce un segmento con los versos de Miklós Radnóti, bellamente leídos por la actriz Judi Dench. Se incluyen otros segmentos realizados por Vas. No he encontrado rastros de sus obras fílmicas en la red, hasta el momento.. Vas tuvo que refugiarse en Inglaterra, luego del aplastamiento de la insurrección húngara de 1956, apenas a una década de concluida la 2da conflagración mundial y el insólito y despreciable holocausto de que fueron víctimas Radnóti y su familia. Vas nos luce como otro ser silenciado en las redes. 

  El recitado de Judi Dench y, sobre todo, la edición y el tema musical elegido al final de los versos de Radnòti, me han traído a la memoria este otro film, magistral, el primer "largo" de Tarkovski, La infancia de Ivan. 
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La infancia de Iván, Andrei Tarkovski 




2 comentarios:

El Toro de Barro editorial dijo...

Gracias por todo, Luis Alejandro, con la salud angosta y muy atascada, y con la gratitud más ancha en mi corazón. Carlos

El Toro de Barro editorial dijo...

Gracias por todo, Luis Alejandro. Con la salud angusta y la gratitud en mi corazón, Carlos.