Uno de
los cuentos más hermosos que haya leído en mi vida, una historia de esas que se
quedan resonando o reverberando, para toda la vida, entre los escarceos de los
rumorosos pensamientos y la añorosa nostalgia. Acá lo dejo,
Salud!
lacl
Nota: a los amantes de la música se les recomienda no dejar escapar el hermoso hallazgo... Un aria casi desconocida de Riccardo Broschi, altamente recomendada. Vaya voz la de la soprano Simone Kermes.
Salud!
lacl
Nota: a los amantes de la música se les recomienda no dejar escapar el hermoso hallazgo... Un aria casi desconocida de Riccardo Broschi, altamente recomendada. Vaya voz la de la soprano Simone Kermes.
Miss Lady. Spencer Holst, El
idioma de los gatos.
Hubo una vez una chiquita triste que iba por un camino, en
el verano. Tendría unos tres años y estaba llorando porque su hermano caminaba
tan rápido que ella no podía alcanzarlo, y después se cayó, en una nube de
polvo. Su hermano la oyó llorar, pero siguió caminando más rápido, y más
rápido, y más rápido. Ella se quedó sola. Miró a su alrededor y vio una casa de
campo, en la que estaba un hombre mirándola desde una ventana, espiándola
detrás de una espesa cortina, así que ella lo saludó con la mano. El rostro desapareció.
La chiquita caminó hasta la parte de atrás de la casa, y ahí estaba otra cara,
en otra ventana, espiando. Ella volvió a saludar con la mano. Y esa cara
desapareció. La chiquita subió hasta el porche trasero y golpeó en la puerta de
alambre tejido, y después de unos minutos la puerta se abrió un poquito. Ella
entró. Había algunos hombres, y le dieron una Coca-Cola, y ella les habló
acerca de su tostado de sol, acerca de su hermano y algo de un viaje al Canadá
que iban a hacer sus padres, y los hombres la escucharon atentamente. ¡Ella
golpeó a uno de ellos! ¡Él la alzó y la hizo revolotear por el aire y ella
gritó! Después, él la sentó en un hombro y ella se aferró a su cabeza, por
miedo de caerse, pero después perdió el miedo y se quedó sentada ahí, y todos
se rieron de ella. Así que pidió otra Coca-Cola. Uno de los hombres se la trajo
y ella insistió en tomarla de la botella; se sentó en las rodillas de uno de
los hombres y escuchó mientras los hombres hablaban de otras cosas, tomando
grandes tragos de Coca-Cola de vez en cuando. Entonces ella empezó a conversar
de nuevo y todos los hombres se callaron para escucharla. Ella le pidió a uno
de ellos que le arreglara su sucio moño del pelo. Ella se comportaba como una
dama y los hombres le hablaban con exagerado acento inglés, ¡y esto era
lindísimo! Entonces ella empujó a uno de ellos al suelo y se trepó en su
espalda y jugó con él al caballito, gritando ¡hico! ¡hico! ¡hico! La chiquita
les preguntó si podía vivir con ellos, y ellos le contestaron que claro que sí.
Así que los hombres y la chiquita subieron a un automóvil y
enderezaron hacia Florida. Fíjense que estos hombres eran ladrones de bancos.
¡A la chiquita le fascinaba! Vivió con ellos durante ocho meses. Jugaba con
ellos en la playa, nadaba en el mar, comía en grandes restaurantes, vivía en
los mejores hoteles, ¡hasta tomó champagne una vez! Y tenía una linda mucama
que no hacía otra cosa que atenderla y ayudarla a comprar vestidos blancos y
trajes de baño anaranjados y todos los juguetes que las chiquitas necesitan.
Ellos estaban siempre comprándole regalos y la chiquita los quería muchísimo,
pero un día sintió nostalgia de su hogar y empezó a llorar pidiendo por su
hermano y su mamá y su papá. Los gangsters lo sintieron muchísimo pero le
compraron un boleto a su pequeña ciudad y la despidieron en el tren. El
maquinista les aseguró que llegaría sana y salva, y así fue. La policía
investigó en Florida en procura de los ladrones de bancos, pero se habían
escapado a lugares distantes. La chiquita continuó viviendo con su familia en
la pequeña ciudad. Fue a la escuela primaria. Mucho después, fue a la
secundaria: a decir verdad, fue alumna de Vassar. Ahora es prostituta en Buenos
Aires... Yace en un diván y sus ojos están enrojecidos por la marihuana. Sus
ropas se amontonan en una silla. Un marinero abandona ruidosamente su pieza.
¡Ella se siente tan triste! ¡Fíjense! Hay una lágrima en su mejilla. Hay humo
en su ojo. ¡Qué lágrima tan rara! ¡Es una chica tan linda! No puedo evitar que
me guste. Porque yo conozco su secreto, su búsqueda y por qué vive así. Yo sé
que ella los está buscando.
Riccardo Broschi - 1698 - 1756
"Chi non sente"
Un hermoso hallazgo... Altamente recomendada. Vaya voz la de la soprano Simone Kermes.
Un hermoso hallazgo... Altamente recomendada. Vaya voz la de la soprano Simone Kermes.
Simone Kermes - Soprano
Le Musiche Nove - Claudio Osele
Sony Music Entertainment
Paintings - Roman Reisinger
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