Sobre la Diosa Triple
La Diosa es una mujer bella y esbelta con nariz ganchuda,
rostro cadavérico, labios rojos como bayas de fresno, ojos pasmosamente azules
y larga cabellera rubia; se transforma súbitamente en cerda, yegua, perra,
zorra, burra, comadreja, serpiente, lechuza, loba, tigresa, sirena o bruja
repugnante. Sus nombres y títulos son innumerables. En los relatos de fantasmas
aparece con frecuencia con el nombre de «La Dama Blanca», y en las antiguas
religiones, desde las Islas Británicas hasta el Cáucaso, como la «Diosa
Blanca». No recuerdo poeta auténtico alguno, desde Homero en adelante, que no
haya registrado independientemente su experiencia de ella. Se podría decir que
la prueba de la visión de un poeta es la exactitud de su descripción de la
Diosa Blanca y de la isla en la que gobierna. El motivo de que los pelos se
ericen, los ojos se humedezcan, la garganta se contraiga, la piel hormiguee y
la espina dorsal se estremezca- cuando se escribe o se lee un verdadero poema,
es que un verdadero poema es necesariamente una invocación de la Diosa Blanca,
o Musa, la Madre de Toda Vida, el antiguo poder del terror y la lujuria, la
araña o la abeja reina cuyo abrazo significa la muerte. Housman ofreció una
prueba secundaria de la verdadera poesía: que sea digna de esta frase de Keats:
«Todo lo que me recuerda a ella me atraviesa como una lanza». Esto se puede
aplicar igualmente al Tema. Keats escribía a la sombra de la muerte acerca de
su musa, Fanny Brawne; y la «lanza que anhela sangre» es el arma tradicional
del siniestro verdugo y su sustituto.
Robert Graves, La Diosa Blanca.
- Graves, Robert. La Diosa Blanca,
Gramática histórica del mito poético. Alianza Editorial S. A., Madrid, 1983.
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