La primera vez que escuchamos a Bona fue como músico
acompañante del ensamble que montara Harry Belafonte para su concierto en la
universidad de Nueva York. Eso fue en 1997. Nuestras mandíbulas se cayeron de
su sitio al escuchar este concierto y al descubrir a Bona, las voces del coro,
los arreglos y el conjunto de músicos en general.
Recuerdo perfectamente que durante los días o (para ser más
específicos) durante las noches de esa sombra que fuera Abril de 2002, sombra
extendida como un largo eclipse solar que nos recuerda la era de desecamiento e
infecundidad de la saga artúrica o las amenazas de morbidez que sobre el mundo
se asoman en El Señor de los Anillos, no podíamos dejar de disfrutar con asombro
inenarrable la efervescente alegría con que la palabra Venezuela era coreada por
ese extraordinario conjunto de voces que acompañaron a Belafonte en aquella
memorable ocasión. Ante el derrotero de un país que, desde aquellos días, ha
lucido como el mal sueño de un colectivo extraviado en un laberinto,
escucharles hizo las veces de lámpara en la noche, sembrando la promesa de un
rayo de esperanza.
Bona fue un memorable hallazgo, es cierto, pero igualmente
lo fueron los acompañantes del coro y el resto de los músicos. Uno de ellos,
encrucijadas de la vida, fue luego uno de los profesores de mi hijo en sus
estudios de música..
En fin, siendo uno de los más bellos encuentros musicales
de que tenga yo memoria, me parece injusto que jamás haya dejado honrosa
memoria de ello en estas páginas del blog.
Acá dejo una colecta de los temas celebrados esa noche…
Comienzo con Matilda por el comentario que hago en el segundo
párrafo…
Salud!
Y el solo de Richard Bona, esa noche... Lamentablemente no conseguimos en la red el video original.
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